Guerra en Gaza

El miedo y la incertidumbre en Gaza tras las órdenes de evacuación: “Podrían perder sus bebés o morir”

La educadora y consejera de MSF, Lina Batniji, relata con crudeza la angustia de las familias sin la posibilidad de huir a un destino seguro

La ciudad de Gaza atraviesa uno de sus momentos más críticos tras las nuevas órdenes de evacuación emitidas por el Ejército israelí, que ha declarado la capital entera como “zona peligrosa de combate”. Entre los más afectados se encuentran las mujeres embarazadas, especialmente aquellas con cesáreas programadas en hospitales ahora inalcanzables. La educadora y consejera de Médicos Sin Fronteras (MSF), Lina Batniji, relata con crudeza la angustia de las familias que enfrentan la posibilidad de huir sin destino seguro.

“Tenemos mujeres con cesáreas programadas en zonas que han recibido la orden de evacuación; si se ven obligadas a desplazarse durante el trabajo de parto, podrían perder sus bebés o morir”, advierte Batniji.

Las dificultades para evacuar

La situación humanitaria en la Franja se deteriora a pasos acelerados. En los últimos días, Israel ha demolido al menos cinco torres residenciales en la capital —entre ellas Al Mustaha, Al Sousi, Al Roya 1 y 2, y Al Salam— además de decenas de edificios de menor altura. El portavoz militar Avichay Adraee anunció en la red social X que el Ejército bombardeará la torre Taiba 2 “debido a la presencia de infraestructura terrorista de Hamás”, dirigiendo la orden de desplazamiento hacia los barrios de Al Rimal y el Puerto de Gaza. La población, según las autoridades israelíes, debe desplazarse a la zona de Mawasi, en la costa sur, donde ya se hacinan cientos de miles de personas en condiciones precarias.

Frente a este panorama, Lina Batniji describe la desesperación de las mujeres embarazadas que no cuentan con transporte para evacuar: “Habrá quien se pregunte por qué estas mujeres no se fueron antes. Pues la respuesta es bien sencilla: el transporte cuesta más de lo que la mayoría de las personas pueden pagar. Aquí la gente ni siquiera tiene dinero para comprar la poca comida que hay disponible”.

“Pensé que nuestro sufrimiento había terminado”

El temor no solo afecta a quienes necesitan atención médica urgente. La población civil en general enfrenta la incertidumbre de abandonar hogares destruidos, trasladarse a campamentos abarrotados y sobrevivir sin acceso a servicios básicos. “Pensé que nuestro sufrimiento había terminado cuando regresamos a la ciudad de Gaza durante el alto el fuego. Habíamos aceptado la guerra, aceptado que volvería. Pero ¿ser forzados a dejar la Ciudad de Gaza de nuevo? Eso ha roto algo en nosotros”, confiesa Batniji.

Una mujer corre a refugiarse mientras sale humo del edificio residencial Al-Roya tras un ataque aéreo israelí en el oeste de Ciudad de Gaza
EFE

Las denominadas “zonas humanitarias” tampoco ofrecen una solución real. Lina asegura que las familias que llegan a ellas encuentran únicamente hacinamiento, suciedad y enfermedades. “¿Dónde están esas supuestas zonas humanitarias? ¿Alguien las ha visto? Porque cuando intentamos ir a esas supuestas zonas seguras, no encontramos nada. No hay espacio, no hay seguridad. Solo hacinamiento, enfermedades y suciedad”.

Su testimonio refleja una pérdida profunda de esperanza: “Nos dirigimos hacia lo desconocido, hacia la nada, solamente con las cosas que pudimos salvar de nuestros hogares destruidos. Nos sentimos como una carga para este mundo. Y honestamente, la muerte parece más sencilla que este camino de desplazamiento. Ya no es algo que temamos. Morimos un poco más cada día”.

Palestinos inspeccionan los daños cerca de la Torre Harmony tras un ataque aéreo israelí en el oeste de la ciudad de Gaza.
EFE

“¿Es demasiado pedir?”

El relato de Batniji se enmarca en un conflicto que ha dejado a la población civil atrapada entre la violencia y la falta de alternativas. A las dificultades del desplazamiento se suman la falta de agua potable, de electricidad y de instalaciones sanitarias mínimas. “Pido un espacio; un lugar con un baño. ¿Es demasiado pedir? ¿Es una fantasía pedir agua limpia, un baño, cuatro paredes para proteger a mis hijos de las bombas, el calor, el frío y las enfermedades?”, cuestiona.

La voz de Lina pone rostro y dolor a las cifras que circulan en los comunicados oficiales. Su experiencia muestra la vulnerabilidad extrema de las familias que deben abandonar la capital sin un lugar seguro al que dirigirse. “Me voy de este lugar que tanto amo, dejo este cielo que he conocido, este aire que me conoce. Me voy como si hubiera arrojado mi alma dentro de la ciudad de Gaza y fuera solamente mi cuerpo el que se aleja caminando”, concluye.

Su testimonio, desgarrador y contundente, expone no solo la urgencia de asistencia humanitaria real, sino también la necesidad de replantear qué significa protección de civiles en un contexto donde ni siquiera las llamadas “zonas seguras” garantizan dicha seguridad.

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