Reacción

Lucía Bartolomé, bombera forestal, sobre el decreto de jubilación: “Todavía no hay nada que celebrar”

El coeficiente reductor que permitirá jubilarse a los 60 años es recibido con escepticismo por el colectivo: "Queda mucho por mejorar"

Lucía Bartolomé, bombera forestal en helitransportada

Después de un incendio, la expectoración de Lucía Bartolomé, bombera forestal, es negra. Así durante las cuatro horas siguientes, debido al humo y a los gases tóxicos inhalados. No es solo la mucosidad. Al quitarse la EPI (equipo de protección), las partículas quemadas están pegadas a su piel. Nos lo cuenta al pedirle una valoración del decreto aprobado el martes 16 de septiembre por el Consejo de Ministros, que reconoce por primera vez un coeficiente reductor de la edad de jubilación para los bomberos forestales, equiparando sus derechos a los de otros cuerpos de bomberos urbanos.

Este coeficiente del 0,20 significa que, por cada año completo trabajado en la profesión, la edad legal de jubilación se reduce en un 0,20%. Es decir, podrán anticiparla hasta cinco años. A modo de excepción, se podrá seis años en el caso de que se acredite un periodo de cotización de más de 35 años de actividad. El tiempo bonificado computará como cotizado a efectos del cálculo de pensión, lo que supone un beneficio directo en las prestaciones. El real decreto cierra el vacío reglamentario que había impedido aplicar esta reducción desde la aprobación de la Ley Básica de Bomberos Forestales en 2024.

“Iremos viendo cómo se desarrolla”

“Es un reconocimiento a nuestros bomberos forestales. Un decreto que establece ese coeficiente reductor para la edad de jubilación de los bomberos forestales, que son unos profesionales y además lo hemos visto especialmente durante este verano que cuentan con unas condiciones laborales y unas condiciones de trabajo durísimas”, señaló la ministra portavoz Pilar Alegría en la rueda de prensa posterior.

Lucía, que debutó con 18 años en la base de Sahechores (León), prefiere ser cauta. “Todavía no hay nada que celebrar. La ley tiene que ir tomando forma y ya iremos viendo cómo se desarrolla y qué pasa en cada comunidad autónoma. Es positivo que se vaya avanzando”. Ella es muy joven, 25 años, pero conoce bien los riesgos de su trabajo y la amenaza para la salud que implica la carga psicológica, el calor extremo, la inhalación de humo, maquinaria pesada, turnos interminables o ruidos intensos. “Una de las secuelas más tempranas son los problemas auditivos debido a la exposición prolongada a ruidos de sirenas, maquinaria de rescate, helicópteros, explosiones, motosierras y vehículos de emergencia, así como a sustancias tóxicas”, explica.

Lucía Bartolomé, en la extinción de un incendio en Castilla y León

Por lo que puede observar en las diferentes Unidades, los bomberos llegan a los 50 en excelentes condiciones si cuidan su salud y alimentación, pero coincide con los sindicatos y asociaciones de bomberos que, desde hace años, venían reclamando que se reconociese oficialmente la peligrosidad de esta profesión desde el punto de vista de la salud, una de las preocupaciones constantes del colectivo.

Daños pulmonares y otras lesiones

Por la naturaleza de este trabajo, el sistema respiratorio puede verse dañado gravemente pasada esta edad. La evidencia apunta también a un mayor riesgo a largo plazo de enfermedad cardiovascular y cáncer de pulmón en este colectivo, además de lesiones musculoesqueléticas y agotamiento físico. “Hay otras amenazas que son silenciosas como el trastorno de estrés postraumático o depresión”, añade.

“Esta mejora de la protección de cara a la jubilación de los bomberos forestales es siempre como consecuencia de la naturaleza penosa, tóxica, peligrosa e insalubre del trabajo realizado. Con ello saldamos una deuda con este colectivo equiparando las condiciones de jubilación a las del resto de bomberos que ya tenían los coeficientes reductores desde el año 2008″, manifestó el martes Elma Saiz, ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.

A pesar de estas palabras, queda mucho por mejorar, según Lucía, en cuanto a condiciones laborales, protección social y reconocimiento profesional. Es una de las bomberas que incluyó la escritora Franca Velasco en su libro Viaje a las mujeres de fuego. Durante la recogida de datos para escribirlo, uno de los compañeros de esta joven bombera le comentó que una de sus mayores cualidades era que, al tirar de mochila o de batefuegos, “mira de reojo las decisiones estratégicas que yo tomo, las replantea y se interroga acerca si mi plan de ataque es mejorable… Un diamante en bruto, una gran mujer en un mundo de hombres”.

El elemento humano es peor que el fuego

En 2020, llegó a Castilla y León desde Madrid, donde nació y vivió con sus padres en una finca agrícola y ganadera. “Estaba acostumbrada a vivir en la naturaleza, a amarla, a sentir rabia cuando veía fuego en el monte por no poder hacer nada”, relata Franca. Cinco años después, tiene plaza en Madrid y mucha responsabilidad como técnico. Durante años ha peleó, como muchos de sus compañeros, por conseguir que el trabajo en el operativo se extendiese a lo largo del año. “La vocación empuja a seguir batiendo el fuego, pero en estas circunstancias no permite sobrevivir”, le confesó a la escritora. Cuando el periodo terminaba, trabajaba de guarda en un parque nacional, estudiaba la oposición y se preparaba para la pretemporada.

Su trayectoria sugiere que apagar incendios resulta para ella menos arduo que enfrentarse a los elementos humanos que rodean su profesión. La aprobación del decreto abre un nuevo escenario, pero su prudencia refleja que la incertidumbre persiste. “Es un paso, pero su verdadero alcance dependerá de cómo se aplique sobre el terreno”.

TAGS DE ESTA NOTICIA