El universo de la cosmética de lujo acaba de dar un paso decisivo. El grupo francés L’Oréal ha anunciado un acuerdo vinculante para adquirir la totalidad de la división de belleza del también francés Kering, conocida como Kering Beauté, por aproximadamente 4.000 millones de euros (unos 4.660 millones de dólares). La transacción, que se espera cerrar en la primera mitad de 2026, consolida a L’Oréal como el gigante indiscutible del sector y permite a Kering concentrarse en su negocio principal de moda.
La adquisición incluye la casa de perfumes Creed, comprada por Kering en 2023, y licencias exclusivas de 50 años para desarrollar y distribuir productos de belleza de marcas icónicas como Gucci, Balenciaga y Bottega Veneta. Además, ambas compañías han anunciado una alianza estratégica al 50 % para explorar nuevos segmentos en el ámbito del bienestar y la longevidad, un área que promete convertirse en el próximo gran territorio del lujo.
Para L’Oréal, esta es una jugada maestra. La compañía refuerza su dominio en el segmento luxe en un momento en que el mercado global de la belleza de alta gama crece a un ritmo del 7 % anual. La operación le otorga acceso a marcas con un enorme valor aspiracional y le permite ampliar su alcance en mercados clave como Asia y Oriente Medio.
Para Kering, en cambio, el movimiento supone un reajuste estratégico. El grupo, propietario de marcas como Gucci, Saint Laurent y Balenciaga, busca aliviar una deuda cercana a los 9.500 millones de euros y volver a centrar sus esfuerzos en la moda y los accesorios, sus pilares tradicionales. La venta también refleja la intención del nuevo CEO, Luca de Meo, de simplificar la estructura del conglomerado y aumentar la rentabilidad tras varios trimestres de resultados irregulares.
La compra también tiene implicaciones profundas para el mercado. Por un lado, consolida el poder de L’Oréal en la fijación de precios y tendencias dentro de la cosmética de lujo. Por otro, redefine el equilibrio entre grupos de moda y conglomerados de belleza, mostrando que la especialización puede ser más rentable que la diversificación. Marcas que antes aspiraban a gestionar internamente su negocio de perfumes podrían ahora preferir alianzas con expertos del sector.
Para los consumidores, los efectos se verán con el tiempo. Se espera una expansión de las fragancias y líneas de belleza de Gucci, Bottega Veneta o Balenciaga, con mayor inversión en campañas globales, experiencias en retail y tecnología aplicada al cuidado personal de lujo. Al mismo tiempo, la operación presiona a las marcas independientes de nicho, que deberán diferenciarse en un mercado cada vez más concentrado.
No obstante, la integración plantea desafíos. Alinear las estrategias de marketing de moda y belleza no es tarea fácil, y el proceso de aprobación regulatoria en Europa podría retrasar el cierre definitivo. Además, el crecimiento del lujo sigue dependiendo de mercados como China, que ha mostrado signos de desaceleración.
La venta de Kering Beauté a L’Oréal es un punto de inflexión para toda la industria. Marca el fin de una etapa en la que los grandes grupos de moda querían controlar todos los segmentos del lujo, y el inicio de otra donde la colaboración entre gigantes se convierte en la clave para mantener el brillo.