FRANCIA

Gisèle Pelicot se enfrenta al único condenado que niega su crimen en plena fractura familiar

Un año después de convertirse en símbolo contra la violencia sexual, Gisèle Pelicot vuelve al tribunal para la apelación de uno de sus agresores

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Gisele Pelicot atiende al juicio de apelación en Nimes, Francia
Efe

Un año después de convertirse en el rostro de la resistencia contra la violencia sexual en Francia, Gisèle Pelicot reapareció este lunes en público para asistir al juicio de apelación de uno de los hombres condenados por violarla mientras estaba inconsciente. Su regreso al Tribunal de Apelación de Nimes marca un nuevo capítulo en una historia que ha sacudido a la opinión pública, y que ahora también se entrelaza con profundas heridas familiares.

Pelicot llegó al edificio escoltada por la Policía, que le abrió paso entre decenas de personas congregadas a las puertas del tribunal. A su alrededor, una multitud de periodistas, cámaras y simpatizantes llenaban la explanada. Entre aplausos y cánticos, subió las escaleras del tribunal alzando la mano en señal de gratitud, un gesto que ya se ha vuelto familiar desde su irrupción en la esfera pública en 2024.

La mujer, hoy de 73 años, entró acompañada por su hijo menor, Florian Pelicot, y por sus abogados Stéphane Babonneau y Antoine Camus. Su presencia no era obligatoria, pero, como explicó uno de sus letrados a la BBC, “ella siente que tiene la responsabilidad de estar presente hasta el final del proceso”.

Gisele Pelicot (izq.) acompañada de su hijo Florian Pelicot (der.), sale del tribunal penal de Gard, en Nimes.
EFE

El único que recurre: Husamettin D.

De los 51 hombres condenados por violarla entre 2011 y 2020 —incluido su entonces marido, Dominique Pelicot— sólo uno ha mantenido su recurso: Husamettin Dogan, un hombre de 44 años, condenado en primera instancia a nueve años de prisión por violación agravada. Los delitos se probaron gracias a vídeos y fotografías que el propio Dominique tomó y archivó meticulosamente durante casi una década.

Husamettin Dogan llegó al tribunal intentando pasar desapercibido: llevaba mascarilla quirúrgica, gafas oscuras, gorro, chaqueta y una muleta. No se descubrió el rostro hasta que el presidente del tribunal, Christian Pasta, se lo pidió formalmente para su identificación.

Ante el jurado y el público, reiteró su versión: “Nunca he violado a esta mujer, tengo el máximo respeto por ella, nunca tuve la intención (de violarla)”. También declaró: “Nunca supe que estaba inconsciente y drogada”. Aun así, reconoció que mantuvo “relaciones sexuales” con ella en presencia de Dominique Pelicot y que nunca había vivido “una situación similar”.

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Husamettin Dogan niega ser un violador
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“Para que la vergüenza cambie de bando”

El caso Pelicot fue calificado como el mayor juicio por violaciones en la historia de Francia. Dominique Pelicot, considerado el cerebro del plan, fue condenado a 20 años de prisión —la pena máxima— por haber drogado a su esposa y ofrecido su cuerpo a decenas de desconocidos contactados por internet. Los encuentros se producían en su vivienda de Mazan, un pequeño pueblo del sur del país, y eran sistemáticamente registrados en vídeo. Estas pruebas fueron cruciales para identificar y condenar a la mayoría de los implicados.

El primer juicio, celebrado en Aviñón en 2024, duró cuatro meses y se desarrolló a puerta abierta, una decisión sin precedentes que tomó la propia Gisèle. Lo hizo, según explicó entonces, “para que la vergüenza cambie de bando”. “No tengo que tener vergüenza, no tengo nada a reprocharme”, dijo en septiembre de aquel año. Su determinación convirtió su caso en un símbolo global de lucha contra las violaciones bajo sumisión química.

La apelación actual es, en la práctica, un nuevo juicio. Durante cuatro días, el jurado popular —compuesto por nueve ciudadanos y tres magistrados— volverá a examinar las pruebas, incluidas las grabaciones. El veredicto se espera para el jueves.

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Gisele Pelicot, junto a sus abogados, habla a los medios de comunicación tras conocer el veredicto en Aviñón
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Un símbolo público que paga un precio privado

Desde que decidió dar la cara, Pelicot ha recibido premios, reconocimientos internacionales e incluso una carta personal de la reina Camila. Ha sido incluida en la lista de las 100 personas más influyentes de la revista Time y homenajeada por asociaciones de víctimas. Sin embargo, esa visibilidad ha tenido un coste personal muy alto.

Tras el veredicto de 2024, Pelicot se retiró a la isla de Île de Ré, en la costa atlántica, para recuperar cierta intimidad. Pero incluso allí fue fotografiada sin su consentimiento, y su equipo legal tuvo que actuar contra una revista que publicó imágenes suyas con su nueva pareja. “Ella es una víctima de violación que se ha convertido en figura pública a pesar de sí misma”, recordó su abogado Antoine Camus.

La fractura familiar

Cuando empezó el primer juicio, Gisèle acudía al tribunal acompañada por sus tres hijos adultos: Caroline, David y Florian. Se mostraban unidos, arropándose mutuamente en un momento devastador.  Trece meses después, esa imagen de unidad ha cambiado drásticamente

La fractura se produjo cuando salieron a la luz fotografías de Caroline, semidesnuda y aparentemente dormida, encontradas en el ordenador de Dominique. Ella sostiene que las imágenes demuestran que también fue drogada y agredida sexualmente por su padre.

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Caroline Darian y su madre, Gisele Pelicot
EFE/KiloyCuarto

En marzo presentó una denuncia por incesto, que él niega. En el juicio de 2024, Gisèle evitó pronunciarse sobre esas acusaciones. “Y es como si el suelo se abriera bajo mis pies. Su silencio habló por sí solo. Marcó un punto de no retorno”, escribió Caroline posteriormente. “Yo era su única hija, no debería haberme soltado la mano, y menos en ese momento”.

Desde entonces, madre e hija no se hablan. Caroline se ha volcado en la lucha contra la “sumisión química” y no asistirá al juicio en Nimes. Su hermano David tampoco acudirá, en solidaridad con ella. Solo Florian permanece a su lado, como ocurrió este lunes a la entrada del tribunal.

El proceso que se abre en Nîmes no solo revisa la culpabilidad de un acusado; también vuelve a colocar a Gisèle Pelicot en el centro de un huracán judicial, mediático y familiar. Para muchos en Francia, este caso ha cambiado la forma de entender el consentimiento y ha visibilizado prácticas criminales difíciles de probar. Para Gisèle, significa revivir escenas grabadas de sus violaciones.

Este jueves, cuando el jurado pronuncie su veredicto, se cerrará —al menos judicialmente— el último capítulo penal del caso.