La polémica entre Valentina Maceri y Eleonora Incardona ha traspasado las fronteras del deporte y ha reabierto un viejo debate sobre la imagen, el rol y la ética en el periodismo deportivo femenino. Maceri, conocida por ser uno de los rostros de la Champions League en la emisora suiza BlueSport y colaboradora habitual de medios alemanes como Bild, ha lanzado duras críticas contra el estilo de presentación de algunas periodistas italianas. Entre ellas, la propia Incardona, quien actualmente cubre el Mundial de Clubes en Estados Unidos como parte del equipo de DAZN.
En casi todos los párrafos del reciente libro de Valentina Maceri, titulado provocativamente F* Female Empowerment: The Great Mistake of Modern Feminism, se denuncia lo que considera una deriva estética de la profesión. En sus páginas, la periodista —de origen italiano, aunque formada y consolidada fuera del país— sostiene que muchas profesionales del periodismo deportivo italiano priorizan la apariencia frente al contenido.
Y aunque no menciona directamente a ninguna colega, muchos han visto en sus palabras una crítica velada (y luego confirmada) al grupo de reporteras de DAZN. En concreto, a Eleonora Incardona.
Un estilo que divide a la audiencia
El punto de inflexión llegó cuando el diario británico The Sun publicó un artículo donde destacaba los atuendos de las reporteras italianas en Estados Unidos. El texto señalaba que algunas elecciones estilísticas, como “un sujetador debajo de un traje elegante o un vestido marrón de un solo hombro”, estaban generando controversia entre el público. El nombre que más se repitió fue el de Eleonora Incardona, cuyo estilo fue definido como provocador y arriesgado. Esa publicación terminó por darle a Maceri el pretexto para intensificar su postura.
Poco después, en una entrevista con Bild, Maceri mencionó de forma explícita a Eleonora Incardona. Criticó su trabajo al frente de DAZN BET: “Se encarga principalmente de presentar cuotas de apuestas. Y lo hace de una manera muy sexy. A veces, de forma vulgar“. Esta declaración encendió las redes sociales y provocó reacciones encontradas tanto dentro como fuera del ámbito periodístico, obligando a distintos medios a posicionarse sobre el caso.
Feminismo, imagen y periodismo: un cóctel explosivo
El debate sobre la figura de la mujer en el periodismo deportivo no es nuevo. Pero la tensión entre Valentina Maceri y Eleonora Incardona ha devuelto la discusión al centro del escenario mediático italiano. Para Maceri, el periodismo deportivo debería aspirar a una combinación entre estilo y clase, sin caer en lo que considera una estrategia de “sexo vende” que, en su opinión, predomina en algunos platós y coberturas en Italia.
“No tengo nada en contra de que una mujer sea sexy. Al contrario. Pero hay una diferencia entre elegancia y provocación. Y creo que, en Italia, muchas veces se cruza esa línea”, ha señalado.
Estas afirmaciones han incomodado a varias profesionales del sector, que ven en las palabras de Maceri una forma de culpabilización que reproduce los mismos esquemas patriarcales que ella asegura combatir. La polémica no solo enfrenta a dos estilos, sino a dos visiones del empoderamiento femenino. Una más conservadora y otra más libre respecto al uso de la imagen como herramienta profesional.
Reacciones en cadena: Italia mira hacia dentro
Desde que estalló la polémica entre Valentina Maceri y Eleonora Incardona, numerosas voces del periodismo deportivo italiano se han pronunciado. Algunas, como las de Diletta Leotta y Marialuisa Jacobelli, han defendido el derecho a expresarse con libertad sin que su aspecto físico empañe su labor profesional.
Otras han pedido una reflexión más profunda sobre el rol que los medios —y también las propias profesionales— juegan en la perpetuación de ciertos estereotipos.
La controversia ha llegado incluso a la esfera política, con diputados y diputadas del Parlamento italiano comentando la necesidad de revisar los códigos deontológicos del periodismo y las normativas de igualdad en el sector audiovisual. El enfrentamiento entre Valentina Maceri y Eleonora Incardona ha pasado así de lo anecdótico a lo estructural. Se ha convertido en una oportunidad (o una excusa) para revisar prácticas, discursos y modelos en un entorno que todavía arrastra muchas contradicciones.