A menos de 30 kilómetros de Santander, en el verde y brumoso corazón de Cantabria, se esconde Liérganes. Un pueblo apenas rozado por el turismo convencional. Declarada conjunto histórico-artístico en 1978, esta localidad no solo ofrece una de las arquitecturas populares más armónicas del norte peninsular. También guarda una de las leyendas más inquietantes y fascinantes de toda España: la historia del Hombre Pez.
Pasear por Liérganes es sumergirse en un universo de piedra, agua y silencio. Su casco antiguo, dominado por casonas de los siglos XVII y XVIII y calles empedradas que serpentean al ritmo pausado del río Miera, conforma una de las estampas más evocadoras de la región cántabra. Todo ello bajo la atenta mirada de dos montes gemelos: Cotillamón y Marimón, conocidos como Las Tetas de Liérganes.
La leyenda del Hombre Pez: mito y terror en las aguas del Miera
Según la tradición oral, a finales del siglo XVII un joven de Liérganes desapareció nadando en el río Miera y fue dado por muerto. Años más tarde, pescadores de la bahía de Cádiz hallaron en sus redes a un ser extraño, cubierto de escamas, con aspecto humanoide y mirada ausente. Lo único que acertó a pronunciar fue: “Liérganes”.

La historia fue recogida por el padre Feijoo en su Teatro crítico universal y desde entonces ha formado parte inseparable del alma del pueblo. El Hombre Pez es una figura ambigua, casi trágica. Ha alimentado cuentos, canciones y ensayos. Hoy, su leyenda no solo sobrevive, sino que define el imaginario colectivo de Liérganes, tiñendo de magia y melancolía sus calles.
Termalismo y nobleza: el otro rostro del bienestar
Pero esta localidad cántabra no solo vive del mito. Su balneario histórico, en funcionamiento desde el siglo XVIII, es otro de los grandes pilares de su identidad. Declaradas de utilidad pública en 1843, las aguas termales del lugar se hicieron célebres en la corte española, atrayendo a figuras como Alfonso XIII. Hoy, el Balneario de Liérganes combina tratamientos tradicionales con modernas instalaciones, siempre enmarcado por jardines y bosques que potencian el descanso.
Este centro termal convierte a Liérganes en un destino de salud y relajación, ajeno al turismo de masas, pensado para quienes buscan experiencias lentas, cuidadas y verdaderamente revitalizantes.

El entorno natural de Liérganes es otro de sus grandes tesoros. Senderos que bordean el Miera, rutas que ascienden hacia los montes cercanos, bosques atlánticos y pequeños miradores componen un paisaje íntimo, rebosante de vida y calma. Aquí, cada rincón parece haber sido diseñado para el sosiego. Hay bancos junto al río, rincones floridos en las plazas y una luz cambiante que envuelve el pueblo en una atmósfera casi cinematográfica.
Desde Liérganes se puede acceder a otras joyas de Cantabria, como los valles pasiegos o el parque de Cabárceno. Pero, para muchos, lo mejor está dentro: la posibilidad de simplemente quedarse y contemplar.