Hace unos días abría sus puertas el primer museo audible del mundo; un espacio en Seúl dedicado al audio y diseñado por el arquitecto japonés Kengo Kuma. “Este espacio no solo se enfoca en lo visual, sino que transforma la acústica y la experiencia del sonido en un elemento central de su diseño”, dicen desde la institución con motivo de la apertura. Y es que, precisamente según la cultura japonesa, el sonido ayuda a relajarse, reflexionar y disfrutar del tiempo no solo en soledad, sino también en compañía. Quizá por eso, la aparentemente extraña combinación de las palabras formada por ‘listening’ y ‘bar’ forma uno de los términos en más tendencia a nivel internacional (y que seguro no has dejado de escuchar en los últimos meses).
Pero, ¿qué son exactamente los listening bars? Inspirados por filosofía de los kissaten (bares de diferentes temáticas, originarios de principios de siglo y que, desde entonces, sirven como refugio del bullicio urbano), se diferencian de los bares al uso al centrar la experiencia de sus visitantes en una escucha más consciente de la música. Para ello, están equipados con sistemas de sonido de alta fidelidad y priorizan una selección de títulos a base de vinilos (también a la hora de mover los platos). Algo así como escuchar algunos de tus discos favoritos mientras te tomas un café, una cerveza o un cóctel.

Pero si los gustos de los primeros usuarios nipones de estos establecimientos giraban en torno al jazz occidental (especialmente el muy codiciado americano), en la actualidad este concepto se ha abierto tanto hasta el punto de ofrecer tantos géneros como clientes tenga el bar en cuestión. No hay que olvidar que, mucha de la influencia de los listening bars que ya proliferan en España viene de Nueva York y Londres, donde estos lugares pasan también por mecas del diseño (del más retro al más vanguardista).

El primero en fijarse en esta tendencia (y, ya de paso, en el mapa) fue Nica, en Casa Bonay, Oficialmente el primer listening bar de Barcelona, junto a Curtis Audiophile Café (que también comenzó su andadura en 2018). Con una programación diaria destinada a coleccionistas y amantes de la música sin más, este último añadió una tienda y un espacio de lectura en su local de la calle Mallorca. Algo que también ha adoptado Jaç Hi-Fi Café, un local en Av. Diagonal 335 abierto el pasado mes de julio y que dedica sus 95 metros cuadrados de ambiente cálido y envolvente a “reposar y dejarse llevar”, tal y como se traduce de su nombre (jazz, en catalán) y que también ofrece un estupendo café de especialidad.
Más exclusivo en el terreno nocturno, Oblicuo (Carrer de la Riera de Sant Miquel 59) ha sido el último en incorporarse a la Ciudad Condal haciendo gala de un perfil más alternativo al espíritu del disco-club, y ofreciendo una cuidada selección de coctelería de autor y vinos naturales. Además, desde hace un tiempo Cloud 9 Sound System se ha confirmado como la fiesta por excelencia para audiófilos, gracias en parte a la inspiración que arrojó las de David Mancuso con el formato neoyorkino de The Loft.

También con el Public Records original de Brooklyn, uno de los precursores al otro lado del charco, Brilliant Corners (en Londres), y Studio Tule (en Tokio) en el punto de mira, Casa Neutrale dio forma al concepto de Casa Música. “Estas referencias son proyectos honestos, con pasión detrás y no por modas”, dicen desde el madrileño local de la calle San Mateo. Los creadores de la marca Neutrale y Wine Bar se han querido diferenciar de este local con un concepto más unido a la comida y al ambiente; mientras que el último es un bar más de vinos “con una selección que cambia semanalmente y un equipo muy cercano con el cliente, que te recuerda un poco a la conexión que se vivían antes con el bar al que nuestros padres solían ir de continuo”, Casa Música es un lugar “donde la comida, la música, el trato y el espacio tienen la misma importancia”, explican. Así, la chef Vero Gómez diseñó su propuesta de carta, que posteriormente desde el local han ido adaptando cada temporada, y en un horario que comienza a las 19.30 (y donde la primera cena se sirve a las 20hs).
Con la estética como uno de los platos fuertes, han trabajado de la mano de Diir para un toque único y distintivo que, según definen, es producto de una “relación directa de varios años trabajando juntos”. Por último, y con la curación musical como bandera, se han alineado con el dj y amigo de la casa Foie Gras para “diseñar el line up musical de selectos y djs de esta sede”, también en el barrio de Justicia, y “no solo disfrutar del talento local que pasa por Casa Música, sino también con la intención de aportar nuestro granito de arena en la cultura de la ciudad”.

Tal y como se prueba en la capital británica, donde precisamente Brillant Corners abriese la veda con platos de estilo izakaya, vinos y cócteles en 2013, el éxito de este formato reside en, precisamente, nutrir el músculo local a nivel cultural y social. Aunque también, la ausencia de una pista de baile como tal ha sido parte del éxito de All My Friends (en Hackney Wick), que también destaca por su selección, además de vinilos, de vino natural y craft beer en un entorno desenfadado. Sin dejar el Este, Bambi ofrece una alternativa más tranquila quizá para diario, con su gastrobar y sesiones de jueves bautizadas como “dinner & DJs”, aunque el ambiente se anima considerablemente con sus sesiones de baile del fin de semana.
En el lado opuesto de la ciudad, el sótano de Nipperkin (en Mayfair) alberga un restaurante y una sala donde reinan sus vinilos expuestos al más puro estilo de los espacios japoneses que se popularizaron en los años 50. Tanto casi como la inspiración detrás de Goodbye Horses (en Islington), visible desde su aspecto de antiguo pub con larga barra de roble, hasta su inmensa colección de vinilos que evoca a los auténticos listening bars de Tokio.
No lejos demasiado lejos, Spiritland (King’s Cross) se antoja como un original espacio que combina cafetería, bar y estudio de radio (gracias, en parte, a su sistema hi-fi y tranquilo ambiente).

Un poco más al sur, en London Bridge, se esconde Nine Lives: una pequeña joya que mezcla tapas mexicanas con una cuidada selección musical en una sala con altavoces personalizados. Y tan solo a algunos metros, entre las estaciones de Barbican y Farringdon, nos topamos con Spacetalk, quizá el más moderno de los conceptos personificado en un moderno bar inaugurado el pasado año y cuya cabina del DJ semicircular y hundida en la parte trasera del local no tiene nada que envidiar a su sistema de escucha altamente estético.
Una amalgama concluyente de ecosistemas en alza que, con la música como bandera, buscan abrazar unos nuevos hábitos de consumo sociales y culturales pero también, cada vez más, personales.


