Eterna juventud

Longevidad, la nueva obsesión colectiva

La juventud eterna ha pasado de ser un mito a un proyecto en manos de los millonarios de Silicon Valley y las clínicas y laboratorios más punteros, pero puede que la fórmula magistral la tengamos ya a nuestro alcance

Sabemos que la vida individual es finita, tan calculada que parece difícil desviarse de su curso rectilíneo desde el nacimiento hasta la muerte. Pero insistimos en ser imperecederos, tal vez porque, a pesar de todos sus desmanes, no conocemos más paraíso que la Tierra. La longevidad ocupa desde hace mucho tiempo un lugar central en la conciencia colectiva de la humanidad, pero durante siglos hubo demasiados farsantes y charlatanes, muchos ungüentos y pocos hechos. Hubo algún incauto que pensó que, al descubrir un gen que duplicaba la vida de un hongo unicelular, nos acercaríamos a una vida humana de 400 años.

Solo un 15% de las mujeres serán centenarias

Casi nadie aspiraría a eso, pero sí a frenar el envejecimiento y alargar la vida manteniéndonos en ese estallido de salud de los veinte o treinta años. Estamos asistiendo en las últimas décadas a una auténtica revolución, de manera que la esperanza de vida al nacer ha aumentado unos treinta años. La ciencia no se detiene, pero a veces nos para en seco: “Es poco probable que la supervivencia hasta los 100 años supere el 15% para las mujeres y el 5% para los hombres, lo que sugiere en conjunto que, a menos que los procesos de envejecimiento biológico puedan desacelerarse notablemente, la prolongación radical de la vida humana es improbable en este siglo”.

Es la conclusión de un análisis demográfico en las poblaciones más longevas del mundo. Entre ellas, España. La expectativa no es tan pesimista si tenemos en cuenta que a mediados del siglo XIX la vida languidecía a partir de los 20. Su investigador principal, Jay Olshansky, experto en epidemiología de la Universidad de Illinois, advierte que las predicciones sobre una extensión de la vida más allá de los cien años son poco realistas. En su opinión, desde 1990, el ser humano está alcanzando un techo biológico de 85 años. Olshansky y otros expertos sugieren que se requieren tratamientos innovadores que ralentizan el proceso de envejecimiento en sí mismo, en lugar de centrarse en curar enfermedades específicas como el cáncer o las enfermedades cardíacas.

Quienes tienen en sus manos la longevidad se muestran optimistas. Inés Egido Vollandt, socia fundadora de la clínica de medicina preventiva Longevytum, prefiere medir la longevidad más en años de vida con calidad que en años de vida. “El objetivo no es vivir más, sino vivir mejor durante más tiempo. De aquí a 2050, veremos cómo la medicina preventiva, la genómica y la inteligencia artificial transforman la manera en que envejecemos. Pasaremos de tratar enfermedades a anticiparlas y revertir procesos de envejecimiento celular”, explica.

En ello están magnates como Jeff Bezos desde Altos Labs o Sam Altman desde Retro Biosciences, por ejemplo. Invierten grandes cantidades de dinero en empresas y tecnologías que buscan revertir el envejecimiento celular, combatir enfermedades asociadas a la edad, y optimizar la salud personal mediante rutinas y suplementos específicos. Se han dado grandes pasos en medicina regenerativa, terapia génica y terapia senolítica, que elimina de forma selectiva las células senescentes o zombie que se acumulan con el envejecimiento generando inflamación y daño en los tejidos. Gracias a la inteligencia artificial, se puede hacer un seguimiento en tiempo real de los biomarcadores. Hay muchas técnicas, como terapia con células madre o con luz roja, y protocolos personalizados que integran genética, epigenética y estilo de vida para optimizar longevidad.

Esto no va de estética

Egido advierte que el reto por delante es cambiar la mentalidad. “Muchas personas siguen viendo la longevidad como algo exclusivamente estético o reservado a unos pocos. En realidad, se trata de un enfoque integral que combina biología, medicina, hábitos y tecnología. Otro desafío es mantener el rigor científico en un campo donde hay mucha información confusa o promesas poco realistas”.
En clínicas como Longevytum, se trabaja con una visión 360º del paciente: diagnóstico avanzado, medicina regenerativa, optimización hormonal, nutrición de precisión y tecnologías de bioestimulación celular. “La tecnología es clave. Utilizamos análisis genéticos, biomarcadores de envejecimiento y herramientas de inteligencia artificial que permiten personalizar cada tratamiento. No hay dos programas iguales, porque no hay dos envejecimientos iguales”, detalla.

La promoción de la longevidad está apoyada por inversiones millonarias de importantes magnates. Longevytum
Longevytum

En general, hemos asimilado más la idea de envejecer bien que la de no envejecer. Es decir, optimizar la energía y el metabolismo; burlar las enfermedades asociadas a la edad, como la diabetes, la inflamación crónica o el temido deterioro cognitivo; y reequilibrar nuestras hormonas. “La mayoría de las personas busca sentirse con energía otra vez, más que un cambio estético. Llegan preocupados por la fatiga, el insomnio, el aumento de peso o la pérdida de concentración. Una creencia errónea muy común es pensar que ‘envejecer bien’ es cuestión de suerte genética. En realidad, más del 60 % depende del estilo de vida y de intervenciones médicas adecuadas”, advierte Egido.

En su mente tiene ese momento en que logremos detener o revertir el envejecimiento biológico de forma medible. “Ese será el gran hito y es algo que ya empieza a vislumbrarse en laboratorio. En términos sociales, el reto será democratizar ese acceso, para que no sea un privilegio sino una evolución natural de la medicina”.

¿Es la longevidad la última obsesión colectiva? Y si es cierto, ¿está solo al alcance de unos pocos adinerados? “No debería ser así -responde-. La verdadera longevidad empieza con educación en salud, prevención y hábitos sostenibles. Es cierto que algunos tratamientos punteros aún son costosos, pero la tendencia es que la tecnología los haga cada vez más accesibles, igual que ha ocurrido con otros avances médicos”.

Una persona mayor realizando ejercicios con pesas

Nos alivia saber que podemos tomar el control sobre el paso del tiempo con tres pilares muy baratos: equilibrio emocional, movimiento diario y alimentación inteligente. “Podemos tener las mejores terapias del mundo, pero sin esos fundamentos, la biología no responde igual. La ciencia confirma que mente, cuerpo y metabolismo están totalmente interconectados”. Es la vieja plegaria que ya acuñó el poeta romano Juvenal en el siglo I d.C.: “Mens sana in corpore sano”.

 

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