Brecha de género

Las mujeres jóvenes impulsan el ‘sorpasso’ femenino en el mercado laboral

Un estudio de Funcas revela que solo las trabajadoras de entre 25 y 29 años han logrado superar los niveles de ocupación previos a la recesión. El 70,9% de las mujeres en activo de esta franja de edad tiene un puesto laboral

Trabajadores jovenes

De poco más del 39% en el año 2000 a superar el 54% en el segundo trimestre de 2025. Las mujeres españolas han marcado un avance sostenido en su incorporación al mercado laboral, tal y como rezan los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Dos décadas y media de transformación social y educativa que han contribuido a reducir la brecha con los hombres y a consolidar la presencia femenina en todos los sectores. La disminución de esta diferencia tanto en la actividad como en la ocupación hace presagiar que el sorpasso femenino en el mercado laboral está cada vez más cerca. Sin embargo, este auge no habría sido posible sin el impulso de las trabajadoras más jóvenes.

El último informe de la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas) de Notas de Coyuntura Social, presentado en el día de ayer, recoge un dato llamativo. La rápida recuperación del empleo entre las mujeres más jóvenes, tras la crisis económica de 2008, ha conseguido reducir la brecha de género en la tasa de ocupación a solo tres puntos y medio. Según los datos de Funcas, las empleadas menores de 29 años registran un índice de ocupación del 39,1%. Mientras, el de los varones se eleva hasta el 42,5%.

Un 71%

Antes de la crisis financiera, las trabajadoras jóvenes tenían tasas de ocupación notablemente inferiores a las de los varones, aunque su crecimiento era más rápido, especialmente en el tramo de 25 a 29 años. Durante la recesión, las diferencias entre ambos sexos se redujeron. Esto se explica porque la caída del empleo afectó más a los hombres que a ellas. Años después, en plena fase de recuperación, las tasas han aumentado para ambos. Y, aunque se identifica un repunte algo más pronunciado en los hombres, el estudio refleja datos muy positivos para las mujeres.

Una mujer en su jornada laboral.

Según el análisis, solo las trabajadoras de entre 25 y 29 años han logrado restablecer e incluso superar los niveles de ocupación previos a la recesión. En pleno 2025, el 70,9% de las mujeres en activo de esta franja de edad tiene un empleo. La cifra supera en algo menos de un punto el máximo de 2007. Por el contrario, sus coetáneos varones aún permanecen por debajo de los picos de ese mismo año (79%). Y en la actualidad, aunque aventajan a las mujeres en 2,2 puntos, su ratio se sitúa en el 73,1%.

Mayor formación educativa

El tramo de 20 a 24 años presenta un panorama diferente. Aunque la ocupación ha mejorado en los últimos años, y en 2025 el 42,6% de los jóvenes sigue trabajando, el dato está lejos del 58% previo a la crisis. En esta franja, la brecha de género es más marcada. Motivada, tal y como recoge el informe, porque hay “una mayor proporción de mujeres que estudia educación superior“.

Los datos evidencian que el 69% de ellas continúa formándose en universidades y centros de formación profesional, frente al 57% de los hombres. La expansión educativa explica en buena medida por qué las mujeres jóvenes se incorporan al empleo más tarde, pero con tasas de ocupación que se consolidan rápidamente una vez finalizados los estudios.

Seis mujeres por cada cuatro hombres

Entre los trabajadores emergentes de 16 a 19 años, las diferencias de género en la ocupación son prácticamente inexistentes. Sin embargo, la recuperación laboral en este grupo sigue siendo muy limitada. La tasa de ocupación masculina ha descendido del 22,5 % en 1987 al 8,7 % en 2025, mientras que la femenina ha pasado del 17,3 % al 7,4 %. La caída posiciona el índice en ambos sexos sobre mínimos, y se ubica en torno a esos niveles desde 2011. Este fenómeno no se interpreta como un retroceso sino como el reflejo de un patrón educativo. A estas edades, gran parte de la población continúa en formación secundaria e inicio de la superior.

En la actualidad, según datos recogidos por Funcas en otro de sus informes, en la universidad hay casi seis mujeres por cada cuatro hombres. Y la diferencia sigue creciendo, entre otras razones, porque sus homólogos masculinos están saliendo antes del sistema educativo. Es una tendencia que implica un importante cambio social.

Estudiantes preparados para realizar la EBAU.
Estudiantes preparadas para realizar la Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU)
EFE/Luis Tejido

En declaraciones pasadas a Artículo14, la directora de estudios sociales de la institución, María Miyar, explicó que “las mujeres jóvenes tienen un mayor nivel educativo que sus pares masculinos, principalmente porque las tasas de abandono escolar de los hombres son mayores y porque ellas ponen mucho más empeño en sus estudios“. Y añadió: “Asistimos a un fenómeno del que aún no somos conscientes y que tendrá consecuencias en el mercado laboral. Puede ser que en el futuro quienes tengan más dificultades para su inserción en el trabajo sean los hombres”.

Tasa de actividad

La mejora de la ocupación femenina no solo se debe a su integración histórica en el mercado laboral. Los investigadores de Funcas reconocen también “la expansión educativa” como otro de los factores principales. La mayor formación de las trabajadoras ha reducido tanto la brecha de género en la tasa de actividad que, con la evolución de las cifras recogidas por los autores del informe, el sorpasso a los hombres está cada vez más cerca. Entre las mujeres de 25 a 29 años, la tasa pasó del 59,6% en 1987 al 85% en 2010. Lo que consolida un crecimiento sostenido que hoy se mantiene en el 82,5%. Mientras tanto, la actividad masculina en este tramo de edad tiende a la baja desde finales de la década de los 80, cuando registró un 92,3%. Ahora, el dígito disminuye hasta el 85,6%.

Aunque España todavía no ha recuperado por completo los niveles de empleo juvenil previos a la crisis en todos los segmentos, las mujeres jóvenes destacan como motor de la recuperación laboral. Y logran avances sostenidos, además de superar barreras históricas. Su trayectoria muestra no solo resiliencia frente a la recesión y sus secuelas, sino también cómo la educación y la incorporación progresiva al mercado laboral pueden cambiar el rostro del empleo. A la espera de que de continuar la tendencia, la balanza en el mercado laboral se incline por ellas.