El riesgo de un apagón eléctrico masivo: ¿estamos preparados para lo peor?

Analizamos el riesgo de un apagón eléctrico, las causas y cómo prepararse. Información crucial para asegurar el suministro y proteger tu hogar o negocio

Rueda de prensa de la presidenta no ejecutiva de Redeia, Beatriz Corredor
La presidenta no ejecutiva de Redeia, Beatriz Corredor, durante la rueda de prensa para presentar el informe del operador del sistema sobre el apagón del pasado 28 de abril.
EFE/ Daniel Gonzalez

El riesgo de apagón eléctrico ha dejado de ser un escenario de ciencia ficción para convertirse en una preocupación real. Tras el gran colapso energético que dejó a la península ibérica a oscuras el pasado abril, España ha tenido que enfrentarse a una verdad incómoda: su sistema eléctrico, aunque moderno y cada vez más verde, también es vulnerable. La transición hacia las energías renovables, los picos de demanda y la falta de infraestructuras de respaldo han generado un cóctel peligroso que obliga a preguntarse si estamos realmente preparados para lo peor.

Un sistema bajo presión

El riesgo de apagón eléctrico se origina en un desequilibrio entre la generación y el consumo de energía. Cuando la demanda supera la capacidad de suministro o se produce una caída repentina en la generación, la red puede colapsar en cuestión de segundos. En el apagón del 28 de abril de 2025, una cadena de sobretensiones provocó la desconexión de más de 15.000 megavatios de potencia en apenas cinco segundos. Fue un fallo técnico, sí, pero también un aviso: nuestro sistema es más frágil de lo que parece.

La expansión acelerada de las energías renovables ha sido un hito en la lucha contra el cambio climático, pero también ha introducido nuevos desafíos. La producción solar y eólica depende de factores climáticos variables, lo que genera inestabilidad en la frecuencia y la tensión de la red. Sin suficientes sistemas de almacenamiento —baterías o centrales de respaldo—, mantener el equilibrio se convierte en una tarea titánica.

A ello se suma el envejecimiento de parte de la infraestructura y el inminente cierre de las centrales nucleares, que durante décadas han actuado como columna vertebral del sistema. Según el informe European Resource Adequacy Assessment 2024, España podría enfrentarse en los próximos años a hasta 4,8 horas anuales con riesgo de falta de suministro. Un número pequeño sobre el papel, pero que puede traducirse en grandes pérdidas económicas y sociales si el sistema no se refuerza a tiempo.

Las causas detrás del riesgo

Las causas del riesgo de apagón eléctrico son múltiples y, en la mayoría de los casos, interconectadas. No existe un único culpable, sino una cadena de debilidades que, unidas, pueden desatar el caos.

El riesgo de apagón eléctrico

Entre las principales se encuentran las oscilaciones bruscas de tensión detectadas por Red Eléctrica, que pueden hacer que generadores y subestaciones se desconecten para evitar daños. También influye el desequilibrio entre oferta y demanda, provocado por picos de consumo o caídas imprevistas de generación renovable. En algunos casos, la respuesta automática del sistema no es lo bastante rápida para corregir la desviación, lo que desencadena un efecto dominó.

El informe gubernamental sobre el apagón de 2025 concluyó que el origen fue multifactorial: errores humanos, deficiencias técnicas, falta de coordinación y un sistema de control insuficiente para absorber perturbaciones rápidas. Aunque se descartó la hipótesis de un ciberataque, el documento sí reconocía que la red presenta vulnerabilidades que podrían ser explotadas en el futuro.

Consecuencias que van más allá de la oscuridad

Cuando se produce un apagón masivo, las consecuencias van mucho más allá de quedarse sin luz. El transporte se paraliza, los semáforos se apagan, los trenes se detienen y las comunicaciones se colapsan. Los hospitales deben funcionar con generadores de emergencia, y los supermercados pierden miles de kilos de alimentos por la falta de refrigeración. En el caso del apagón de abril, incluso hubo víctimas mortales: pacientes dependientes de oxígeno y accidentes derivados del uso inadecuado de velas o generadores.

