Los rehenes de Hamás

Atrapada en el tiempo: 200 días sin su hijo Hersh, secuestrado por Hamás el 7-O

Rachel Goldberg-Polin, madre de un rehén israelí en Gaza: “Nuestros líderes deben amar a su gente más de lo que odian a sus enemigos”

Hersh y su madre

Fotografías de la vida de Hersh, rehén de Hamás, junto a su madre, Rachel KiloyCuarto

Desde hace 200 días, Rachel Goldberg-Polin se pega una cinta adhesiva blanca con números negros sobre su corazón. Cada amanecer, actualiza la cifra, que se refiere a la cantidad de días que su único hijo, Hersh, lleva cautivo en Gaza. En la víspera de Pesaj, cuando el pueblo judío conmemora su liberación de la esclavitud en Egipto, los pensamientos en Israel estaban puestos en los 133 rehenes que siguen en manos de Hamás. Nadie sabe en que estado se encuentran -se estima que unos 30 podrían haber muerto-, y tras la escalada de tensión con Irán, el foco informativo sobre Gaza se difuminó.

Rachel fue escogida por la revista “Time” como una de las 100 personas más influyentes del mundo en 2024. Se erigió en una de las caras más visibles de la campaña por la liberación de los israelíes secuestrados durante la masacre del 7 de octubre, cuando el grupo islamista Hamás invadió el sur de Israel y asesinó a unas 1.200 personas y secuestró a otras 240. Se ha reunido con decenas de líderes mundiales, incluidos el presidente norteamericano Joe Biden o el Papa Francisco, y habló ante la asamblea general de la ONU.

Hersh, secuestrado por Hamás

Hersh, secuestrado por Hamás el 7-O, y su madre, Rachel

En un encuentro virtual con periodistas este domingo, la madre lucía el adhesivo en el pecho con el número 198. Al hablar de Hersh, que fue capturado en el festival Nova gravemente herido, lo describe como un “chico alegre, con gran sentido del humor. Un ciudadano del mundo con mucha curiosidad, obsesionado con el National Geographic, que leía como si fuera la biblia”.

Acudió a la fatídica rave con su mejor amigo a celebrar su 23 aniversario, ya que amaba la música. “No tenía nada de ego, lo que demuestra su calidad humana. Le gustaba preguntar, y dejar espacio para pensar y responder. No hay nada que no eche de menos sobre él”, lamenta.

“El paso del tiempo no tiene sentido”

Rachel siente que sigue atrapada en el 7 de octubre. La inmediata respuesta militar israelí en Gaza, y el resto de los frentes abiertos desde entonces, no han permitido digerir la magnitud de la tragedia. “En mi mundo, el paso del tiempo no tiene sentido. Nuestro trauma sigue desarrollándose, estamos en una dimensión distinta a la gente con vidas normales”, reflexiona.

La habitación de Hersh

Así dejó Hersh su habitación antes de ser secuestrado por Hamás el 7-O

Durante el Seder (ritual), esta madre no perdió la esperanza de que su hijo regrese pronto. “Como dijo el rabino Nachman de Breslev, Pesaj es un momento de gritarle a Dios. Recordamos el peor momento de nuestra historia, y al final celebramos el fin del sufrimiento”, recuerda. En esta ocasión, ella y su marido Jon pasaron la velada con buenos amigos, que les prometieron arrimar el hombro si necesitaban llorar.

“Fue una terapia existencial”, dijo.

Preguntada por los pormenores de las negociaciones entre Hamás e Israel, que tras más de medio año de guerra siguen sin llegar a buen puerto, Rachel se muestra exhausta. “En este lío geopolítico y el fervor mediático, opté por no tomarme en serio las noticias. Hay tantos ejemplos de imprecisiones compartidas por los medios, que ya no leo nada”, reconoce.

Hersh, en el centro, antes de ser secuestrado

Una de las últimas imágenes de Hersh antes de ser secuestrado por Hamás el 7-O

Al parecer, la última propuesta rechazada por Hamás suponía concesiones muy significativas del lado israelí, que fueron validadas por los interlocutores egipcios y cataríes. Pero recientemente también se filtraron reportes en un programa de tele israelí, según los cuales el primer ministro Benjamin Netanyahu estaría torpedeando las negociaciones para evitar detener la guerra. “Necesitamos que todos nuestros líderes tomen la decisión de cuidar y amar a su propia gente más de lo que odian a sus enemigos, y permitir que su pueblo sea libre. Esto requiere tomar decisiones difíciles”, reclamó la madre.

Rachel y su entorno hacen lo que está en sus manos: mantener contactos con gobernantes y gente influyente, y evitar que su causa caiga en el olvido. “Entiendo los esfuerzos de la comunidad internacional por evitar una guerra regional, y que los 133 rehenes ya no están en lo más alto de la agenda. Pero lograr su liberación contribuiría a rebajar la tensión”, opina la madre Hersh.

Hersh

Una de las últimas imágenes de Hersh

Además, dice que ellos y la mayoría de familias con secuestrados querrían “parar el sufrimiento de la gente en Gaza, incluido el de nuestros familiares”. Por ello, reclama que los llamamientos a un alto al fuego en el mundo incluyan también la exigencia de liberar a los suyos. Y recuerda: “Hay cautivos de 25 nacionalidades diferentes, judíos, cristianos, budistas y musulmanes”.

“Solo discuten hombres”

“Si hubiese una madre o hermana en la sala (de negociaciones), creo que las cosas irían diferentes. Cuando solo discuten hombres, no ven todas las maneras de entender el mundo. Sugerí incluirlas en los debates, convencida de que lograríamos un resultado distinto”, insiste. No obstante, no resta crédito a los hombres que, fuera de focos, están haciendo esfuerzos para avanzar el acuerdo.

Por supuesto, hay diversidad de opiniones entre los familiares afectados. Por ejemplo, sobre la idoneidad de presionar o criticar al Ejecutivo de Netanyahu. “Somos 133 humanos y sus respectivas familias, claro que discrepamos. Pero cuando estoy con otra familia, siento los sentimientos compartidos”, matiza. Por ello, Hersh y el resto de israelíes “deben volver a casa, ya que no son los responsables de un conflicto geopolítico mayor. Es inaceptable que el mundo permita que esto continúe”.

Respecto a las sensaciones de los interlocutores que escuchan su relato, dice que “puedo sentir la conexión humana que tienen conmigo”, y que comparten su reclamo. “Pero querer y hacer son verbos diferentes”, dice insinuando que hay quienes podrían ser más efectivos. Cree que este Pesaj, que será recordado por la peor crisis que atravesó el estado judío desde su fundación, deberían resonar dos preguntas: “¿Por qué no está todo el mundo libre ya?” y “¿Qué estoy haciendo para lograrlo?”.

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