FRANCIA

“Parece que Macron ya no tiene el control”: jóvenes francesas analizan la crisis política que sacude al país

En medio de dimisiones, negociaciones fallidas y el avance de la extrema derecha, dos jóvenes francesas comparten su visión sobre una crisis que sienten cada vez más cercana

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Artículo14 habla con jóvenes francesas como Hortense y Alix sobre la moción de confianza
KiloyCuarto

Francia atraviesa una etapa política convulsa. En menos de dos años, el país ha visto desfilar cinco primeros ministros, afronta un Parlamento profundamente dividido y observa cómo la extrema derecha avanza en las encuestas. A todo ello se suma la figura de un presidente cada vez más cuestionado. En este contexto de incertidumbre institucional y desconfianza ciudadana, Artículo14 conversa con dos jóvenes francesas -Alix y Hortense para conocer cómo viven esta crisis desde dentro.

Para Alix, la cuestión central es la pérdida de autoridad política de Emmanuel Macron. “Honestamente, sigue siendo presidente, pero parece que ya no tiene el control. Le cuesta mantener un gobierno estable, no tiene mayoría, y la gente ya no lo apoya”, afirma con claridad.

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Los primeros ministros de Francia de los últimos 21 meses
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El último episodio desestabilizador en París ha tenido como protagonista a Sébastien Lecornu. Nombrado en septiembre, renunció el lunes pasado alegando que “no se daban las condiciones” para continuar. Cuatro días después, Macron volvió a designarlo como jefe de Gobierno tras intensas negociaciones. Su regreso pretende evitar una disolución parlamentaria inmediata, pero también subraya la falta de opciones reales en un panorama bloqueado. Este martes ha renunciado a la reforma de las pensiones hasta 2028 para no caer como sus antecesores en una moción de censura.

Mientras Macron se ha mantenido mayormente en silencio, Lecornu ha intentado proyectar una imagen de orden. Ha prometido centrarse en aprobar los presupuestos del año y estabilizar la situación política. Pero la confianza ciudadana parece muy debilitada.

“No se sabe hacia dónde va”

La crítica de Alix no es únicamente estratégica, sino también comunicativa. “En cuanto a la crisis, creo que la está manejando mal. No se expresa con claridad, no se sabe hacia dónde va, y da la impresión de estar completamente desconectado del pueblo”, añade.

La sensación de desconexión coincide con un escenario institucional extremadamente fragmentado. Desde las legislativas de 2024, el país funciona bajo un Parlamento dividido en tres grandes bloques —la izquierda, el campo centrista de Macron y la extrema derecha— sin mayorías claras. Ese equilibrio precario ha convertido cada gobierno en un experimento frágil y cada nombramiento en una carrera contra el tiempo.

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El hasta el lunes primer ministro de Francia, Sebastien Lecornu, junto al presidente Emmanuel Macron en una foto en París en junio
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“Nadie quiere ceder”

Una de las opciones que se han barajado en el debate público es designar un jefe de Gobierno de izquierdas para intentar desatascar las negociaciones. Hortense no cree que sea la solución. “La verdad, no. Aunque la izquierda llegara al poder, no cambiaría mucho. Están demasiado divididos, y con la situación económica actual, no podrían cumplir todas sus promesas. Al final, la gente podría acabar aún más decepcionada”, asegura.

Su escepticismo refleja uno de los grandes nudos políticos actuales: incluso con un cambio de orientación ideológica en el Ejecutivo, la estructura parlamentaria seguiría siendo la misma. La izquierda está fracturada —con La Francia Insumisa reacia a formar parte de un eventual gobierno socialista—, mientras la derecha tradicional atraviesa divisiones internas. En este marco, cualquier perfil corre el riesgo de quedar atrapado en la misma parálisis.

Tampoco las elecciones anticipadas generan ilusión entre estas jóvenes. Hortense lo explica sin rodeos: “Aunque se hicieran nuevas elecciones, lo más probable es que terminemos con una Asamblea igual de dividida, sin una mayoría clara. Y además, volverían los mismos problemas: los partidos no se ponen de acuerdo, nadie quiere ceder… Así que eso no solucionaría nada”.

Su visión encaja con la experiencia reciente. Macron ya disolvió la Asamblea en junio de 2024 tras el revés en las europeas, con la intención de recuperar margen político. El resultado fue el contrario: un hemiciclo aún más fragmentado. Desde entonces, cada iniciativa gubernamental ha chocado con bloqueos cruzados y mociones de censura recurrentes.

Lecornu y Macron

Entre la presión de Le Pen y la desconfianza ciudadana

En paralelo, la extrema derecha ha intensificado su ofensiva política. Marine Le Pen ha exigido abiertamente al presidente que “o dimita o disuelva”, situando la amenaza de una nueva disolución en el centro del debate. Su partido, el Rassemblement National, lidera las encuestas para 2027 y se ha negado a participar en las rondas de negociación convocadas por Lecornu, al considerar que “estas enésimas negociaciones ya no tienen como objetivo preservar los intereses de los franceses, sino los del propio presidente de la República“.

Mientras tanto, la ciudadanía observa con creciente desconfianza. Ni Macron ni sus adversarios parecen ofrecer salidas claras. Las voces de Alix y Hortense condensan ese malestar: no esperan soluciones rápidas, pero perciben que el sistema actual está atascado y que el desgaste político es evidente.

El regreso de Lecornu a Matignon es, en el mejor de los casos, una maniobra para ganar tiempo. Si finalmente logra aprobar los presupuestos, el Gobierno podría estabilizarse unos meses. Pero los problemas de fondo permanecen intactos.

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