INVERSIÓN

El oro pone rumbo a los 5.000 dólares. ¿Qué puede frenar el rally?

El metal dorado supera los 4.000 dólares por onza en octubre de 2025 y acumula una revalorización de más del 50% desde enero. La compra por parte de bancos centrales y el aumento de inversores privados impulsan los precios

Oro

Ni las previsiones más optimistas se atreverían a dibujar un año semejante. Los máximos se suceden semana a semana, mes a mes, en el precio del oro. En octubre de 2025, el metal precioso acaba de superar por primera vez los 4.000 dólares por onza. Lo ha hecho a velocidad de crucero, con una revalorización de más del 50% desde enero y cerca del 10% solo en los últimos treinta días.

A estas alturas del año, ya nadie duda de que el oro está protagonizando una de las escaladas más llamativas del mercado global. Pero lo interesante no es solo lo que ha subido, sino lo que podría frenar ese avance. La acumulación por parte de bancos centrales, sobre todo de economías emergentes, ha sido uno de los motores más potentes.

Desde 2022, tras la congelación de reservas rusas, estas instituciones han multiplicado por cinco su ritmo de compra. Goldman Sachs estima que países como China aún mantienen una exposición baja al oro, inferior al 10% de sus reservas, frente al 70% de países desarrollados como Estados Unidos, Alemania o Italia. Según el Consejo Mundial del Oro, el 95% de los bancos centrales encuestados prevé un aumento de sus reservas en los próximos doce meses. Ninguno anticipa una reducción.

Además, los inversores privados también han intensificado su posicionamiento. En plataformas como BullionVault, la apertura de nuevas cuentas se disparó un 213% en septiembre respecto al mismo mes del año anterior. Al mismo tiempo, los ETF (fondos cotizados) respaldados por oro han recibido entradas de capital superiores a lo previsto, empujando aún más los precios. Sin embargo, el repunte constante empieza a chocar con señales que invitan a la cautela.

Tres frenos que pueden acabar con el rally

El primer factor que podría frenar la escalada es de tipo técnico. El oro cotiza ahora más de un 21% por encima de su media móvil de 200 días y un 70% sobre la de 200 semanas. El índice de fuerza relativa (RSI) de 14 días está en 82,5, mientras que el de 14 semanas muestra una divergencia bajista.

Según Bank of America, cada vez que el oro ha encadenado siete semanas consecutivas al alza desde 1983, ha caído en las cuatro semanas siguientes en todas las ocasiones. El banco alerta de que los niveles actuales activan señales de agotamiento en varios marcos temporales, lo que podría derivar en correcciones abruptas si cambia el ánimo del mercado o irrumpe un evento inesperado.

El segundo freno puede llegar desde la política monetaria. Aunque el consenso anticipa nuevos recortes de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal (Fed), un giro hacia un tono más restrictivo podría impulsar la renta fija y debilitar el atractivo del oro, que no ofrece rendimiento. El tercer frente es el comportamiento del dólar. Tras un mes de septiembre marcado por la debilidad, la moneda estadounidense ha retomado el impulso. Si sigue fortaleciéndose, el oro se encarecerá para compradores internacionales, lo que podría reducir la demanda y presionar los precios a la baja.

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump
EFE

¿Rumbo a los 5.000 dólares?

El debate sigue sobre la mesa. Goldman Sachs proyecta una subida adicional del 6% hasta mediados de 2026 y no descarta que, en un entorno más tenso, se alcancen los 5.000 dólares. JP Morgan y MUFG Bank sitúan el precio entre los 4.150 y los 4.193 dólares. Estas cifras parten del supuesto de tipos bajos, inestabilidad política y fuerte demanda oficial.

Por otro lado, el contexto macroeconómico seguirá siendo decisivo. La Fed aún no dispone de datos clave como empleo e inflación por el cierre del Gobierno estadounidense. Esto ha reforzado las expectativas de recortes, con una probabilidad del 90% para octubre y del 80% para diciembre, según la herramienta FedWatch de CME. Hay que recordar además que, en ciclos anteriores, el oro ya vivió episodios similares. En 1980, con una inflación disparada, el precio ajustado por IPC tocó máximos comparables a los actuales. En 2011, la crisis de deuda europea y la rebaja crediticia de Estados Unidos lo llevaron a superar los 1.900 dólares. Ambos casos reflejaron cómo el ciclo alcista se moderó una vez estabilizados los indicadores clave.

Hoy, los futuros del oro se mueven en torno a los 4.070 dólares, según los datos más recientes de Comex, con una revalorización acumulada por encima del 50% en lo que va de 2025. Al mismo tiempo, el S&P 500 también cotiza en máximos históricos, algo que hasta ahora no había sucedido de forma sostenida. Esa correlación creciente entre renta variable y oro ha llevado a algunos analistas a advertir sobre la posibilidad de un ajuste coordinado si se deterioran las condiciones de liquidez.

Futuros en máximos

A todo esto, hay que añadir que el posicionamiento especulativo también está en niveles elevados. Según la bolsa de futuros y opciones Comex, las apuestas largas sobre oro están en su punto más alto desde 2014. Esa concentración puede amplificar la volatilidad si se producen ventas masivas.

Mientras tanto, las mineras de oro siguen beneficiándose del entorno actual. Los fondos especializados en estas compañías registran una subida superior al 100% en el año, liderando las clasificaciones de rentabilidad global. Sin embargo, su sostenibilidad dependerá de que los beneficios acompañen al avance del metal.

En resumen, el oro mantiene su marcha en zona de máximos, alimentado por la demanda institucional, la incertidumbre política y las expectativas de relajación monetaria. Pero también se acumulan señales de alerta. Y si algo enseña la historia de los mercados, es que ninguna subida es para siempre.

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