LA CRÍTICA DESPIADADA

‘Juego de Tronos’: pese a todo, sigue mereciendo la pena visitar Poniente

Según un símil socorrido, ser fiel a una serie es como tener una amiga. Un día la conoces y conectas con ella, y verla regularmente no tarda en convertirse en una necesidad

Rolling Stone

Te hace reír y llorar, te entretiene y te cuenta cosas que te dan que pensar. Se crea una historia en común. Y cuando hace o dice algo que te disgusta no la mandas a paseo, solo la criticas a sus espaldas a sabiendas de que es un enfado pasajero. Durante muchos años no hubo otra ficción serializada tan capaz de mantener esa relación con el público como Juego de tronos. Y entonces hizo algo que muchos consideraron una traición imperdonable.  

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Estrenada en 2011 y situada en el mundo fantasioso de Poniente, donde varias familias nobles se enfrentan de forma feroz a cambio de tierras, poder y la posibilidad de acabar teniendo a uno de sus miembros sentado en el Trono de Hierro, aterrizó en un paisaje televisivo creativamente denso en el que destacaban psicológicamente complejos como Breaking Bad o Mad Men.

Pese a la competencia, no tardó en demostrar que la pequeña pantalla podía ofrecer no solo arcos narrativos sofisticados sino también espectáculo puro y duro aderezado de mucha violencia, cientos de zombis, intrépidos giros argumentales, kilos de barro, varias deidades y tres dragones, y que con ese fin era perfectamente sensato pensar a lo grande y gastarse cifras astronómicas en un solo episodio.

Los de su primera temporada tuvieron un coste medio de 3 millones de dólares; para cuando se estrenó la octava, esa cifra había alcanzado los 15 millones.

Lo cierto, eso sí, es que desde el principio fue privada del prestigio artístico del que sí gozaban títulos coetáneos como los arriba citados, y quienes empiecen a verla ahora por primera vez no tendrán dificultades para averiguar por qué; su primer episodio, sin ir más lejos, incluye tres decapitaciones, cuatro escenas de sexo apenas consensuado y seis desnudos frontales femeninos o, dicho de otro modo, las formas de entretenimiento consideradas más vulgares -sexo y violencia-, y una tendencia claramente problemática tanto a cosificar a las mujeres como a someterlas a agresiones sexuales que posteriormente se prolonga varias temporadas, a pesar de que muchos de los personajes femeninos de la serie acaban en posiciones de poder pese a las restricciones impuestas por una sociedad medieval patriarcal. 

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No obstante, incluso esas voces detractoras tendrán que reconocer cuánto mérito tiene que una ficción protagonizada por guerreros eunucos, muertos vivientes y personajes de nombres ridículos tuviera un impacto tan demoledor -aunque no necesariamente duradero- en la cultura popular.

Actualmente, sigue siendo uno de los productos televisivos más vistos a lo largo de la última década y media -sus últimas temporadas tuvieron un promedio de más de 30 millones de espectadores por episodio-, y la serie dramática con más premios Emmy de la historia. 

Sin embargo, es especialmente llamativa la rapidez con la que Juego de Tronos se desvaneció de la conciencia colectiva tras llegar a su conclusión, y la facilidad con la que el público se mostró dispuesto a olvidar qué magníficas son sus primeras seis temporadas para acordarse exclusivamente de la terrible decepción que proporcionan sus últimos episodios y, sobre todo, el que le pone final.

A ese respecto, no está de más recordar que, en su día, más de un millón de espectadores firmaron una petición en la que exigían que se rodara un último episodio alternativo de la serie que estuviera escrito por “guionistas competentes”.

A día de hoy, quizá lo más destacable de Juego de Tronos, o al menos de sus primeras temporadas, es su desinterés en proporcionar guías morales al espectador. Su elenco incluye más personajes reprobables que cualquier otra serie -asesinos, tiranos, ladrones, traidores-, y en su transcurso empuja al espectador a empatizar con un buen número de ellos; es una serie que mata a su supuesto protagonista durante de su primera temporada, y que durante varias más nos hace sentir que cualquiera de los habitantes de Poniente puede morir en cualquier momento.

Uno de quienes acaban siendo sus héroes más queridos es un individuo que en una escena lanza a un niño por una ventana y que en otra viola a su hermana junto al cadáver de un hijo nacido de su relación incestuosa. 

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Es una serie, además, que va creciendo en escala y ambición temporada tras temporada, y eso no solo significa grandes batallas o ataques de dragones. En cada entrega conocemos nuevos personajes, nos embarcamos en nuevas tramas situadas en nuevos lugares, y la historia se expande hacia narraciones cada vez más diversas que dejan clara la inmensidad del mundo en el que está ambientada.

A pesar de transcurrir en un reino lleno de magia, monstruos y dragones, su gran baza está en la complejidad de sus personajes y sus relaciones. 

Los villanos tienen matices, y los héroes cargan con defectos profundos. Nunca sabemos realmente de parte de cuáles de ellos estamos, y esa sensación se intensificaba a medida que algunos de nuestros favoritos son aniquilados.

A medida que se acerca a su final, sin embargo, la serie va perdiendo su capacidad de sorpresa. Casi cada nuevo elemento argumental parece un mero trámite, otro paso más hacia un final que, para bien o para mal, cualquier espectador puede ver venir. Para cuando llega a su última temporada, ha dejado de explorar un universo lleno de posibilidades para convertirse en un viaje teledirido hacia un destino preestablecido.

¿Logran esas últimas temporadas arruinar la totalidad de Juego de Tronos? Quienes estén decididos a averiguarlo por sí mismos deberían saber que el mundo en el que están a punto de meterse es mucho más amplio de que el retratado en sus 73 episodios.

En 2022 vio la luz la precuela La casa del dragón, que corrige algunos de los errores de la serie original -en especial aquellos referentes a la representación femenina- y de la que ya se han estrenado dos temporadas, y actualmente hay al menos cuatro otras ficciones serializadas relacionadas con Juego de Tronos en fase de desarrollo.