La gira del presidente Donald Trump por Oriente Medio ha puesto de manifiesto, una vez más, la alarmante escasez de mujeres en puestos de liderazgo en las monarquías del Golfo así como en Siria. La ausencia total de encuentros con mujeres líderes durante su viaje ha generado críticas y resalta la persistente desigualdad de género en la región.
En la lujosa recepción que tuvo el presidente estadounidense Donald Trump en Riad, hubo una sonada ausencia: ningún alto cargo político femenino estuvo presente en las reuniones. Solamente, dos mujeres empresarias acompañaron a la delegación norteamericana.
La visita, centrada en las relaciones políticas y sobre todo económicas y que ya ha cerrado contratos millonarios en Riad, omitió por completo cualquier interacción significativa con mujeres influyentes en los países visitados. Esta omisión no sólo refleja la realidad de la limitada participación femenina en los círculos de poder, sino que también cuestiona el compromiso real de estas naciones con la igualdad de género.

En las monarquías del Golfo, donde las estructuras de poder están fuertemente consolidadas en manos de hombres, la ausencia de mujeres en posiciones de toma de decisiones es particularmente significativa. Las reformas sociales, a menudo presentadas como progresistas, no se han traducido en una verdadera representación femenina en los niveles más altos del gobierno o en los sectores empresariales.
Oportunidad perdida
La situación en Siria, es aún más preocupante. A pesar de las promesas internacionales de promover los derechos de la mujer en el contexto de la posguerra, la realidad es una falta de protección y una marginación continua. La ausencia de cualquier llamamiento por parte de Trump a una mayor apertura y protección de las mujeres sirias durante su mandato, revela una preocupante falta de atención a esta vulnerabilidad. La guerra ha exacerbado las desigualdades preexistentes, dejando a las mujeres sirias expuestas a la violencia, la discriminación y la falta de oportunidades.
La reunión bilateral, donde el príncipe heredero saudí Mohamad Bin Salman (MBS) ejerció de anfitrión, estuvo marcada por la ventana de oportunidad ofrecida por Trump, que pretende levantar el férreo bloqueo económico impuesto durante décadas a la Siria dominada por la familia Asad. El encuentro supuso la primera reunión entre presidentes de ambos países en 25 años.
Durante la reunión de Trump con el presidente de transición sirio, Ahmed al Sharaa, antiguo miembro de Al Qaeda hoy al frente del país tras la caída de Bachar al Asad, el magnate republicano dio al dirigente cinco instrucciones, según la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt.

Por un lado, que Siria firme los Acuerdos de Abraham para normalizar las relaciones con Israel. Decir a todos los “terroristas extranjeros” que abandonen Siria. También señaló que los “terroristas palestinos” deben ser deportados. Asimismo pidió a Al Sharaa, líder de Hayat Tahrir al Shar (HTS), que ayude a Estados Unidos a frenar el resurgimiento del Estados Islámico. También deben asumir la responsabilidad de los centros de detención relacionados con los yihadistas en el noreste de Siria. Hasta hace poco se encargaban las fuerzas YPG apoyadas por Estados Unidos. Pero ni rastro a hacer alguna concesión o proteger a las mujeres en la nueva Siria ni que se respete a las minorías.
El Gobierno sirio por su parte señala la “importancia de que se levanten las sanciones” para el país. Sharaa calificó de “histórico” el levantamiento de las sanciones a Siria por parte de Washington y consideró que con este paso comienza el renacimiento del país árabe.
“El renacimiento de Siria”
“Compatriotas sirios, aún nos queda mucho camino por recorrer. Hoy ha comenzado un trabajo serio, y con él, el renacimiento de la Siria moderna. Juntos construiremos Siria hacia el progreso, la prosperidad, el conocimiento y el trabajo”, indicó el mandatario en un discurso televisado tras su regreso de Arabia Saudí y verse con Trump.
Ahmad al-Shaara, que en el pasado tenía una recompensa de 10 millones de dólares sobre su cabeza ofrecidos por Washington, fue elogiado por Trump. “Es un joven atractivo y fuerte, con un duro pasado, es un luchador”, espetó ante la sorpresa de los reporteros. El líder de los rebeldes islamistas sirios, responsables de tumbar el régimen de Bachar al Asad, militó en facciones próximas a Al Qaeda, y luchó contra las fuerzas de ocupación estadounidenses en la guerra de Irak.
Buena parte del liderazgo árabe regional apoya la estabilidad del nuevo gobierno de Damasco, ya que buscan evitar que Irán retome la influencia que ejerció en el país durante décadas. No obstante, Netanyahu insiste en que fuerzas leales a Al Shaara podrían perpetrar desde la frontera norte un ataque similar a la masacre de Hamás del 7 de octubre de 2023.
Trump, que ahora cataloga al dirigente sirio de “líder real y estupendo”, está redefiniendo los intereses de EE UU en la región. En un viaje donde no pisará Israel, está apostando por reinstaurar el pacto nuclear con Irán, su administración ha negociado directamente con Hamás para lograr la liberación del último rehén norteamericano en Gaza, y está cerrando millonarios negocios con Qatar, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Arabia Saudí.
Ya en Doha, Trump pidió ayuda a Qatar para empujar a Irán a un acuerdo nuclear, ya que la opción “no amigable es un camino violento que no quiero”, reiterando un llamado común pare presionar a Teherán en su gira por los países del Golfo.
“Negociar un acuerdo con Irán es con diferencia el camino más amigable. Solo hay dos caminos: el amigable y el no amigable y el no amigable es un camino violento”, advirtió Trump en unas palabras durante la numerosa cena de Estado en el palacio Lusail de Doha organizada en honor del presidente estadounidense por el emir catarí, Tamim bin Hamad Al Thani.