El verde siempre ha tenido un papel especial en la historia del color. Asociado desde la Antigüedad con la fertilidad, la naturaleza y la esperanza, también fue durante siglos un pigmento difícil de fijar en los tejidos y costoso en pinturas y tintes, lo que lo convirtió en un lujo reservado a élites. En el Renacimiento, los grandes retratos solían incluir cortinajes verdes intensos como símbolo de prosperidad, mientras que en el siglo XIX se popularizó el famoso verde esmeralda en papeles pintados y tapices, un tono vibrante que marcó la decoración burguesa.
En el diseño contemporáneo, el verde ha reaparecido de forma cíclica. En los años 70, la gama oliva y bosque impregnó salones y cocinas de un aire naturalista muy de época. En los 90 y 2000, quedó relegado por neutros fríos y grises minimalistas, hasta que en la última década el auge del wellbeing y la vuelta a lo natural lo han traído de nuevo al centro del interiorismo. No es casualidad: el verde aporta descanso visual y sensación de equilibrio.

Salvia, eucalipto y musgo, los tres verdes que dominarán la temporada
No todos los verdes sirven este otoño. Los tonos protagonistas son los más conectados con la naturaleza:
- Verde salvia, suave y versátil, perfecto para paredes o grandes piezas de mobiliario.
- Verde eucalipto, elegante y con matiz grisáceo, ideal en dormitorios o espacios de relax.
- Verde musgo profundo, cargado de carácter, que funciona en sillones, tapizados o cocinas con personalidad.
En contraste, los verdes ácidos o neón quedan fuera de la paleta de la temporada: lo que se busca ahora es calma, no estridencia.

El verde no solo domina en interiores. Grandes diseñadores de moda lo han consagrado en pasarela como símbolo de sofisticación contemporánea. Valentino lo reinterpretó en vestidos esmeralda de alfombra roja; Gucci lo abrazó en clave retro con estampados setenteros; y Dries Van Noten lo ha explorado en todas sus variantes botánicas. Esta traslación a la moda ha hecho que el verde sea percibido como un color elegante, moderno y versátil, cualidades que han saltado directamente al diseño de interiores.
Septiembre invita a renovar espacios sin necesidad de grandes obras, y el verde es perfecto para ello. Basta con introducirlo en elementos estratégicos:
- Muebles clave: un sofá musgo o una butaca salvia se convierten en protagonistas del salón.
- Textiles: cojines, mantas o cortinas en tonos eucalipto aportan frescura inmediata.
- Paredes: pintar un solo paño en verde profundo o apostar por el colour drenching transforma por completo la percepción de la estancia.
- Accesorios: jarrones cerámicos, lámparas o alfombras que integren matices verdes ayudan a conectar el interior con la naturaleza.
El secreto está en la combinación: los verdes de este otoño dialogan a la perfección con tonos tierra (terracota, ocre, arena), maderas oscuras (nogal, cerezo) y metales cálidos (latón, cobre). En contraposición, un toque de azul petróleo o burdeos puede añadir intensidad y contraste.

Más allá de ser tendencia pasajera, el verde se ha consolidado como un color de fondo que permanecerá. Su capacidad de adaptarse a diferentes estilos -del nórdico al clásico, del industrial al rústico chic- y de generar atmósferas de calma y sofisticación lo convierte en una inversión segura.
Con septiembre como punto de partida y el otoño a las puertas, este color se instala en la decoración como la herramienta más sencilla y poderosa para renovar el hogar. Un color cargado de historia, reinterpretado por la moda y ahora convertido en la joya cromática de los interiores este año.