Irán

Un régimen herido sopesa rendirse o morir matando

Escondido en su búnker de Teherán, el ayatolá Alí Jameneí guarda silencio tras la entrada de Estados Unidos en la guerra

escalada
Una mujer iraní que sostiene una bandera nacional grita consignas durante una manifestación contra Estados Unidos y Israel en Teherán
EFE/EPA/ABEDIN TAHERKENAREH

Nadie se atreve aún a dar por muerto al régimen nacido en 1979, un milagroso anacronismo -o no tanto- capaz de adaptarse a los tiempos en el corazón de Oriente Medio en importante medida gracias a la mezcla de inspiración religiosa y nacionalismo persa y, de manera particular, al antagonismo con el satán estadounidense y el no menos satán sionista. El enfrentamiento y la oposición a Occidente ha sido la raison d’être de la teocracia chií durante 45 años, y desde hace diez días el antagonismo es una guerra abierta iniciada por Israel en el momento quizás menos esperado -o no-, cuando la Administración Trump negociaba con el régimen iraní un acuerdo nuclear.

¿Descomposición, huida? ¿O morir matando? Es la pregunta que se deben de estar haciendo los más de 90 millones de iraníes en el momento en que Israel y Estados Unidos golpean ya al alimón las instalaciones nucleares y militares de la República Islámica después de que el Mosad liquidara en pocas jornadas la élite militar y científica del régimen empezando por los cargos más destacados de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria y el conjunto de las Fuerzas Armadas iraníes.

Irán
El líder supremo de Irán Ali Jamenei, ¿es el objetivo del Ejército israelí?
Efe/JKiloyCuarto

La destrucción de los enemigos de Israel

La formidable jugada recuerda a la ejecutada hace menos de un año en Beirut por la Inteligencia israelí en el Líbano, cuando fue capaz de eliminar en tres zarpazos a la élite militar de la más mimada de las criaturas del régimen iraní, el Partido de Dios, Hizbulá, incluido su esquivo secretario general Hasan Nasrala. El asesinato de Nasrala dio una pista a Tel Aviv tal vez relevante en esta hora decisiva: la desaparición de una figura casi mítica no desató ninguna reacción colectiva y realmente problemática -ya fuere por parte de milicias y grupos terroristas organizados o de lobos o comandos solitarios- contra intereses israelíes u occidentales en Oriente Medio y el mundo en su conjunto. Al contrario. Por ende, quizás el eventual asesinato del líder supremo, el ayatolá Alí Jameneí, no suponga el desencadenante de una acción colectiva en auxilio de la gran figura del islam chií y del antagonismo con Occidente sino todo lo contrario. El tiempo lo dirá.

Iraníes sostienen un retrato del líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, durante una manifestación contra Israel en Teherán
EFE/EPA/ABEDIN TAHERKENAREH

El líder supremo iraní se enfrenta a un momento decisivo

Porque la persona capaz de aceptar -antes de que no queden ya instalaciones nucleares que destruir por parte de la aviación israelí o estadounidense una salida honrosa al régimen y garantizar, al menos a corto plazo, su supervivencia es el ayatolá Alí Jameneí, al que la escalada total israelí contra el programa nuclear le ha pillado en los estertores de su liderazgo supremo a los 86 años (y desde 1989 en la cúspide del sistema). Una información publicada por The New York Times el fin de semana aseguraba que el líder supremo ha elegido ya la terna de la que tendrá que salir el sucesor desde su búnker situado al norte de Teherán. El ministro israelí de Defensa, Israel Katz, ya hablaba esta semana de los beneficios de su desaparición para la guerra y un cambio de régimen que el Gobierno de Netanyahu no disimula tampoco ya. La naturaleza irredenta del régimen nacido tras la revolución de 1979 y la idea del martirio propia del islam chií invita a creer que los ayatolás seguirán luchando hasta el último momento y que la traca final puede estar preparándose en forma de armas de mayor alcance que los misiles lanzados hacia territorio israelí estos días. Si no fuera el caso el régimen ha demostrado ser mucho menos temible con sus ataques con misiles y drones neutralizados muy mayoritariamente por el sistema defensivo israelí.

Entretanto, la población iraní sufre estos días doblemente olvidada por los análisis militares sobre la escalada. Doblemente porque los bombardeos israelíes contra zonas urbanas del país, incluido Teherán, los pone en peligro -el número de víctimas se sitúa al menos en el medio millar, aunque algunas fuentes lo elevan hasta casi las mil- como también temen el recrudecimiento de la dictadura. Como han relatado a Artículo14 fuentes en el interior del país, lejos de haberse relajado dada la situación bélica, la Policía de la Moral intensifica en las últimas horas su persecución de las mujeres que se resisten a cumplir con las exigencias indumentarias habituales del régimen en medio del pánico general. Y en un contexto de alejamiento de las clases urbanas y juventud respecto del régimen que no es nuevo y que tiene razones ideológicas pero también económicas.

Estado de un edificio en Tel Aviv tras el contrataque iraní
EFE/EPA

Apoyo al régimen y miedo al levantamiento

Una información de la BBC publicada este domingo también a partir de testimonios en Irán asegura que la población es consciente de la “parálisis” de unas autoridades “pilladas por sorpresa”. Entretanto, las autoridades tratan de mantener a toda costa prietas las filas organizando marchas de apoyo al régimen con partidarios que se juegan la vida en las calles de Teherán. Lo cierto, en fin, es que los iraníes no se han levantado contra un régimen que se tambalea.

Con el frente abierto de Gaza, y una transición política desde el terror de Hamás hacia una fórmula de arreglo político aceptado por el mundo árabe y Tel Aviv aún por resolver, Siria cada vez más inestable tras la llegada de los yihadistas a Damasco y la presencia aún activa de los hutíes en Yemen y una parte del arsenal de Hizbulá aún escondido en el Líbano, la inteligencia israelí y estadounidense podría optar por dejar al régimen la salida de la aceptación del acuerdo nuclear que hasta ahora Teherán rechazaba con su programa nuclear más que tocado y evitar una transición en un país complejo con más de 90 millones de almas. La oposición en el exterior simpatiza con la perspectiva del fin de la República Islámica pero teme por la destrucción del país y la pérdida masiva de vidas humanas. Y, entretanto, Reza Pahlavi, hijo del último sah de Irán y exiliado en Estados Unidos desde la Revolución Islámica de 1979, llama a un “levantamiento” del pueblo persa y pone la España de la Transición como ejemplo.