Crianza

Las niñas enseñan a sus padres a ser mejores líderes

La crianza de las hijas favorece la gestión de equipos con mayor empatía y equidad. Casi el 80 % de los padres y el 75% de las madres que trabajan creen que es una lección magistral

El matrimonio Obama, con sus hijas Malia y Sasha, en una imagen de archivo
Shutterstock

Barack Obama aprovecha cualquier ocasión para contar que sus hijas Malia y Sasha han hecho de él un hombre más reflexivo, paciente y empático. Ha reconocido que incluso le han dado una lección de humildad frente a las tecnologías y las generaciones más jóvenes. Sin perder el humor, en una entrevista confesó que en el organigrama familiar estaba incluso por debate del perro. La mayor, Malia, ha ejercido especial influencia en su manera de pensar y actuar políticamente, sobre todo en cuanto a la ética del trabajo, la integridad personal y la sensibilidad hacia la juventud.

Michelle Obama y su hija mayor, Malia
KiloyCuarto

La independencia intelectual y el idealismo de sus hijas le han impulsado a mantenerse fiel a sus principios, incluso cuando las decisiones políticas han sido difíciles o impopulares. ¿Habría podido decir lo mismo si hubiese tenido hijos varones?

Aunque sutiles, hay diferencias neurobiológicas

La paternidad cambia la forma de ver el mundo, pero en el caso de las hijas, su crianza puede ser toda una lección magistral de liderazgo y autoridad. No es una cuestión de sentimentalismo ni de inclinación hacia las ellas frente a los hijos, sino una cuestión que se puede explicar desde ciertas diferencias neurobiológicas.

Investigaciones con resonancia magnética funcional han revelado mayor conectividad entre los hemisferios cerebrales, lo que favorece la integración entre razonamiento lógico y emocional. Es decir, mayor empatía, comunicación y colaboración, habilidades valoradas en estilos de liderazgo transformacional o participativo. No es que nazcan líderes, sino que podrían tener rasgos cognitivos útiles para la gestión de equipos. En cualquier caso, gracias a la neuroplasticidad, tanto las niñas como los niños pueden desarrollar su capacidad de liderazgo fortaleciendo destrezas emocionales, comunicativas o ejecutivas.

Lo que sí es cierto es que las niñas puntúan ligeramente más alto en empatía afectiva, suficiente para explicar su mayor socialización y expresión emocional desde edades muy tempranas. Todo ello incide en sus respuestas cooperativas y decisiones sociales, algo que va calando en los padres.

La generación Z lo agradece

El asunto se ha convertido en los últimos meses en contenido habitual en las redes sociales, donde jóvenes trabajadores de la Generación Z comentan que conectan mejor los jefes que, casualmente, tienen hijas. Encuentran que son más conscientes de la justicia y los prejuicios en sus equipos de trabajo. Como ejemplo, las palabras de una TikToker emocionada, @mk.coles: “Cuando tu mentor de la Generación X, un padre de niñas, en el trabajo te dice que está orgulloso de ti”.

@mk.coles

Gen x girl dad boss > millennial girl boss

♬ Cry – Cigarettes After Sex

La comunicación entre padres e hijas favorece el conocimiento de la brecha de género que sufren tanto en los colegios y actividades deportivas como en otros ámbitos. Esto lleva a una percepción diferente del mundo y a una implicación más firme en la lucha por la igualdad y en el deseo de no repetir como líderes las injusticias que provoca este tipo de sesgos. Acaban asumiendo la empatía como una de sus fortalezas. Y no son pocos los hombres que se avergüenzan de los chistes machistas que contaban antes de la paternidad.

En primates, el macho alfa no infunde miedo

El psicólogo y primatólogo Frans de Waal ya observó en sus investigaciones que los machos alfa más exitosos solían mostrar los niveles más altos de empatía. Su posición no venía desde la intimidación o la fuerza bruta, sino fomentando la cooperación, las alianzas y la sensibilidad hacia los demás. En los grupos humanos, los mejores líderes inspiran también cooperación y confianza, no miedo.

Una investigación en la Universidad de Chapman confirmó que los ejecutivos corporativos que gestionan algunas de las empresas públicas más grandes de Estados Unidos se ven influenciados por sus hijas. “Cuando el director ejecutivo de una empresa tiene una hija, la calificación de responsabilidad social corporativa es aproximadamente un 9,1 % superior a la de una empresa mediana”.

Casi el 80 % de los padres y el 75% de las madres que trabajan creen que ser padre o madre los convierte en mejores líderes, corrobora un estudio de Berlin Cameron. Son más empáticas, más eficientes y más respetuosos con el tiempo de todos. “Incluso nuestros compañeros de trabajo que no tienen hijos coinciden en que tener un jefe que es padre significa que esos jefes suelen ser mejores capaces de realizar múltiples tareas a la vez y comprenden mejor el equilibrio entre la vida laboral y personal”, detallan sus autores.

Expone declaraciones como la de una jefa de Bring Your Human to Work, que asegura que ser madre la convirtió en una persona capaz de leer entre líneas: “Un bebé puede parecer molesto por una cosa, pero tenemos que investigar los diferentes tipos de llanto y aprender quién es nuestro bebé. No existe una técnica universal, lo cual, por supuesto, también ocurre con los empleados en el trabajo”. “Como jefa, fomento la misma política y les digo a mis empleados que si se van a arrepentir de perderse un evento familiar o algo importante, no se lo pierdan”, indica otra.

La forma más pura de liderazgo

Especialmente las niñas son una influencia positiva, cuando el vínculo es sólido. Y los beneficios son mutuos. También ellas desarrollan niveles saludables de autoestima, empoderamiento, bienestar psicológico y valores de igualdad. Incluso la competencia en matemáticas y ciencias puede verse influenciada por esta conexión.

En general, los padres y madres ganan sabiduría durante la crianza válida para gestionar equipos. Hay muchas coincidencias: expectativas altas, responsabilidades, retos exigentes y espacios para dejar que cada individuo piense y actúe de forma independiente. La paternidad puede que sea, por tanto, la forma más pura de liderazgo.

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