Editorial

Gaza y el silencio que nos condena

Israel, la única democracia en Oriente Próximo, debe comportarse como tal. Lo que hace hoy el Gobierno de Benjamin Netanyahu en Gaza ha traspasado todos los límites morales y legales

Editorial sobre Gaza
Gaza y el silencio que nos condena
KiloyCuarto

La humanidad encara hoy una de las mayores tragedias del siglo XXI: Gaza. Lo que ocurre en ese estrecho territorio del mundo no es sólo una catástrofe humanitaria, sino -posiblemente- el crimen de todos los crímenes: el genocidio.

Los terribles atentados cometidos por Hamás el 7 de octubre de 2023 en territorio israelí fueron atroces y merecían una respuesta por parte de Israel. Pero ninguna barbarie puede justificar otra. El derecho internacional humanitario existe precisamente para limitar el uso de la fuerza, incluso en los momentos más oscuros. Lo que hace hoy el Gobierno de Benjamin Netanyahu en Gaza ha traspasado todos los límites morales y legales. Ejecuta una política de aniquilación sostenida, amparada bajo el paraguas de la legítima defensa. Pero el exterminio de una población civil jamás será legítima defensa.

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El niño palestino Yazan Abu Foul, de dos años, es cuidado por su madre Naima, ya que sufre de desnutrición grave
Efe

Israel, autoproclamada la única democracia verdadera en Oriente Próximo, debe comportarse como tal. Y una democracia no puede usar la democracia como coartada para vulnerar el derecho a la vida, al alimento, a la dignidad. Si persiste en esta dirección, la comunidad internacional, incluida la UE, no solo tiene el derecho, sino el deber de repudiar y sancionar a su Gobierno.

Más de 60.000 muertos en Gaza

Más de 60.000 personas han muerto en Gaza desde el inicio de la ofensiva israelí. La cifra estremece, aunque no muestra todo el horror. Además, según datos de la ONU, al menos 63 gazatíes -24 de ellas menores de cinco años- han muerto en julio por inanición. En paralelo, más de 1.300 personas han sido asesinadas cuando intentaban acceder a los polémicos centros de ayuda humanitaria GHF. Gaza no solo está siendo bombardeada, sino también matada de hambre.

Es en este contexto donde debemos mirar con detenimiento la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio de 1948, impulsada por Rafael Lemkin tras el horror nazi. Esta convención -nacida apenas un día antes de la Declaración Universal de los Derechos Humanos- define el genocidio como ciertos actos cometidos con intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso.

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El niño palestino Yazan Abu Foul, que sufre de malnutrición, junto a su madre Naima, en el campo de refugiados Al Shati, al este de Gaza.
EFE

Entre esos actos se incluyen: la matanza, la lesión grave, el sometimiento a condiciones de existencia que lleven a su destrucción, la imposibilidad de reproducirse o el traslado forzado de niños. Si uno revisa el patrón de conducta del Gobierno israelí en Gaza -bombardeos sistemáticos, destrucción de hospitales, escuelas, viviendas y hasta clínicas de FIV, bloqueo total de alimentos y medicinas, desplazamientos forzados masivos y declaraciones públicas que deshumanizan a los gazatíes- no es descabellado afirmar que podría estarse configurando un genocidio.

Cuando la barbarie se normaliza en Gaza

Lo que convierte a este crimen en el más grave es su intencionalidad específica. Y aunque esa intención sea difícil de probar jurídicamente, los indicios actuales resultan abrumadores. Las acciones sistemáticas, sostenidas en el tiempo, que afectan indiscriminadamente a la población civil, pueden dar lugar a una inferencia clara sobre el propósito final: destruir al pueblo palestino en Gaza.

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Los cadáveres de varios palestinos yacen en el hospital Al-Shifa tras haber sido asesinados a tiros en un punto de distribución de alimentos
Efe

Benjamin Netanyahu y el ala ultraderechista que lo sostiene en el poder son hoy una amenaza directa no solo para la región, sino para los valores universales que dicen defender. No podemos permitir que el mundo que dejemos a nuestros hijos sea uno donde la barbarie se normaliza mientras los organismos internacionales miran hacia otro lado.

La comunidad internacional debe actuar ya. Como recordaba el Premio Nobel de la Paz y superviviente del Holocausto, Elie Wiesel: “Dondequiera que hombres y mujeres sean perseguidos por su raza, religión o puntos de vista políticos, ese lugar debe -en ese momento- convertirse en el centro del universo”. Gaza es hoy ese lugar. Y si no lo entendemos, habremos fallado como civilización.