Donald Trump aterrizó este martes en Riad, la capital de Arabia Saudí, para iniciar una gira regional en el Golfo Pérsico, donde centrará su agenda en impulsar acuerdos económicos. En su visita de cuatro días, que le llevará además a Qatar y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), el presidente estadounidense evitará ahondar en crisis regionales como la guerra de Gaza o la negociación del pacto nuclear con Irán.
El viaje arrancó con la crisis por la aceptación de un lujoso avión por parte de la familia real qatarí, que se convertirá en el próximo “Air Force One”, el avión presidencial estadounidense. Preguntado por la polémica desatada por la aceptación de millonarios regalos por parte de un país que promueve agendas dobles -Qatar es de los mayores financiadores del islamismo radical y de grupos armados yihadistas-, Trump consideró que sería “estúpido” no aceptar el ofrecimiento. Además, añadió que se trata de una “transacción muy pública y transparente”.

Los principales acompañantes de Trump en su gira regional dejan claro cuales son las prioridades. Además del secretario de Estado, Marco Rubio, o el secretario de Defensa, Pete Hegseth, en la comitiva participan el CEO de Tesla y asesor del presidente Elon Musk, así como otros influyentes empresarios, como el CEO de BlackRock Larry Fink o la CEO de Citigroup Jane Fraser. Según afirmó a sus asesores, Trump aspira a firmar acuerdos por valor de más de un trillón de dólares.
Agasajado por los autócratas
En su primera parada, el presidente estadounidense fue recibido con pompa por el príncipe heredero saudí Mohamed Bin Salman (MBS). Entre otros acuerdos, Trump firmó un paquete armamentístico por valor de unos 1.420 billones de dólares, que podría incluir diversas armas novedosas, incluido un avión de transporte C-130. Asimismo, el mandatario republicano, cerró un acuerdo con Humain, la nueva empresa estatal de IA de Arabia Saudí, para construir infraestructuras de Inteligencia Artificial en el reino utilizando varios “cientos de miles” de los chips más avanzados de Nvidia en los próximos cinco años.
A diferencia de la visita de Joe Biden en 2022, donde el entonces presidente fue recibido por autoridades de bajo rango, Trump fue recibido por MBS en una sección VIP del aeropuerto internacional de Riad, con asientos dorados y columnas de mármol. Biden amenazó al reino saudí de convertirlo en un estado “paria” tras la crisis abierta por el asesinato del periodista saudí crítico Jamal Khashogi, en una operación supuestamente ordenada por MBS y perpetrada en el consulado saudí en Estambul.
Sobre la mesa está el debate sobre el posible desarrollo de energía nuclear por parte del régimen saudí, lo que abriría las puertas a una carrera nuclear en Oriente Medio. Su gran enemigo con quien se disputa el liderazgo regional, el régimen de los ayatolás en Irán, empezó a enriquecer uranio hace años.
El Gobierno de Israel sigue presionando a la Casa Blanca para ordenar un ataque militar sobre las instalaciones nucleares iraníes, pero Trump parece centrado ahora en reanudar un acuerdo con Irán para limitar su enriquecimiento de uranio. Fue el propio Trump quien se retiró en 2018 del pacto nuclear firmado por Barack Obama en 2015.
Trump levanta las sanciones a Siria
Asimismo, Trump aprovechó su visita a Riad para comprometerse a levantar las sanciones de Estados Unidos a Siria. Una medida que las nuevas autoridades del país consideraron cruciales ya que les permitirá abordar la reconstrucción tras casi 14 años de guerra.
“Ante nuestros ojos, una nueva generación de líderes está trascendiendo conflictos antiguos, cansados de divisiones pasadas, y que están forjando un futuro donde Oriente Medio es definido por el comercio y no el caos; donde se exporta tecnología y no el terrorismo, donde la gente de diferentes naciones, religiones y credos construye ciudades en lugar de bombardearse”, admitió el magnate republicano al inicio de su primer viaje internacional de su segundo mandato.
La llegada de Trump a Arabia Saudí sirvió para inaugurar el Foro de Inversión EE-UU-Arabia Saudí, donde se celebró el vínculo histórico entre ambos países, marcado por la venta de petróleo saudí a Washington. Durante los encuentros en Riad, Doha o Dubái, Trump pretende sellar acuerdos con las monarquías árabes, que acumulan trillones de dólares en propiedades por todo el mundo.
Además de acuerdos armamentísticos, los pactos empresariales se centrarán en áreas como la inteligencia artificial o compañías de producción de energía. Por otro lado, MBS ya avanzó su intención de invertir unos 600 mil millones de dólares en EE UU durante los próximos cuatro años, mientras que los Emiratos también prometieron inversiones por valor de 1,4 billones de dólares.
Riqueza personal
El viaje de Trump está bajo escrutinio y genera polémica, ya que se vincula sus prioridades geoestratégicas a los intereses económicos de su familia y su entorno. La familia Trump tiene en marcha seis contratos con una empresa inmobiliaria de propiedad saudí, un pacto con una firma de criptomonedas asociada al gobierno emiratí, o un resort de lujo con campo de golf impulsado por la monarquía de Qatar.

Durante la firma de un memorando conjunto saudí-estadounidense en el palacio real de Riad, se anunció expandir la “cooperación en el campo de la energía”, así como la “cooperación en el terreno de la minería y los recursos naturales”. Además, se profundizará la colaboración para proveer “munición, entrenamiento, mantenimiento, mejora de servicios y mejores en los sistemas aéreos de la Guardia Nacional saudí”.