La pregunta sobrevuela desde que se alcanzó, este lunes en Egipto, un primer acuerdo entre Israel y Hamás para detener los dos años de asedio a la Franja. La tregua -más política que jurídica- llega con una Gaza devastada y con el primer ministro israelí arrinconado entre presiones internas y un creciente aislamiento internacional. A pesar de la fotografía en Sharm el-Sheij, lo cierto es que la letra pequeña del pacto no despeja las dudas: quién controlará Gaza, qué papel jugará la comunidad internacional y hasta qué punto Israel está dispuesto a retirarse realmente del territorio que ha mantenido bajo su dominio desde hace casi dos décadas.
La profesora Elisenda Calvet, profesora en Derecho Internacional Público en la Universidad de Barcelona, advierte de que el acuerdo dista mucho de garantizar una paz duradera. “Estamos ante un alto el fuego, no ante un acuerdo de paz”, recuerda. La jurista cuestiona que Israel mantenga un control efectivo sobre la Franja incluso en un escenario de cese de hostilidades, y alerta de la fragilidad de un plan que, en su opinión, debería contar con un acompañamiento de Naciones Unidas para tener garantías reales. “El plan de paz es importante, pero muy frágil”, resume.

-¿Puede convertirse la cumbre de Egipto para el acuerdo de paz en Gaza en un indulto a Netanyahu?
Todas las órdenes de arresto, por ejemplo, dictadas por la Corte Penal Internacional (CPI) contra Netanyahu siguen teniendo efecto. Que ahora haya “paz” no quiere decir que no se hayan cometido crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y genocidio
-¿Cuáles son los principales problemas legales que plantea la segunda fase del plan de paz?
-Por un lado, el tema del control. Se plantea hasta qué punto Israel va a respetar las fronteras de Gaza y si realmente se retirará de la Franja. Hasta ahora, Israel ha dicho que necesita tener control, al menos, de una zona de seguridad, pero no sabemos en qué consiste.
Hay que recordar que, hasta hoy, Israel ha mantenido el control del espacio aéreo, marítimo y terrestre de Gaza. Hay que plantearse hasta qué punto realmente se retirará del territorio palestino.

-Entiendo que también es importante pensar en cómo se organizará el futuro gobierno y la administración de la Franja de Gaza…
-El tema es que se trata de un gobierno tecnócrata de palestinos bajo una supervisión de un consejo liderado por Trump. En este caso, sería más partidaria de que esto fuera un gobierno transitorio con acompañamiento de Naciones Unidas.
Ya ha habido precedentes. En el caso de Kosovo o Timor Oriental. Me parecería un poco más seguro para las partes. Quizá no a Israel, que ha sido siempre crítico con la ONU, pero sí a la población palestina. De todas formas, cuando hacemos estos gobiernos transitorios, hay que vigilar también que se tenga en cuenta a la población palestina y que no se le imponga una opción.

-¿Hasta qué punto las condiciones impuestas por Israel son compatibles con el Derecho Internacional Humanitario?
-El derecho humanitario sólo se aplica en tiempo de conflicto armado. Si estamos ante un alto el fuego, dejaría de aplicarse. De todas formas, mientras siga habiendo ocupación en los territorios palestinos, podemos seguir hablando de la aplicación de este derecho.
-¿Cuáles son, entonces, las obligaciones de Israel hasta que se retire -si lo hace- de la Franja?
-Lo que implica la ocupación es que no hay una adquisición de la soberanía palestina, pero también es importante asegurar el bienestar de la población civil. En ese sentido, Israel debe permitir la entrada y el acceso de la ayuda humanitaria de forma ininterrumpida y tiene que garantizar el bienestar de la población gazatí.
Esas son las principales obligaciones que tiene Israel. Siempre y cuando -claro está- siga ocupando el territorio. Una vez se retire de forma completa, que está por ver, dejaría de tener esos compromisos.

-Y si la segunda fase no se aplica… ¿Qué consecuencias legales podría tener para las partes implicadas?
-Estamos hablando de un alto el fuego. Tenemos un plan de paz que es vinculante, pero no estamos hablando de un acuerdo de paz. El alto el fuego es importante, pero en el fondo también es muy frágil. Sería más contundente si habláramos de un acuerdo de paz firmado por Israel y por Hamás. Al ser un acuerdo político no hay consecuencias legales.
En el pasado, los altos el fuego se han roto muchas veces. Esperemos que este plan de paz, que no deja de ser una hoja de ruta, se respete. Sabemos que llevamos muchos años de conflictos y no va a ser fácil: se necesitarán concesiones por ambas partes y retomar la confianza que, evidentemente, no hay en este momento.