Opinión

Mazón, una piedra en el zapato de Feijóo

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A Alberto Núñez Feijóo le ha estallado la crisis de Carlos Mazón en el peor momento. Con las víctimas humilladas tras el funeral de estado de la pasada semana en Valencia y con Vox envalentonado al menos por las encuestas que le sonríen desde la Dana. Después de un año el Partido Popular tiene muy difícil recuperar ese espacio político a medio corto plazo en un territorio clave y todavía se sigue sin entender muy bien porque el presidente de los populares no ha decidido coger “el toro por los cuernos” desde el principio, sin diseñar una estrategia y en definitiva sin controlar la agenda y eso a pesar de los múltiples frentes judiciales que tiene Pedro Sánchez. Mazón ha sido realmente temerario porque ha aguantado un año probablemente mintiendo también a Génova con verdades a medias. Y Núñez Feijóo por eso de que en su día fue presidente autonómico ha decidido no actuar respetando la autonomía de los barones. El problema es que ahora está al frente de un partido y eso conlleva mando, autoridad y decisión. A Moncloa le han dejado un escenario idílico para su argumentario sobre la debilidad del presidente popular y la fuerza determinante de Vox. La crisis del PP les viene como agua de mayo en una semana difícil por el juicio del fiscal general del Estado y los dos nuevos informes de la Unidad Central Operativa (UCO): uno sobre la compra de mascarillas del ministro Ángel Víctor Torres a la trama de Víctor de Aldama y otro que sienta prácticamente en el banquillo a Koldo, Ábalos y Aldama. El PP no sabe manejarse cuando vienen mal dadas.

En Génova de nuevo han fallado las escuchas y las antenas y nadie ha querido darse cuenta de que la situación solo podía ir a peor. Un año después de la Dana el president está mucha más acorralado por la investigación de la jueza de Catarroja y no cabe duda de que en la negociación de su salida ha pesado su futuro judicial. Y doce meses después el resto de partidos han hecho su trabajo. Vox sosteniendo a Mazón para seguir cavando la fosa del PP y el PSOE recuperando el crédito entre los afectados tal y como se ha visto en el trato de las víctimas. Ahora al PP solo le queda encomendarse a Vox y esconder a un candidato que guste a los de Santiago Abascal y que evite la celebración de unas elecciones anticipadas que es lo que quería el expresident de la Generalitat y lo que rechazaba de forma tajante Génova. La historia se repite porque en su día Mazón tampoco se encomendó ni a Dios ni al diablo ni tampoco a Alberto Núñez Feijoo cuando dos semanas después de las elecciones en la Comunidad Valenciana anunció que metía a Vox en el gobierno valenciano. Génova tampoco dijo nada ni tampoco supo calibrar lo que suponía el movimiento de Valencia en plena campaña de las elecciones generales de julio del 2023. Pasó lo que pasó y aunque el PP ganó las elecciones es Sánchez quien gobierna.

A la espera de saber quien va a sustituir a Mazón, su dimisión es saludable y es una buena noticia para Feijóo en su complicado papel de ganar autoridad como aspirante a la presidencia del gobierno. No suena bien estar todo el día pidiendo la dimisión de Sánchez con argumentos de ética política cuando uno de los tuyos tiene motivos más que sobrados para irse a su casa. Mazón no fue elegante ni en el día de su despedida. Dedicó más tiempo a criticar al Ejecutivo de Sánchez y en hacerse la víctima que en acordarse de los 229 muertos en la comunidad. Mazón comunicó su renuncia con un discurso victimista en el que en mi opinión aludió de forma inapropiada al Rey y relegó a las víctimas a una mención muy secundaria. El hecho de que nos hayamos enterado a través de la periodista Maribel Vilaplana que después de la comida que compartieron ambos camino del aparcamiento estuvieron hablando de asuntos relacionados con el fútbol, cuando la riada destrozaba ciudades y pueblos, no contribuye a mejorar la imagen del que ha sido presidente de Valencia. Además no abandona las Corts y seguirá aforado para evitar ser llamado a declarar que es lo que más miedo le puede dar. Mazón ha sido lamentable de principio a fin además de inoportuno sobre todo con su propio partido porque el lunes también con su declaración institucional echó por tierra otro punto de inflexión que tenían pendiente los populares con el ejecutivo: la comparecencia del fiscal general ante el juez. Cada aparición que ha hecho Mazón ha supuesto una piedra más en el zapato de su partido.

El drama de Valencia ha significado una verdadera crisis de Estado, una de esas crisis que perforan el músculo social y trastocan la relación de los ciudadanos con la política. Los Reyes, el presidente del Gobierno, y el hasta ahora presidente valenciano, todo el escalafón institucional fueron abucheados por la gente que estaba indignada por el fatal retraso de los avisos de alarma y la tardanza en los auxilios. Por eso la dimisión de Carlos Mazón como presidente de la Generalitat valenciana abre un periodo en el que el interés general exige recuperar cuanto antes la estabilidad institucional. Mazón se va del mismo modo que ha actuado durante el último año: dejando un rastro de incompetencia, mucha insensibilidad, cero elegancia y dejando claro que ha pactado una salida política para sí mismo que le permite seguir como diputado autonómico.