La primera dama de Francia, Brigitte Macron, se prepara para dar un paso inusual en el terreno judicial: presentar pruebas científicas y documentales ante un tribunal estadounidense para poner fin a las teorías que circulan sobre su identidad de género.
El caso surge de una demanda por difamación interpuesta junto a su esposo, el presidente Emmanuel Macron, contra la comentarista conservadora estadounidense Candace Owens, quien ha difundido en sus plataformas la versión de que la primera dama habría nacido hombre.
Una batalla legal internacional
Los abogados de la pareja presidencial han confirmado que presentarán evidencia científica, imágenes y testimonios periciales para demostrar que las acusaciones son falsas. Para los Macron, este paso no solo responde a la necesidad de aclarar una mentira que lleva años circulando, sino también a los daños personales y familiares ocasionados por la difusión de este tipo de rumores.
Owens, una de las voces más conocidas de la derecha en EE.UU. y con gran repercusión en redes sociales, ha insistido en mantener sus declaraciones, amparándose en la libertad de expresión. Su equipo legal, además, ha solicitado que el caso se desestime en el estado de Delaware, donde fue presentado, al considerar que no guarda relación con sus actividades empresariales.

Los orígenes de la polémica
Las versiones que cuestionan a Brigitte Macron no son nuevas. Surgieron en Francia en 2021, a través de un video en YouTube difundido por dos ciudadanas francesas que acusaban a la primera dama de ocultar su identidad. Aunque los Macron iniciaron entonces acciones legales en su país y obtuvieron inicialmente un fallo favorable, la sentencia fue revocada en apelación en 2025, bajo el argumento de proteger la libertad de expresión, sin entrar a valorar la veracidad de los hechos.
Lejos de apagarse, estas teorías encontraron un nuevo altavoz en Owens, que desde 2024 llegó incluso a afirmar que pondría en juego su carrera profesional para demostrar sus acusaciones.
Una exposición pública incómoda
Para el presidente francés, estas afirmaciones son más que una molestia mediática: constituyen una distracción en su labor política y un ataque a la intimidad de su familia. Su entorno asegura que, aunque Macron mantiene el foco en su agenda presidencial, no es inmune al desgaste que provocan los ataques dirigidos a su esposa.
Brigitte Macron, por su parte, ha decidido asumir el coste personal que supone exponer aspectos íntimos de su vida en una sala judicial, con el objetivo de zanjar definitivamente las especulaciones. Según su equipo legal, la primera dama está dispuesta a aportar la documentación necesaria, aun cuando ello implique una sobremediatización de su figura.
Un debate sobre los límites de la libertad de expresión
El caso se mueve en un terreno complejo, donde se cruzan los límites de la libertad de expresión en Estados Unidos con el derecho al honor y a la intimidad de las personas públicas. En este tipo de procesos, la legislación estadounidense exige probar que existió “malicia real”, es decir, que las declaraciones se hicieron a sabiendas de que eran falsas o con un claro desprecio hacia la verdad.
Los abogados de los Macron sostienen que Owens ignoró deliberadamente toda prueba que contradecía su relato y que dio espacio a voces ya identificadas como difusoras de bulos.
Una batalla con impacto político
Más allá de lo personal, esta disputa también tiene un trasfondo político. Emmanuel Macron ha señalado que detrás de estas campañas se encuentran estrategias ideológicas vinculadas a sectores de extrema derecha, que buscan desgastar su figura a través de ataques indirectos a su esposa.
Aunque el resultado judicial aún está por definirse, el caso ya se ha convertido en un fenómeno mediático internacional. De confirmarse la presentación de pruebas científicas y gráficas, será la primera vez que una primera dama francesa tenga que recurrir a este tipo de mecanismos en el extranjero para defender su identidad frente a la difusión de teorías conspirativas.


