MOLDAVIA

Moldavia a prueba: si triunfa el bloque prorruso “el impacto sobre los derechos de las mujeres será negativo”

Moldavia llega a las elecciones en un contexto de fuerte polarización. Alina Andronache, del CPD, alerta sobre la importancia de la igualdad de género como indicador clave de la calidad democrática del país

Moldavia se enfrenta a unas elecciones parlamentarias decisivas en las que no solo se juega la continuidad de su rumbo europeo, sino también la solidez de su democracia y de sus avances en igualdad de género.  La presidenta Maia Sandu advirtió días antes de los comicios que “nuestra soberanía, independencia, integridad y futuro europeo están amenazados”, acusando al Kremlin de “gastar cientos de millones de euros en la compra de votos a ambos lados del Dniéster y más allá de las fronteras del país”. Mientras, la oposición prorrusa acusaba al Gobierno de ser “marionetas de Bruselas” y denunciaba intimidaciones contra sus votantes.

Con encuestas que sitúan al PAS (actual gobernante y pro-europeo) en torno al 28,6% de apoyo y al Bloque Patriótico (oposición pro-rusa) en el 13,9%, un tercio del electorado aún indeciso y una diáspora clave para definir al ganador, el desenlace sigue abierto.

La presidenta de la República de Moldavia, Maia Sandu, pronuncia un discurso en el Parlamento Europeo.
EFE

Consciente de ello, la institución moldava Centrul “Parteneriat pentru Dezvoltare” (CPD) ha elaborado, de cara a las elecciones, una serie de análisis que examinan el papel de las mujeres en la contienda: desde su acceso a las listas de candidatos hasta la disponibilidad de recursos económicos y la visibilidad mediática, sin olvidar el espacio que la igualdad ocupa en los programas de los partidos.

Artículo14 habla con Alina Andronache del CPD, quien sostiene que el avance logrado en la representación femenina es fruto directo de reglas claras y sanciones estrictas. Como resume, “lo que esto demuestra es simple: las reglas importan. Con cuotas claras, ubicación justa y sanciones reales, las mujeres dejan de ser nombres simbólicos en una lista y se convierten en actores políticos visibles y activos”.

El impacto de la cuota del 40%

El Código Electoral moldavo establece una cuota mínima del 40% para ambos sexos en las listas, con reglas de ubicación que obligan a incluir al menos cuatro personas del sexo opuesto por cada diez posiciones. Según el CPD, este marco ha permitido que en 2025 las mujeres representen el 44,5% de las candidaturas, una cifra que refleja un equilibrio relativo con respecto a procesos anteriores.

Para Andronache, el cambio ha sido radical: “imagínese una cámara parlamentaria donde casi la mitad de los diputados son mujeres. En Moldavia, esto se ha hecho realidad gracias al llamado sistema de doble cuota”. Pero recuerda que no siempre fue así: “cuando la simple cuota del 40% fue introducida en 2016, los partidos la trataban como un ejercicio de marcar casillas. Las mujeres eran colocadas al final de las listas, en posiciones sin opción de ser elegidas”.

Los simpatizantes del partido PAS participan en una marcha para apoyar el proceso electoral de las elecciones parlamentarias en el centro de Chisináu.
EFE

El salto se produjo al añadir sanciones: “la situación cambió drásticamente cuando se introdujeron reglas de ubicación y sanciones estrictas, incluida la negativa a registrar listas no conformes. El impacto fue inmediato. En la XI legislatura, las mujeres representaron más del 40% del Parlamento – un récord para Moldavia – y esa proporción se mantuvo estable durante todo el mandato, incluso cuando quedaron vacantes, ya que la ley exige que los escaños de mujeres sean reemplazados por mujeres”.

Insiste en que la diversidad no es solo cuestión de números: “más mujeres en consejos y en el Parlamento traen diversidad de perspectivas, colocan en la agenda temas ignorados durante años y demuestran que la política no es dominio de un solo género”.

Aunque la cuota asegura presencia, los recursos financieros definen la capacidad de competir. El CPD muestra que las candidatas en 2025 declararon ingresos medios de 280,7 mil lei (55 mil euros), frente a los 417,5 mil lei (82 mil euros) de los hombres, lo que significa que las mujeres solo concentran el 40,2% de los ingresos de todos los aspirantes.

Organizar una campaña implica gastos significativos en publicidad, logística y trabajo de campo. Los candidatos con más recursos parten con ventaja competitiva, y las mujeres, que en promedio ganan menos y tienen menos capital acumulado, comienzan en desventaja.

