La empresa GDELS-Santa Bárbara Sistemas tiene un sustantivo encargo entre manos: la fabricación de 84 vehículos de combate Hunter para el Gobierno letón. “Uno de los acuerdos más grandes en la historia de las Fuerzas Armadas”, según el ministro de Defensa del país báltico, Andris Sprüds.
Después de que el Ejecutivo letón encargara este año a la compañía la producción de estos vehículos blindados, los cuales están basados en la plataforma ASCOD, el propio Sprüds se trasladó este viernes a las instalaciones de Santa Bárbara Sistemas en Trubia (Asturias) para supervisar su desarrollo.
El ministro de la nación báltica, que se encontraba de visita oficial en España, se mostró satisfecho con el avance de la fabricación de los Hunter y destacó la “solidez” de GDELS-Santa Bárbara Sistemas como socio, por lo que no descartó ampliar esta alianza comercial en un futuro. Aunque la primera misión de la compañía es poner a disposición del Ejército letón algunas unidades a mediados de 2026 y completar el suministro a lo largo de 2027.
Por su parte, el director general de la empresa española propiedad de General Dynamics, Alejandro Page, aseguró que “somos muy conscientes de las necesidades de Letonia en el marco geoestratégico actual”. A ello añadió que “tenemos un compromiso con la defensa del flanco este, fundamental para la defensa de Europa”.

El modelo de defensa letón
Este encuentro se produce escasas semanas después de que la OTAN pusiera en valor el modelo defensivo letón ante la amenaza rusa.
Cabe recordar que el pasado miércoles 15 se celebró la primera reunión de los ministros de Defensa de los países miembros tras la cumbre celebrada en junio en La Haya. El secretario general de la Alianza Atlántica, Mark Rutte, señaló que la OTAN, en el contexto de la operación Centinela Oriental, está probando “sistemas integrados que nos ayudarán a detectar, rastrear y neutralizar amenazas aéreas”. Unas amenazas que hacen referencia a las recientes violaciones del espacio aéreo de países como Polonia o Estonia por parte del Kremlin.
El coronel estadounidense Martin O’Donnell, portavoz del Cuartel General Supremo de las Potencias Aliadas en Europa, concretó a Artículo14 que Rutte se refería a que estos sensores terrestres, los cuales estarían conectados a una red propia de cada país miembro y a una red común de la Alianza Atlántica, podrían “rastrear cualquier amenaza potencial”. Asimismo, O’Donnell señaló que las palabras del ex primer ministro neerlandés aludían a armas para “derribar cualquier amenaza, en caso de que sea necesario, y así defender la Alianza”. Estas armas, dejó entrever el militar del país norteamericano, podrían ser de todo tipo: terrestres, aéreas, o autónomas.
Por motivos de seguridad no se desvelaron que sensores o armas se están utilizando exactamente, pero O’Donnell puso como ejemplo el trabajo que Letonia está haciendo en esta área.
Las capacidades letonas
El director de Defensa, Seguridad y Aeroespacial de Atrevía, Francisco J. Girao, aseguró a este medio que la variabilidad de las características armamentísticas dificulta concretar cuales está utilizando Letonia. Aunque Girao sí precisó la existencia de una relación comercial entre este país y las empresas Origin Robotics, SAF Tehnika y Frankenburg Technologies.
En este sentido, la primera sociedad oferta en su página web productos como BLAZE, un interceptor portátil y de rápido despliegue diseñado para “derrotar amenazas aéreas, incluyendo municiones merodeadoras y vehículos aéreos no tripulados hostiles, con un movimiento rápido”. Origin Robotics también vende el BEAK, un sistema de armas guiadas de precisión portátil que son lanzadas desde drones.
En el caso de SAF Tehnika, esta oferta “sistemas de comunicación seguros que son esenciales para las operaciones de defensa y vigilancia”. Por su parte, Frankenburg Technologies se describe como “fabricante de efectores que neutralizan aeronaves no tripuladas de última generación“, así como “pionero en misiles interceptores asequibles y producibles en masa diseñados para neutralizar drones”. Algo que para la OTAN es esencial, pues como ya advirtió Girao en este periódico, la guerra de “desgaste económico” no es beneficiosa para la Alianza Atlántica debido al coste que genera derribar un dron ruso en contraposición con el que le supone al Kremlin producir y lanzar una de estas aeronaves no tripuladas.


