31 objetos en la historia de las mujeres

La Pelvis de Lucy

Espido Freire muestra la astucia de las mujeres y rescata un universo condenado al silencio por los historiadores tradicionales a través de 31 objetos.

La pelvis de Lucy. Fotografía: KiloyCuarto
¿Por dónde comenzaríamos la historia de las mujeres, por qué objeto, rastro o huella podríamos iniciar esta inacabable, inacabada crónica de la mitad de la humanidad? Y sobre todo ¿por qué?

La razón es sencilla: los objetos perduran, los nombres se desvanecen. Agazapadas entre tareas poco gratificantes, destinadas durante siglos a la intimidad o al plano de lo privado, las mujeres se han desarrollado en un plano de la historia casi invisible. 

Por eso una de las mejores maneras de recuperarlas es a través de los objetos; estos nos guían hacia datos, circunstancias y hechos que no conocíamos, que tuvieron a las mujeres como protagonistas o como destinatarios, y que nos permitirán acercarnos a la historia femenina desde una perspectiva distinta. Resulta imposible resumirla en un puñado de objetos, pero confío en que quien me lea se cuestione cuál sería su propia lista y sus prioridades para confeccionarla. 

Comencemos, por lo tanto, por el principio; el 24 de noviembre de 1974, un equipo de paleontólogos liderado por Don Johanson y Tom Gray hizo historia en la región de Afar, Etiopía. A 159 kilómetros de Adís Abeba, descubrieron fragmentos de un esqueleto humanoide de más de tres millones de años. Primero un codo, luego la mandíbula, vértebras, partes del cráneo… Al unirlos, supieron que estaban ante un hallazgo sin precedentes. Aquel conjunto fósil, con cerca del 40% del esqueleto conservado, se convertiría en el Australopithecus afarensis más famoso del mundo. Esa noche, para celebrar, pusieron música. Sonó “Lucy in the Sky with Diamonds” y alguien, sin saber cuánto resonaría ese gesto en la historia de la paleoantropología, propuso llamarla Lucy.

Con el tiempo, la pelvis confirmó que era de una hembra. La estructura de sus huesos, el ángulo del fémur, la forma de las articulaciones… todo indicaba que caminaba erguida. Era, por tanto, una de las bípedas más antiguas de las que tenemos constancia. Lucy pasó de fósil a celebridad, con las consecuencias de género que eso implica: ¿cuánto medía?, ¿qué comía?, ¿cómo era su pelo?, ¿murió joven? Se dedujo que comía vegetales, no hacía ascos a la carroña y quizá usaba herramientas. Medía 1,10 m, tenía aspecto simiesco y probablemente murió a los 20 años tras caer de un árbol, según una teoría reciente basada en fracturas óseas.

Pero además, Lucy apareció cuando la paleoantropología necesitaba una figura así. Los medios la adoraban, y los científicos supieron aprovechar ese interés. Lucy se volvió “la abuela de la humanidad”, aunque en realidad no era ni nuestra tatarabuela directa ni una madre universal. Era un pariente lejano, uno más de los muchos homínidos extintos. La evolución humana no es una escalera sino un zarzal: enmarañado, lleno de ramas muertas, con nosotros —los Homo sapiens— como única superviviente actual de una veintena de especies.

Décadas más tarde, en Atapuerca, Burgos, en la Sima de los Huesos de Atapuerca, el equipo liderado por Juan Luis Arsuaga se encontró otro fósil crucial: el Cráneo 5 o AT 700, un Homo heidelbergensis de unos 430.000 años. Se halló el último día de excavación de 1992, y fue bautizado con el irónico nombre de Miguelón, en honor a Miguel Induráin. Aunque se desconoce su sexo, su reconstrucción siempre ha sido masculina. Pesado, musculoso, peludo. La tradición dicta que si no hay pruebas de lo contrario, se asume que el esqueleto pertenece a un hombre. 

El rostro de ambos -Lucy y Miguelón- ha sido modelado por la paleoartista Elisabeth Daynès. Si alguna vez se demostrara que Miguelón era en realidad Miguelona, sería fascinante observar cómo muta el relato en torno a él. Qué preguntas se le harían, qué atributos le concederíamos, cómo se reconfiguraría su estatus simbólico. Una pelvis, esa pieza ósea que da la vida y delata el sexo, ha sido el eje de esta historia. Porque la ciencia, por muy empírica que se pretenda, también construye narrativas, y esas narrativas, como la pelvis de Lucy, hablan tanto de huesos como de nuestros prejuicios.

Espido Freire, autora de “La historia de la mujer en 100 objetos” ed.Esfera Libros, ha seleccionado 31 para una saga veraniega en Artículo14 donde hace un recorrido por algunos de los objetos que más han marcado a las mujeres a lo largo de su historia.

TAGS DE ESTA NOTICIA