Memes, videos, comentarios. Parece que todo Internet gira alrededor de la palabra cringe. La Generación Z – y ahora también la Alfa – la han hecho suya, pero ¿qué es exactamente “dar cringe”? La traducción más directa del inglés sería “vergüenza ajena”, aunque el término ha invadido otros muchos espacios y contextos, hasta llegar a hablarse incluso de una “cultura cringe”.
El escritor y profesor Ocean Vuong, (En la Tierra somos fugazmente grandiosos) se lamentaba en un video de cómo este concepto de vergüenza ajena (y propia) está afectando gravemente a la ambición y autoestima de los jóvenes. “Quiero ser poeta, quiero ser escritor pero es cringe” comentaba compartiendo las impresiones de sus estudiantes, en alusión al miedo constante a ser etiquetados de manera negativa en el espacio digital.
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Para Vuong, la hipervigilancia de las redes sociales, donde todo se observa y se juzga, es parte del problema: “Por eso recurren al cinismo, porque suele ser malinterpretado como inteligencia. En realidad están deseosos de sinceridad”.
Tener éxito y “dar cringe”
En una entrevista junto a la Pija y la Quinqui, la cantante Rosalía enumeraba sus logros y recordaba cómo empezó en la música: “Yo empecé en MySpace, hacía eventos de Facebook, invitaba por WhatsApp… No hay que tener miedo a spamear ni al cringe. La gente que consigue lo que quiere da cringe. Yo puedo dar cringe todo el día porque no paro de hacer cosas”.
@motomamitok Rosalía sobre dar cringe para conseguir tus metas 💖 #rosalia #metas #exito #podcast #lapijaylaquinqui ♬ original sound – 💌
La reflexión de la artista contrasta con la mirada crítica hacia la exposición digital: ¿a qué se refiere con “conseguir cosas” y “dar cringe”? Para la generación millennial, esforzarse por alcanzar metas e incluso, la autoexplotación, formaba parte del ADN sin embargo, para la Gen Z y la Alfa, mostrar ese esfuerzo en público se percibe con incomodidad, torpeza o material de burla.
Zero posting y la fiscalización digital
Este fenómeno se vincula con lo que en redes se ha bautizado como zero posting: dejar de subir tanto contenido. No significa abandonar las plataformas, sino reducir la frecuencia de publicaciones, callarse, dejar de “dar tanto la lata”.
La mimetización de contenidos —repetición de estéticas, mensajes, formatos—, sumada a la saturación de anuncios o la IA han favorecido el hartazgo de miles de usuarios.

Sin duda, las redes se han consolidado como un proyección individual, también de los ámbitos íntimos. La fiscalización cada vez más intensa de lo que se dice y hace en redes, está detrás de esta retirada parcial. El miedo a “dar cringe” genera que muchos jóvenes prefieran desaparecer de la conversación digital antes que exponerse al juicio público.
Lache, un nuevo nivel de cringe
El cringe ya no se limita a esa vergüenza ajena de ver a tu madre cantar en un karaoke a las tres de la mañana o rememorar cómo Tom Cruise saltaba por los sillones de Opra Winfrey después de regalar coches al público. Ahora se extiende también a la idea de esforzarse, de intentar algo y fracasar en público. El miedo al error se convierte en miedo al ridículo.
Cuando parecía que el término había llegado a su punto máximo, la Generación Alfa ya lo está reemplazando. La nueva palabra es lache, procedente del caló. “¡Qué lache!” A diferencia de cringe, este término tiene un carácter más ofensivo y extremo, hasta el punto de funcionar como un insulto cuando se refiere a una persona. Una palabra más dura, que refleja cómo cambia el lenguaje de Internet, pero también cómo se intensifica la presión por no desentonar.
Nuevos términos, nuevas realidades
Si en España la RAE incorporaba el pasado año la palabra “espóiler” o “barista”, el diccionario Cambridge parece ir más rápido en lo que aceptación de nuevos términos se refiere. La última actualización incorpora 6.000 nuevas palabras como tradewife, delulu, skibidi o broligarchy , términos que reflejan no solo la velocidad con la que evoluciona el lenguaje en la era digital, sino también la necesidad de nombrar nuevas realidades.