Cuando la guerra arrasa con todo lo bello, cuando arrasa con personas, árboles y piedras, y la muerte, el olor a sangre y las huellas de la destrucción lo envuelven todo, con un cielo que llueve fuego y una tierra que ya no puede sostener a su gente, entonces comienza la historia de Wafa Ghosein. Esta mujer gazatí, de 47 años, carga sobre sus hombros con el dolor de un país y los sueños de una familia rota por la guerra. Salió de Gaza rumbo a España no para vivir, sino para salvar la vida de sus hijos, mientras su corazón permanecía allí… donde su marido sigue atrapado en el infierno, y su madre aguarda en silencio un rescate que no llega.
Wafa y sus cuatro hijos, Layan, Sulaf, Abdallah y Judy, siguen con ansiedad y temor las noticias que llegan desde Gaza. Desde que salió del enclave en enero de 2024, tras la intensificación de la ofensiva israelí, su vida quedó dividida en dos: una mitad allí y la otra aquí. No fue fácil tomar la decisión de marcharse, pero era necesaria.

Al llegar a España, se enfrentó a un mundo nuevo, con un idioma desconocido y normas diferentes. Pero su corazón seguía en Gaza. “Dejé atrás una tierra que sufre una masacre atroz, con bombardeos, hambre, bloqueo y destrucción. Dejé a mi madre Khadija, de 75 años, y a mi marido Baha, de 53. Ambos están atrapados bajo un asedio implacable y en condiciones humanitarias terribles. Me siento culpable. Es un dolor que no se va. Por mucho que intento mantenerme fuerte por mis hijos, ese sentimiento de culpa me derrumba. Ojalá las circunstancias me hubieran permitido quedarme con ellos sin temor constante”.
Las trabas en España para “sacarlos de esa zona de muerte”
Wafa y sus hijos están volcados en conseguir evacuar al padre y a la abuela. “Hemos encontrado muchas trabas para lograr el derecho a la reagrupación familiar, a pesar de haber recibido una aprobación hace más de seis meses. Fuimos a la embajada palestina para completar el proceso de evacuación que nos habían prometido, pero nunca se hizo realidad. Nos dijeron que esperásemos. Esa demora supone una carga adicional en estas duras circunstancias. El tiempo corre en contra: no solo por los bombardeos, también por el hambre y la falta de ayuda humanitaria. Aunque caigan paquetes del cielo, no es suficiente. Y hasta ahora, no he recibido ningún apoyo legal o político claro y efectivo por parte de organizaciones o autoridades en España. Esta falta de respaldo hace aún más difícil avanzar en los trámites de evacuación para sacarlos de esa zona de muerte”.

Por qué no hay evacuaciones desde Gaza a España
Sus hijas mayores han escrito varias cartas y las han enviado a todas las administraciones, sin recibir respuesta alguna. Wafaa y sus hijas han llamado a muchas puertas en su intento de reunir a la familia que la guerra ha destrozado. “En mi carta a las autoridades españolas pedí una actuación urgente para facilitar la reagrupación de mi familia. Les ruego, con respeto y esperanza, que prioricen nuestra vida y nuestra seguridad, que hagan lo posible por acelerar la evacuación de mi marido y mi madre, especialmente dada la situación humanitaria crítica en Gaza. El retraso no solo agrava nuestro sufrimiento, también pone en riesgo la vida de nuestros seres queridos. Confiamos en que puedan entender nuestra realidad y actuar en consecuencia, defendiendo nuestros derechos y nuestra dignidad. Leemos a diario sobre evacuaciones de familias palestinas desde otros países europeos, pero no desde España. ¿Por qué? Esta es la pregunta que no deja de atormentarnos. No hay una explicación razonable para que mi madre y mi marido sigan atrapados”.

La familia vive en un estado de angustia constante. La peor pesadilla para Wafa y sus hijos es cuando su padre no responde al teléfono. “Comunicarnos con mi marido y mi madre es muy difícil. Cada llamada es un rayo de esperanza, una alegría saber que siguen vivos. Pero las comunicaciones son muy inestables y, muchas veces, no conseguimos hablar con ellos. Hago todo lo posible para mantener el contacto, aunque sea a través de mensajes o llamadas entrecortadas. Sé que cada minuto de conversación es un hilo que me une a los seres que más quiero. A pesar de todo, mi corazón sigue lleno de afecto y nostalgia. Me aferro a esos momentos que compensan la distancia impuesta por esta guerra que no elegimos. Confío en que el amor y los lazos familiares son suficientes para superar esta tragedia”.
La preocupación y las ausencias
Baha, el marido de Wafa, trabaja para UNICEF. Ha perdido mucho peso y su voz al teléfono suena apagada y débil, producto del asedio que sufre Gaza desde marzo. La madre de Wafa, por su parte, sufre diabetes y no tiene acceso a sus medicamentos, especialmente los del corazón y la tensión. Su vista también está muy afectada, lo que agrava su fragilidad y su estado emocional.
Wafa confiesa que le aterra perder al marido que siempre fue un apoyo fundamental en su vida diaria. “La ausencia de Baha deja un vacío enorme, sobre todo para nuestra hija pequeña, Judy, que sufre pesadillas y vive con miedo constante. Nuestro hijo menor también ha perdido peso, afectado por la ansiedad y la preocupación por su padre. La guerra en Gaza, que vivimos durante meses antes de salir, y la ausencia de su padre han impactado profundamente en mis hijos. Viven con angustia, sin sentirse seguros. Esto se refleja en sus estudios, en sus amistades. Están tristes y preocupados la mayor parte del tiempo”.
No perder la esperanza
Aun así, “intento ser su refugio, su apoyo, y explicarles que esto es temporal, que juntos saldremos adelante. Intento reforzar en ellos la esperanza y la fortaleza. Porque al final, la esperanza es lo que alumbra nuestro camino en medio de tanta oscuridad. Esa fe en que mañana será mejor es lo que mantiene vivo nuestro vínculo con su padre. La comunicación constante y la esperanza compartida nos sostienen”.

Lo que más le marcó a Wafa fue la despedida. “Recuerdo las últimas palabras que me dijo mi marido al marcharnos. A pesar del miedo, su voz estaba llena de esperanza: ‘Diles a los niños que los quiero mucho, y que volveré para veros a salvo’. Esas palabras dejaron una huella imborrable en mí. Fueron un mensaje de amor, una promesa de reencuentro, una fuerza para seguir adelante, a pesar de todo”.
La guerra no solo mata, también separa, arrasa y rompe a las familias. Wafa no dejó Gaza por deseo, sino por la necesidad de salvar a sus hijos. No fue una elección libre, sino una huida. No abandonaron su tierra y a su familia, sino que fueron expulsados por la violencia. Hoy, aferrados a la esperanza, solo desean una cosa: volver a estar juntos.