Francia

Le Pen aprovecha la soledad de Macron para reclamar una disolución que acentúa la crisis política en Francia

"Dimisión o disolución". Con el presidente de Francia cada vez más aislado, la extrema derecha aprovecha el bloqueo institucional para que su mensaje cale aún más

Opening session of the French National Assembly
La líder del grupo parlamentario Agrupación Nacional (RN), Marine Le Pen, asiste a una sesión de la Asamblea Nacional francesa en París, Francia,.
EFE/EPA/YOAN VALAT

La soledad del presidente Emmanuel Macron se ha vuelto casi tangible. Abandonado por sus más fieles colaboradores, atrapado entre una Asamblea fragmentada y un país exhausto por las crisis sucesivas, el jefe del Estado aparece hoy como un monarca sin corte. A su alrededor, los puentes se desmoronan uno tras otro, mientras la extrema derecha de Marine Le Pen avanza con paso firme y discurso calculado.

El primer ministro en funciones, Sébastien Lecornu, ha intentado hasta el último momento recomponer un equilibrio imposible. Sus llamadas al diálogo han sido ignoradas por quienes ya no ven en el presidente una figura de autoridad, sino el símbolo de un sistema en descomposición. Este martes, el Rassemblement National (RN) cerró cualquier vía de entendimiento: “Estas enésimas negociaciones ya no tienen como objetivo preservar los intereses de los franceses, sino los del propio presidente de la República“, sentenció el partido ultra en un comunicado, anunciando que Marine Le Pen y Jordan Bardella declinaban la invitación de Lecornu a Matignon.

Francia
Marine Le Pen y su delfín Jordan Bardella
Efe/KiloyCuarto

“O dimite o disuelve”

El gesto no es solo un desplante, sino una estrategia de desgaste. Le Pen lo sabe: cada día que pasa sin gobierno estable es un día más en el que Macron pierde credibilidad. “No hay solución, ni la habrá mañana: insto al presidente de la República a disolver la Asamblea Nacional“, declaró la líder del RN. En sus palabras resuena tanto el desafío político como la provocación personal: “En estos momentos, el jefe del Estado tiene dos opciones posibles: o dimite o disuelve“.

El primer ministro francés saliente, Sébastien Lecornu
EFE/EPA/LUDOVIC MARIN

Entre tanto, la izquierda del Nuevo Frente Popular se fractura a gran velocidad. La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon ha dejado claro que no participará en un eventual gobierno socialista, y ni siquiera los socialistas se atreven a descartar una alianza táctica con la derecha moderada para evitar el vacío. Pero en ese juego de equilibrios imposibles, nadie parece dispuesto a ceder. La derecha tradicional, por su parte, se consume en su propio desconcierto, dividida entre quienes buscan resistir la tentación del RN y quienes ya coquetean con la idea de un acercamiento pragmático.

La presidenta del grupo parlamentario Rassemblement National, Marine Le Pen, llega a una reunión con el primer ministro francés, Sébastien Lecornu, en el Hotel Matignon de París.
EFE/EPA/ALAIN JOCARD

En esta crisis política en Francia, la extrema derecha insiste en lanzar un mensaje de unidad y supuesta coherencia. Marine Le Pen ha logrado lo que ni Macron ni sus adversarios de izquierda pudieron conseguir: imponer su agenda. La exigencia de una disolución del Parlamento se ha convertido en el eje del debate, un ultimátum que expone la fragilidad del régimen presidencial francés.

Detrás de la amenaza de disolución planea un escenario aún más oscuro. Los sondeos, como el último Ifop-Fiducial, otorgan a Le Pen un 35% de intención de voto. Pero ni siquiera una victoria clara en las urnas garantizaría una mayoría parlamentaria. Francia podría enfrentarse entonces a lo impensable: una nueva Asamblea ingobernable, con un país bloqueado y un presidente acorralado.

Los miembros del grupo LIOT Michel Castellani, Harold Huwart y Laurent Panifou hablan con la prensa en la Asamblea Nacional Francesa.
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“Disolución, dimisión” -las dos palabras que Le Pen repite como un mantra- resumen la encrucijada francesa. Emmanuel Macron, que soñó con encarnar la síntesis entre derecha e izquierda, parece hoy prisionero de su propia arquitectura política. Y mientras él busca ganar tiempo, Marine Le Pen se lo arrebata a golpe de cálculo y paciencia.

Francia, una vez más, mira hacia el abismo.

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