Violencia sexual

Las víctimas de Jeffrey Epstein exigen justicia en Washington

"Pueden engañar a la opinión pública, pero nosotras tenemos los nombres", denuncian las supervivientes de la red sexual frente al Capitolio de EE UU

Víctimas
Las supervivientes del escándalo de tráfico sexual de Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell, Anouska De Georgiou y Danielle Bensky se abrazan en el Capitolio
Efe

Frente al Capitolio, un grupo de mujeres víctimas de los abusos de Jeffrey Epstein tomaron la palabra frente a legisladores, prensa y público con lágrimas, con rabia, pero sobre todo con una claridad inquebrantable ante la impunidad de una situación donde se siguen tapando a los agresores cuando son influyentes y poderosos.

Sobre un atril con la inscripción Epstein Files Transparency Act, se podían leer pancartas que decían Release the Files y, entre ellas, cinco mujeres sosteniendo letras gigantes que deletreaban SHAME. Vergüenza de las instituciones que permitieron que un depredador sexual operara durante décadas protegido por su dinero y sus conexiones. “Tenía solo 14 años cuando conocí a Jeffrey”, relató Marina Lacerda, identificada en los tribunales como “Menor Víctima 1”. Era la primera vez que hablaba en público. “Ese verano trabajaba en tres empleos para ayudar a mi madre y a mi hermana. Un amigo del vecindario me dijo que podía ganar 300 dólares dando un masaje. Pasó de ser un trabajo soñado a la peor pesadilla”. Con la voz quebrada, Lacerda contó cómo, entre los 14 y los 17 años, fue explotada sexualmente hasta que Epstein le dijo que ya era “demasiado mayor”. Su testimonio desnudó un sistema que convierte a las niñas pobres en objetos desechables de los depredadores.

Annie Farmer, hoy de 46 años, narró su propia experiencia: “En 1996, con 16 años, fui llevada a Nuevo México. Fui agredida allí. Mi hermana denunció lo que pasó, pero nada se hizo. Treinta años después seguimos preguntándonos por qué no se investigó, por qué Epstein y sus cómplices pudieron dañar a cientos, quizás miles, de niñas y jóvenes”. Jess Michaels, abusada en 1991, resumió un sentimiento compartido por muchas. “Durante años pensé que era la única. No lo era”. El Departamento de Justicia estima que hubo al menos mil víctimas. “¿Conoces a mil personas? Imagina la magnitud. ¿Podría alguien aceptar que un crimen así quede impune en su comunidad? Yo creo que no”, agregó Liz Stein, otra sobreviviente.

Víctimas
Supervivientes de Jeffrey Epstein como Marina Lacerda lloran frente al Capitolio
Efe

La conferencia fue convocada por los congresistas Thomas Massie (republicano de Kentucky) y Ro Khanna (demócrata de California), quienes impulsan el Epstein Files Transparency Act. La medida busca obligar al Departamento de Justicia a liberar todos los documentos sobre el caso. Massie fue directo. “Nos piden creer que dos individuos crearon cientos de víctimas y actuaron solos, y que el Departamento de Justicia no sabe quién más estuvo involucrado. El pueblo estadounidense sabe que eso no es verdad”.

Khanna, por su parte, destacó la presión proveniente incluso de sectores conservadores. Reconoció a representantes como Marjorie Taylor Greene, Nancy Mace y Lauren Boebert, quienes se unieron a la petición. “Cuando se trata de proteger a las mujeres, no puede haber líneas partidistas”, señaló.

Ellas tienen su propia “lista Epstein”

Aun así, la resistencia interna es enorme. Todos los demócratas se comprometieron a firmar, pero aún faltan varios republicanos para alcanzar las 218 firmas necesarias. Mientras tanto, el Gobierno liberó 33.000 páginas de documentos que, según legisladores, eran en un 97% información ya pública. “Después de 20 años de espera, seguimos sin respuestas”, denunció Haley Robson, víctima desde los 16 años. “Pueden engañar a la opinión pública, pero nosotras tenemos los nombres. Conocemos los juegos, conocemos a los jugadores. Y se acabó”.

Epstein
Una de las víctimas de Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell, Annie Farmer, habla frente al Capitolio
Efe

Lo ocurrido en Washington va más allá de un caso judicial. Es un recordatorio de cómo las estructuras de poder —políticas, económicas, mediáticas— sostienen la violencia sexual contra mujeres y niñas. Epstein no fue un monstruo aislado; fue la cara visible de un entramado de complicidades. “Muchos participaron en el abuso, y otros miraron hacia otro lado porque les convenía tener acceso a su dinero y a su círculo”, dijo Farmer. Para Lisa Phillips, llevada a la isla privada de Epstein, la respuesta está en manos de las propias sobrevivientes. “Sabemos los nombres. Juntas, como supervivientes, vamos a compilar la lista que el Gobierno no se atreve a mostrar. Será hecha por nosotras y para nosotras”.

En este gesto de autodefensa feminista —las mujeres organizándose para registrar la verdad cuando el Estado falla— existe un eco político potente como un movimiento que exige dignidad.

epstein
Un grupo de apoyo a las supervivientes de Jeffrey Epstein se manifiesta frente al Capitolio
Efe

“Estamos en una sororidad a la que ninguna pidió unirse, pero hoy estamos aquí, más fuertes y unidas, porque nuestra voz colectiva es poderosa”, dijo Stein. Y remató: “Esto no es un tema partidista. Es un crimen. El crimen de la trata sexual. Y los criminales deben rendir cuentas”.

Manipulación política y desprecio

Mientras las mujeres narraban su dolor, Donald Trump, quien en el pasado socializó con Epstein, desestimó el tema como un “engaño demócrata”. Sus palabras fueron recibidas con indignación.
“Señor presidente, esto no es una farsa. Somos seres humanos reales. Este es un trauma real”, respondió públicamente Robson. “Lo invito cordialmente a reunirse conmigo en el Capitolio para que entienda que esto no es un invento. No somos un número, somos mujeres”.

La ausencia más dolorosa en la conferencia fue la de Virginia Roberts Giuffre, una de las denunciantes más visibles, quien se suicidó a los 41 años en abril. Su hermano, Sky Roberts, habló en su nombre. “Virginia luchó por la verdad. Luchó por exponer un sistema que permitió a los ricos y poderosos explotar a niñas sin consecuencias. Peleó por cada sobreviviente silenciada, y nunca se rindió, aunque el mundo intentó quebrarla”.

Su familia exigió que Ghislaine Maxwell, cómplice de Epstein ya condenada, permanezca en una prisión de máxima seguridad “sin indultos, sin acuerdos, sin privilegios”.

Epstein
Las supervivientes de Jeffrey Epstein Marina Lacerda y Anouska De Georgiou se abrazan
Efe

Lo ocurrido en Washington es un recordatorio de que la violencia sexual no es solo un crimen individual, sino un dispositivo de poder que se sostiene en la complicidad de las instituciones.
Las víctimas de Epstein exigen ser protagonistas en la reconstrucción de la verdad. Como dijo una de ellas. “Nosotras conocemos sus secretos”. En tiempos en que los discursos reaccionarios intentan deslegitimar el feminismo, este episodio es también un recordatorio de su necesidad.

No es un asunto de partidos, como repitieron una y otra vez las víctimas de Epstein. Es un asunto de humanidad.