Entre fiestas, nuevos restaurantes y playas llenas de turistas, la isla de Ibiza también se esfuerza por dar a conocer la otra cara de su personalidad, vinculada al territorio, a pueblecitos llenos de historia y a una cocina local de lo más interesante.
En pleno casco urbano, el Teatro Pereyra guarda 126 años de historia. Construido en 1897 con 67.000 pesetas gracias al impulso de la burguesía comerciante local, fue concebido como un espacio público y popular. La familia Pereyra y el matrimonio Sandoval, estuvieron detrás de este espacio protegido. Su restauración, llevada a cabo por Pedro Matutes, bisnieto del fundador ha respetado la piedra arenisca local (marés), las molduras originales, escudos y colores modernistas.
Hoy, su sala principal acoge todo tipo de espectáculos, desde conciertos hasta funciones teatrales, manteniéndose como un monumento protegido tanto por su arquitectura como por su uso cultural.
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Una isla que respira: ciencia, flora y fauna
A apenas 15 kilómetros de la ciudad de Ibiza se encuentra Bibo Park, un espacio dedicado a la conservación y divulgación del medio ambiente. Nombrado el parque botánico más innovador de Europa, está abierto al público desde 2020, y cuenta con una selección de plantas endémicas protegidas o que están en peligro de extinción. El parque se reparte entre las salinas, aulas para talleres infantiles y hasta un refugio climático (el Rincón de Platon) lleno de bonsáis, pinos y palmeras.

Sin duda, uno de los reclamos es su piano vegetal, el primero de mundo creado a partir de plantas que emiten señales eléctricas transformadas en notas musicales y en luz. A lo largo del verano han organizado un programa de eventos, Astro Magic Lights, con espectáculos musicales y lumínicos.
Siguiendo con la preservación de flora y fauna, tanto el parque como algunos hoteles y alojamientos, colaboran con el rescate de la lagartija ibicenca, que cuenta con uno de los santuarios más importantes de la isla en Ibizaloe, otra visita para entender la producción de aloe vera.
Gastronomía y producto local de Ibiza
¿Cuál es el plato típico de Ibiza? Después de recurrir a Google, lo mejor que se puede hacer es salir del centro de Ibiza hacia alguno de los pueblecitos que la rodean. Un destino más que recomendable es San Miguel para descubrir Can Malacosta, una finca de 6,5 hectáreas donde elaboran mermeladas artesanas con frutas como higos, melocotones, arándanos o naranja amarga.
Otro de los orgullos locales es su miel, con Denominación de Origen desde 2022, la isla hace esfuerzos por recuperar y mostrar la historia de este manjar. Para entrar en contacto con los apicultores y recetario antiguo, lo mejor es hacer una visita a Ibiza Produce o Mel Salewski
De camino y en pleno corazón de la isla se encuentra Juntos Farm, un proyecto que empezó como restaurante farm-to-table y ha terminado en convertirse en una granja con huerto propio, punto de venta directo de productos frescos y sala de degustación. Una cena al aire libre o en la barra frente al chef, son algunas de las opciones para descubrir la isla con otros ojos.
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Visitar una cala o una playa es un imprescindible en cualquier viaje a Ibiza, pero también lo es encontrar un rincón donde descansar, comer bien y disfrutar de la puesta de sol. Una opción asequible y cómoda es la cadena Vibra que acaba de estrenar una terraza perfecta en Sant Antoni para ver el atardecer con un cóctel en la mano entre un chapuzón y otro.
Al frente de la propuesta gastronómica está el chef Enrique Espada, que firma una carta pensada para todos los paladares internacionales: desde pescado fresco hasta tacos y arroces —tanto el tradicional como uno sabroso de pulpo- que justifican por sí solos la visita.

Lejos del circuito de menús diarios, la cocina ibicenca de toda la vida resiste en pequeños rincones. Uno de ellos es Cala Llenya, donde además del inevitable pan con alioli, mantienen platos con historia como el tradicional guisat de peix, un guiso marinero con almendras, el arroz de matances, con cerdo, níscalos y un sutil toque de canela, la frita de polp (pulpo frito) o la ensalada de crostes, que convierte el pan payés en protagonista. Recetas que se pueden encontrar en restaurantes como Can Caus o Celler Can Pere.
Naturaleza en estado puro: el pulmón marino de Ibiza
Cayendo en el cliché, sí, las playas de Ibiza son de postal pero tras el azul turquesa hay mucho más. El Parque Natural de Las Salinas, reconocido como Patrimonio de la Humanidad desde 2001 es uno de esos paisajes que dejan con la boca abierta. Además, es hogar de la posidonia oceánica, una planta marina endémica protegida que oxigena el mar, estabiliza el fondo marino y protege la costa de la erosión.

Rutas con alma: del norte al sur
La isla está salpicada de sorprendentes paisajes. Al norte, las cuevas de Can Marçà, formadas hace más de 70 millones de años y descubiertas por el espeleólogo belga Jean Pierre Van der Abeelle, se asoman al mar desde acantilados espectaculares. A pocos kilómetros , en Sant Miquel de Balasant, se encuentra el mítico estanco de Can Xicu de Sa Torre, un local que desde 1905 ha servido de tienda de ultramarinos, bar, correos y punto social del pueblo. A día de hoy, su propietaria ha incorporado al local un pequeño museo con objetos tradicionales y fotos antiguas. Para finalizar la jornada, la bodega ecológica Can Rich es una oportunidad para probar vinos y aceite de oliva locales.

En Santa Eulària, el Puente Viejo (Pont Vell) cruza el único río de Ibiza. La construcción data del siglo XVIII y merece la pena darse una vuelta por la orilla hasta llegar al templo-fortaleza del Puig de Missa, que guarda un retablo barroco de lo más interesante y cuyas paredes encaladas recuerdan a las iglesias de Santorini. Cerca se encuentran las fincas de Ses Feixes, antiguos humedales agrícolas declarados Bien de Interés Cultural y abandonadas por el paso del tiempo. Para cerrar el viaje, no dejes de buscar en el mercadillo hippy de Las Dalias, uno de los eventos con más historias, celebrado desde los años 50 y símbolo de la Ibiza más libre.


 
                                            


