3:59. La hora de la muerte su hijo Juan es de las primeras cosas que nos dice Silvia al comenzar la conversación. Después, nos explica cómo se enteró de todo: “Nosotros nos enteramos a través de Instagram. Lo abrí a las diez de la mañana… diez, diez y cuarto, mientras me tomaba mi café con leche tranquilamente. Y vi en una noticia que ha habido un apuñalamiento con víctima mortal de 18 años en Tàrrega esa misma madrugada, a la 1 de la madrugada”. Lo primero que hizo el pasado 21 de agosto, hace apenas dos meses, fue compartir la noticia con su hijo Juan sin saber que él era la víctima. “Se la pasé a mi hijo Juan, porque los hechos pasaban por donde yo sabía que estaba durmiendo y todo eso. Y se la pasé para preguntarle si conocía al chaval”. Su hijo no contestó a ese whastapp. Tampoco a las llamadas ni a los mensajes de su hermano y de otros amigos. Su madre empezó a llamar a quienes podían saber algo y, finalmente, obtuvo una respuesta. “Un amigo me contestó y me dijo que lo habían apuñalado. (Respira) Lo habían apuñalado en el corazón y que estaba en el Hospital Arnau de Vilanova”. Aún así, cuando llegó al hospital, no le comunicaron inmediatamente su muerte. “Una vez llego allí con mi familia, con mis padres, mi marido, mi hijo mayor, el chico de la recepción del hospital nos dijo que estaba en el quirófano. Nos esperamos en la sala de espera como media horita y, a la media hora o así entramos en una sala, mi marido, mi otro hijo y yo. Entonces, el médico nos dijo que Juan había sido intervenido a corazón abierto, pero que desgraciadamente había fallecido a las 3:59 de la madrugada tras haber estado intentando al máximo salvarle la vida, pero las heridas eran muy graves y no había podido ser”.
Un acusado de 17 años
Tárrega (Lleida) no es una localidad muy grande. No llega a los 20.000 habitantes. Silvia sabe que se ha cruzado con la persona acusada de matar a su hijo en más de una ocasión. “Es menor y hay secreto de sumario. No le conozco mucho, pero sí le he visto alguna vez”. Pero su edad la tiene clara:17 años. Los meses que le separan de la mayoría de edad son los que le separan, también, de la cárcel. Eso es lo que quiere cambiar Silvia. Pide que se juzgue a los menores teniendo en cuenta no solo su edad, sino también, la gravedad de sus delitos. “A partir de 15 años un menor sabe muy bien lo que está haciendo, sabe muy bien lo que es correcto y lo que no, lo que está bien y lo que no, por lo tanto debería de tener las condenas de un adulto en prisión . Y, como todos los presos, en sus módulos especiales”. Para eso recoge firmas. Para que cumplan las penas íntegras en módulos especiales para ellos por ser menores, pero dentro de prisiones “con las normas de una prisión, con todo, exactamente igual que un adulto”, nos cuenta.
De nuevo, una madre que pide justicia
En la web de su recogida de firmas podemos leer: “Cada vez son más las familias que se ven devastadas por crímenes cometidos por menores que saben que las leyes actuales no les impondrán penas adecuadas”.
La madre señala un posible efecto que le preocupa: “Esto crea un entorno donde la falta de sanciones severas podría incentivar el comportamiento delictivo entre los jóvenes”.
Su dolor nos recuerda al de otra madre que hace más de 20 años perdió a su hija. Tres de sus cuatro asesinos eran menores. Uno de ellos tenía entonces 17 años. María del Mar Bermúdez, la madre de Sandra Palo logró que la presión social fuera tal, que la reforma de la ley del menor llegó a ser protagonista parcial de los discursos electorales de las generales de 2004. Finalmente, la modificación llegó en 2006. Algunas penas se aumentaron pero no falta quien, como Silvia, cree que son insuficientes. ”En la ley del menor fallan las incongruencias. Es decir, a los 14 años pueden abortar. A los 16 quieren empezar a sacar una ley para que puedan votar. Pueden también se pueden cambiar el sexo si así lo desean. Pero a la hora de ser unos asesinos o unos violadores son menores de edad. No. No hay una lógica en ese tema”, concluye.