Margrethe Vestager, que en su día fue la reguladora más temida de Europa y la mujer que hizo temblar a Silicon Valley, ahora se encuentra bajo un foco de atención completamente diferente: esta vez como imagen de su propia línea de calzado.
La política danesa de 57 años, que ocupó dos veces el cargo de comisaria de Competencia de la UE y que impuso a Apple una multa récord de 14.000 millones de euros por exenciones fiscales ilegales, ahora es modelo de zapatos diseñados en su honor.
Esta semana, las vallas publicitarias de Copenhague han presentado el botín Margrethe, parte de la “Power Collection” de la marca danesa Roccamore, que rinde homenaje a las mujeres poderosas que “se atreven a plantar cara a la tormenta, marcar una nueva agenda y hacerlo todo con la espalda recta y estilo”.
De las batallas de Bruselas a las vallas publicitarias
Vestager pasó una década en Bruselas como zar antimonopolio de la UE, enfrentándose a gigantes tecnológicos como Google, Amazon y Apple con una serie de sentencias históricas. Su reputación de cruzada le valió incluso un papel en la cultura pop: inspiró la exitosa serie política danesa Borgen.
Uno de sus momentos más destacados llegó cuando Donald Trump se burló de ella llamándola “esa señora de los impuestos que realmente odia a Estados Unidos” tras su sonado caso contra Apple. Para muchos en Washington, ella encarnaba una agenda agresiva de Bruselas decidida a frenar el poder corporativo estadounidense.
Ahora, en lugar de enfrentarse a Silicon Valley, protagoniza anuncios publicitarios de unas botas de tacón bajo que llevan su nombre. Las “botas Margrethe” se venden por 440 euros y están disponibles en color roble, burdeos y negro.
Un homenaje en cuero
Roccamore describe el diseño como un homenaje a Vestager y a las mujeres que lideran en momentos de presión. “Una líder decidida y figura internacional que ha puesto a Dinamarca en el mapa mundial con su voz clara, su integridad inquebrantable y su valentía para asumir responsabilidades en los escenarios más importantes”, destacan en la web de la firma.
Con un tacón de cuatro centímetros, “garantiza que la bota Margrethe sea perfecta tanto para la oficina como para eventos posteriores en los que desees mantener un estilo sofisticado pero relajado”, describen sobre la comodidad del botín.
Para Vestager, que en su día estuvo en el centro de las batallas corporativas más polémicas de Europa, el homenaje supone su transformación de reguladora inflexible a figura cultural. Las vallas publicitarias que se ven en Copenhague muestran a la excomisaria posando con las botas, con el mismo estilo sobrio y seguro que caracterizó su etapa en el cargo público.
¿Qué viene después del poder?
La trayectoria política de Vestager ha sido seguida de cerca en Dinamarca y en el extranjero. Antes de Bruselas, fue viceprimera ministra y líder del Partido Social Liberal danés, de centro. Durante su mandato en la UE, se ganó una reputación de firmeza y claridad, lo que le valió aparecer en la lista de las 100 personas más influyentes del mundo de la revista Time en 2017 y del Financial Times en 2024. Sin embargo, el año pasado, tras dos mandatos, no fue elegida para un tercer mandato en Bruselas. En su lugar, se presentó —y finalmente perdió— a la campaña para dirigir el Banco Europeo de Inversiones. Más tarde regresó para terminar su mandato en la Comisión antes de ceder el puesto a la española Teresa Ribera, ahora nueva responsable de Competencia de la UE.
En una biografía publicada en diciembre, Vestager afirmó que «no tenía planes» de presentarse a las elecciones en Dinamarca, optando en su lugar por el liderazgo académico como presidenta del consejo de administración de la Universidad Técnica de Dinamarca (DTU).
Queda por ver si las “botas Margrethe” se convertirán en un éxito de ventas. Pero para una mujer que en su día fue descrita por Trump como la “señora de los impuestos” de Europa, supone un cambio sorprendente: pasar de enfrentarse a corporaciones de billones de dólares a protagonizar una declaración de moda de 440 euros. Para Vestager, al parecer, hay vida después de Bruselas, y viene en tacones de cuatro centímetros.