La brecha se refleja en la vida cotidiana. Según datos del CPD, en 2023 las mujeres moldavas ganaban un 15,6% menos que los hombres y dependían más de pensiones y pagos sociales.

Si bien existen incentivos financieros para los partidos –como las subvenciones adicionales por cada mujer elegida–, la desigualdad en el punto de partida individual continúa siendo una barrera.

El presidente del Parlamento de Moldavia, Igor Grosu (derecha), junto al primer ministro Dorin Recean (izquierda) y simpatizantes del partido PAS, participan en una marcha en apoyo al proceso electoral para las próximas elecciones parlamentarias en el centro de Chisináu.
EFE

Visibilidad mediática

El análisis del CPD revela que, durante la campaña de 2025, solo el 28,6% de los participantes en debates televisados eran mujeres, y en casi la mitad de los programas las mesas fueron exclusivamente masculinas. Incluso cuando aparecían, las mujeres tenían menos tiempo de palabra: un 37% del total.

Para Andronache, esta situación responde tanto a los partidos como a los medios. “El problema tiene dos caras – las prácticas de los partidos políticos y las de los medios – y cualquier solución real debe involucrar a ambos”. Denuncia que “con demasiada frecuencia, las mujeres están ocupadas con el arduo trabajo de base – puerta a puerta, reuniones con votantes – mientras los hombres toman el escenario nacional”.

La responsabilidad mediática es igualmente decisiva: “los periodistas deberían garantizar que las mujeres sean invitadas no solo para hablar de los llamados ‘temas de mujeres’, sino también sobre economía, justicia o seguridad nacional. Los medios no son observadores neutrales, son actores que pueden reforzar o desafiar estereotipos”.

Andronache subraya que la desigualdad no es solo cuestión de números: “el día en que veamos un debate con tantas mujeres como hombres será el día en que otra barrera habrá caído. Hasta entonces, cada voz femenina ausente en pantalla es un recordatorio de cuánto trabajo queda por hacer”.

A esto se suma la presión, ya que “las mujeres en televisión siguen siendo juzgadas por su aspecto más que por lo que dicen. Este doble estándar desanima a muchas a aceptar invitaciones, sobre todo si se les pide a última hora y no sienten que pueden prepararse”.

Los simpatizantes del Bloque Patriótico protestan frente a la Comisión Electoral Central (CEC) en Chisináu.
EFE

“La igualdad es parte de la solución”

El CPD ha identificado que en los programas electorales de 2025, el 50% de los partidos se ubican en el nivel más bajo de compromiso con la igualdad de género, con promesas superficiales o genéricas.

Andronache confirma que “lamentablemente, la igualdad de género sigue siendo un tema secundario, tanto para los partidos como para gran parte del electorado. Las plataformas se concentran en salarios, pensiones, infraestructura o corrupción, pero rara vez mencionan los derechos de las mujeres. Incluso un problema crítico como la violencia contra las mujeres está casi ausente, como si esta dolorosa realidad no existiera”.

A su juicio, esta omisión es estratégica: “los partidos creen que estos temas ‘no traen votos’, (…) pero lo que no entienden es que los problemas que más preocupan a la ciudadanía están directamente conectados con la igualdad de género”.

La conclusión es tajante: “la igualdad de género no está desligada de los grandes problemas que preocupan a los ciudadanos, sino que forma parte de la solución a estos problemas.”

Moldavia
Una vendedora con propaganda del PEB en el mercado central de Floresti
Efe

“Los derechos de las mujeres son frágiles”

Ante la posibilidad de que partidos pro-rusos o fuertemente conservadores ganen las elecciones, Andronache advierte: “el impacto sobre los derechos y oportunidades de las mujeres sería casi con certeza negativo. Hemos visto en la región que tales partidos promueven los llamados ‘valores tradicionales’, que en la práctica significan empujar a las mujeres de nuevo al rol de madres y amas de casa”.

Esto pone en riesgo “el progreso de los últimos años podría ralentizarse o incluso borrarse. En un sistema parlamentario como el moldavo, una nueva mayoría puede cambiar o derogar leyes con relativa facilidad. Eso incluye las protecciones contra la violencia doméstica, las medidas de igualdad laboral o la representación política”.

Para Andronache, la cuestión trasciende lo de género porque “cuando los derechos de las mujeres se degradan, no se trata solo de igualdad – suele ser una señal de que la democracia misma está bajo presión”.

Como recuerda Andronache,  con una mayor presencia femenina “el cambio se siente no solo en los números, sino también en el ambiente”. Pero advierte que “los derechos de las mujeres son frágiles: si bajamos la guardia, pueden ser arrebatados en un instante, casi tan fácilmente como cancelar un pedido en línea”.