A nivel económico, las pérdidas fueron millonarias. El análisis de BBVA Research sobre los pagos con tarjeta durante el apagón reveló un colapso casi total de las transacciones electrónicas, con una recuperación paulatina en los días siguientes. La interrupción del suministro eléctrico afecta a la confianza, a la productividad y, sobre todo, a la percepción de seguridad energética.

Planes de contingencia: blindar la red

Ante el creciente riesgo de apagón eléctrico, las autoridades han empezado a reforzar el sistema. El Ministerio para la Transición Ecológica aprobó un Plan Nacional de Preparación ante Riesgos en el Sector Eléctrico, que busca mejorar la capacidad de respuesta frente a incidentes y reforzar las infraestructuras críticas.

Red Eléctrica, por su parte, ha solicitado a la CNMC la modificación urgente de los protocolos operativos para permitir una gestión más dinámica de la tensión y la frecuencia. También se está impulsando la instalación de grandes baterías de respaldo y el desarrollo de proyectos de almacenamiento energético a gran escala, capaces de estabilizar la red durante los momentos de máxima demanda.

El riesgo de apagón eléctrico
Una infografía del apagón que tuvo lugar el pasado mes de abril.
Statista

Otra de las medidas en estudio es fomentar la participación activa de los consumidores. En particular, las grandes industrias. ¿El propósito? Reducir temporalmente su consumo en situaciones críticas y aliviar así la presión sobre la red. Este tipo de estrategias, conocidas como demand response, son habituales en países como Alemania o Dinamarca. Y han demostrado ser eficaces para evitar colapsos eléctricos.

Además, el Gobierno ha aprobado incentivos para acelerar la modernización de las redes de transporte y distribución, integrando sensores, sistemas automáticos de detección de fallos y mecanismos de arranque rápido (black-start) para reactivar el sistema tras un apagón total.

¿Qué pueden hacer los hogares?

La mayoría de los ciudadanos no pueden influir directamente en el sistema eléctrico, pero sí pueden prepararse ante un posible apagón. Tener un plan básico puede marcar la diferencia entre una noche de incomodidad y una situación de riesgo.

  • Mantén linternas y baterías a mano. Las lámparas LED recargables o los power banks son esenciales para mantener la comunicación.
  • Evita el uso de velas. Pueden provocar incendios. Opta por luz portátil o faroles eléctricos.
  • Conserva alimentos y agua. Alimentos no perecederos y garrafas de agua son imprescindibles para cortes prolongados.
  • Desconecta los electrodomésticos. Evitarás daños por picos de tensión cuando vuelva la corriente.
  • No abras la nevera o el congelador. Así conservarás el frío interno durante más tiempo.
  • Mantén la calma. Comprueba si el corte es general o solo de tu vivienda y escucha la radio para seguir las instrucciones oficiales.

Recomendaciones para empresas

El sector empresarial también debe anticiparse al riesgo de apagón eléctrico. En un mundo interconectado, cualquier minuto de inactividad puede traducirse en pérdidas notables.

  • Instalar sistemas SAI (Suministro de Alimentación Ininterrumpida) para mantener operativos los equipos informáticos críticos.
  • Contar con generadores de emergencia en instalaciones estratégicas, siempre con un plan de mantenimiento y ventilación adecuados.
  • Proteger los datos con copias de seguridad en la nube y servidores externos.
  • Formar al personal para actuar con rapidez en caso de apagón, evitando el caos y los errores humanos.
  • Diseñar protocolos de comunicación alternativos, especialmente para empresas de servicios esenciales, hospitales, medios o transporte.

El apagón de abril demostró que los sectores más preparados —banca, telecomunicaciones, seguridad— recuperaron su actividad con rapidez. Los menos preparados quedaron paralizados durante horas.

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