“Su nomenclatura técnica es ‘intelectual de alto potencial’”, afirma la protagonista de High Potential, Morgan Gillory, acerca de su condición médica. “Significa que tienes habilidades cognitivas avanzadas, creatividad intelectual y memoria fotográfica”. Morgan no considera, en cualquier caso, que su cerebro hiperdesarrollado y su coeficiente intelectual de 160 sean un don. “Me obsesiono con cada pequeño problema que veo”, asegura. “Mi mente está constantemente fuera de control, lo que me imposibilita mantener un trabajo, una relación o una conversación”.
Morgan es una madre soltera de tres hijos. Cuando la conocimos en la primera temporada de la serie, trabajaba como limpiadora en el departamento criminal de la policía de Los Ángeles (LAPD) y una noche, mientras quitaba el polvo de los escritorios y escuchaba música con sus auriculares, descubrió una pista en un caso en el que los agentes estaban trabajando. Al principio, estos se mostraron molestos por la intromisión, pero pronto descubrieron que en realidad Morgan era una enciclopedia andante -capaz de citar patrones meteorológicos locales e historia antigua- y tenía una asombrosa capacidad para detectar detalles que se les habían escapado. Rápidamente formaron una alianza, y desde entonces la intelectual de alto potencial se pasea por escenas criminales vistiendo minifalda, botas altas y estampados animales y usando su formidable intelecto para ayudar a los policías a resolver casos que sin ella serían irresolubles. En esa tanda inicial de episodios también quedó claro que Morgan es arrogante, terca, reacia a la autoridad -aunque no a pasar un buen rato- e incapaz de asumir que los demás no deduzcan las cosas tan rápidamente como ella.

Igual que Poker Face, el magnífico procedural creado por Rian Johnson y protagonizado por Natasha Lyonne también compuesto de dos temporadas hasta la fecha, High Potential es una serie heredera de Se ha escrito un crimen, y sigue al pie de la letra la fórmula establecida por su modelo. Al inicio de cada episodio se descubre un extravagante asesinato, y al final del episodio se hace justicia -después, claro, de que Morgan tenga que convencer a todos los que la rodean de que, a pesar de no tener una placa, debe ser escuchada-; los crímenes no son especialmente memorables, y los sospechosos confiesan cuando más conveniente resulta.
La ser
ie completó su primera temporada situando a Morgan en encrucijadas personales y profesionales. En primer lugar, se reveló el paradero de su primer marido, Roman, desaparecido desde hacía mucho tiempo, y de quien también se supo que es un informante del FBI. Por otra parte, si Morgan es una versión moderna de Sherlock Holmes, desde el principio quedó claro que necesitaba su propio Moriarty. Ese final de temporada la colocó cara a cara con un adversario a su medida, alguien dotado de una inteligencia y un gusto por la resolución de acertijos que rivalizan con los de ella. Ahora, la segunda temporada establece al Game Maker -ese es su apodo- como su verdadera némesis, y la intromisión en la vida familiar y laboral de Morgan que su existencia supone no solo la preocupa a ella sino también a su equipo, especialmente al detective Karadec (Daniel Sunjata) y a la teniente Soto (Judy Reyes). La presencia de ese antagonista hace que, en esta segunda temporada, High Potential resulte más impredecible, pero también obliga a la serie a atemperar el sentido del humor del que tan buen uso hizo en la primera. Los nuevos episodios, asimismo, repiten el gran problema de los que los precedieron: a excepción de Morgan, todos sus personajes están insuficientemente desarrollados.

A pesar de ello, lo cierto es que la sociedad entre Morgan y Karadec sigue siendo uno de los ingredientes más efectivos de High Potential, y cada episodio dedica tiempo suficiente a la pareja. Ambos conservan la mezcla de vacile y afecto genuino mutuos que hace que verlos juntos resulte tan divertido. Similarmente, las viñetas explicativas que aparecen a lo largo de la serie para explicar conceptos o datos poco conocidos a los que Morgan hace referencia mientras sigue las pistas de un caso continúan siendo una de sus cualidades más destacables, porque sintonizan con el sentido del humor del personaje y nos ayudan a entender el carrusel mental que gira en su saturada mente.
En última instancia, en esta nueva temporada High Potential es más intensa, pero da motivos para serlo y, entretanto, no sacrifica su buen hacer con la comedia. Y sigue teniendo su mejor baza en el trabajo interpretativo de la gran Kaitlin Olson, cuya vis cómica ya quedó sobradamente clara en ficciones como Colgados en Filadelfia y The Mick y que aquí, además, exhibe una sorprendente vulnerabilidad mientras insinúa un trauma del pasado que Morgan lleva tiempo enterrando. En todo momento, eso sí, la actriz se las arregla para dejar claro que High Potential es plenamente consciente de lo absurdas que pueden llegar a ser algunas de sus escenas más memorables.

