Opinión

Que nadie tire la primera piedra porque acaba con las manos manchadas

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La imputación de Cristóbal Montoro, exministro de Hacienda del PP, por diseñar presuntamente una red de influencias para favorecer a empresas energéticas a cambio de pagos a su consultora, Equipo Económico, ha aterrizado en el panorama político salvando en cierta forma los muebles del PSOE. El caso que lleva gestándose en secreto desde 2018 en un juzgado de Tarragona, reaviva el eterno duelo de reproches entre los dos grandes partidos y aumenta la distancia entre la ciudadanía y la clase política. El compromiso real con la transparencia y la regeneración democrática no llega e incluso da la sensación de que no interesa. Así lo vemos los que estamos a este lado de la barrera.

Antes de acusar al de enfrente los partidos políticos deberían de tener más cuidado porque en este lodazal, nadie sale limpio. El PP intenta desvincularse de Montoro y de hecho en Génova 13 le abrieron la puerta rápidamente para que se diese de baja como militante. Los socialistas por su parte aprovechan el momento de que Dios ha venido a verlos para intentar recuperarse de su momento más difícil. Pero la estrategia del ” y tu más” banaliza la corrupción y premia a la extrema derecha y a los populismos como ya subrayan las encuestas que se están conociendo estos días. Si hace diez años fue Podemos quien supo capitalizar lo de “no nos representan” en las plazas de las principales ciudades de España ahora quien se dispara en las encuestas es la ultraderecha trumpista y antieuropea. Muy peligroso para el sistema y poco esperanzador para quienes creemos en la política.

Los dos episodios tienen un denominador común: la ausencia de blindajes institucionales, algo que los dos principales partidos pudieron hacer cuando gobernaron y que no lo han hecho. Una ley hecha a medida y torticera diseñada para favorecer intereses particulares puede distorsionar toda una economía durante décadas. La corrupción en adjudicaciones manipula las reglas de juego, encarece la obra pública y distorsiona la competencia. Como viene reclamando desde hace años la Comisión Europea, España necesita, entre otras cosas, una ley de transparencia que regule los grupos de presión y obligue a publicar las reuniones de altos cargos, auditorías externas obligatorias de los partidos políticos y límites estrictos a las donaciones privadas. ¿Por qué la ley de lobbies sigue atascada en el Congreso con el beneplácito de los dos importantes partidos? ¿por qué no hay blindajes institucionales para que ayuden a delinquir como se ve en ambos casos?

Ni el PP ni el PSOE pueden permitirse dar lecciones y a los hechos me remito aunque dicho de paso los dos casos que conocemos no son iguales porque el caso Cerdan/Abalos/Koldo salpica directamente al presidente del Gobierno porque el nombró a los dos primeros, mientras que el caso Montoro no salpica a Feijoo porque él no tiene nada que ver con el exministro de Aznar y Rajoy. La corrupción no puede ni debe ser una arma arrojadiza porque empobrece el debate público y lo aleja de la regeneración democrática.

Y hablando de regeneración la dimisión de la que hasta el miércoles fue la Vicesecretaria General del PP, Noelia Núñez, de todos sus cargos y de su acta por falsear su currículum. Es una buena salida y es un buen ejemplo aunque probablemente haya sido su partido quien le ha abierto la puerta para hacerlo. Feijoo no podía permitirse tener como portavoz a una señora que prácticamente ha comenzado su carrera política mintiendo al Congreso. En política es más importante ser honesto y decir la verdad que tener estudios. Ahora lo suyo sería que dimitiesen todos los que falsearon sus curriculums en sus diferentes partidos y pidieron la dimisión de Núñez. Les aseguro que la lista es grande.