En la empresa municipal Aguas de Huelva, entre averías y herramientas, Verónica Portela desafía estereotipos en su trabajo diario. Fontanera en un sector donde los hombres siguen siendo amplia mayoría, ha encontrado en este oficio una forma de vida.
Su entrada en la fontanería no llegó por tradición familiar. Fue una elección consciente, nació del interés por resolver problemas y trabajar con las manos. “Siempre me ha gustado el trabajo manual y resolver problemas. La fontanería me pareció un oficio útil y con futuro”, recuerda. Con la convicción de que las mujeres pueden desempeñar cualquier labor, se formó para abrirse paso en un entorno que, históricamente, les ha dado poco espacio. “Más que una persona concreta, me inspiró demostrar que las mujeres también podemos con este tipo de trabajos”, afirma.
Sigue recibiendo reacciones de sorpresa cuando sus clientes esperan a un fontanero pero ven llegar a una mujer. “Al principio se sorprenden, algunos hasta dudan un poco, pero cuando me ven trabajar cambian totalmente la cara. Luego suelen decirme que ojalá hubiera más mujeres en esto”, cuenta. Aunque no siempre es fácil enfrentarse a esas primeras impresiones, la profesionalidad termina imponiéndose.

Según el informe ‘Mujeres en el sector de la construcción’, publicado por el Observatorio de la Fundación Laboral de la Construcción, las mujeres afiliadas a la Seguridad Social en el sector el año pasado sumaron 160.288 trabajadoras, 5.451 más que en 2023, lo que representa un 11,4 % del total, el porcentaje más alto desde 2014. Además, el 73,6 % de las trabajadoras están empleadas bajo el Régimen General, como Verónica, que vive cada día una nueva experiencia. La rutina en su trabajo no existe. “Me levanto temprano, reviso los avisos y paso el día entre herramientas y reparaciones. Es un trabajo físico, pero muy variado, nunca te aburres”, describe. Su labor en Aguas de Huelva exige precisión y capacidad para mantener la calma en situaciones complejas.
Los retos, sin embargo, conviven con la satisfacción profunda del trabajo bien hecho. “Lo más difícil son las averías complicadas o los sitios incómodos, pero lo más gratificante es cuando todo sale bien y el cliente te da las gracias”, asegura. Es uno de los motores que hacen que su trabajo merezca la pena.
Como muchas mujeres en oficios tradicionalmente masculinos, también ha tenido que demostrar más que sus compañeros. “Sí, sobre todo al principio. Pero con esfuerzo y profesionalidad se gana el respeto de todos”, dice. Su experiencia confirma que, cuando se rompe la barrera inicial del prejuicio, la valoración suele ser muy positiva.

Verónica está convencida de que la clave para que más mujeres se animen a entrar en oficios como la fontanería pasa por la visibilidad. “Mostrando que es posible, que hay mujeres que lo hacen. Si lo ves en otras, te das cuenta de que tú también puedes”, reflexiona. Ella misma se ha convertido, sin buscarlo, en ejemplo para muchas otras chicas.
Además, defiende que las mujeres aportan habilidades propias que enriquecen el sector. “Creo que aportamos paciencia, cuidado por los detalles y una forma distinta de tratar con la gente”, explica.
A quienes dudan o sienten que no encajan en sectores donde las mujeres son minoría, les lanza un mensaje sencillo, directo y poderoso: “Que no se dejen frenar por los prejuicios. Si te gusta, hazlo”.
Y lo resume con una frase que podría servir de lema vital: “Tu trabajo habla por ti: demuestra lo que vales sin miedo.”

