Durante siglos, en muchas culturas del mundo, los hijos varones fueron considerados una bendición indiscutible. Eran vistos como herederos del apellido, de la riqueza familiar y garantes de la continuidad del linaje. Sin embargo, una sorprendente transformación global está tomando forma. Según un extenso reportaje publicado por The Economist el 5 de junio de 2025, la histórica preferencia por los varones está desvaneciéndose en países en desarrollo, mientras que aumenta la inclinación por las niñas.
El fenómeno tiene una expresión cultural llamativa: las llamadas gender reveal parties, celebraciones cada vez más populares donde se anuncia el sexo del bebé con humo de colores, confeti o globos. Aunque suelen estar cargadas de entusiasmo, algunas de estas fiestas se han viralizado en redes sociales por motivos muy distintos. En un vídeo citado por The Economist, una futura madre rompe en llanto al saber que espera un niño. Aunque su pareja intenta consolarla, la tristeza es evidente. Este tipo de escenas ha dado lugar a una nueva tendencia en redes sociales: los llamados “gender disappointment videos”, que acumulan millones de visualizaciones y muestran a padres decepcionados por no tener una hija.
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50 millones de niñas menos de lo esperado
Durante décadas, especialmente en países como China e India, la preferencia por los varones derivó en prácticas como la selección prenatal del sexo y el aborto selectivo, facilitado por la generalización del uso del ultrasonido desde los años 80. Como resultado, The Economist calcula que desde 1980 nacieron aproximadamente 50 millones menos de niñas de lo que cabría esperar naturalmente. En el año 2000, la diferencia alcanzó un pico alarmante de 1,7 millones de nacimientos masculinos “de más”. Sin embargo, este 2025, esa cifra se ha reducido drásticamente a unas 200.000.
El cambio es evidente en países como Corea del Sur, donde en 1990 nacían 116 niños por cada 100 niñas. En los casos de los terceros hijos, la cifra aumentaba excesivamente: 200 niños por cada 100 niñas. Hoy, el país ha vuelto a una proporción cercana a la natural. China y la India también muestran mejoras: en China la relación bajó de 117 en los años 2000 a 111 en 2023, y en India de 109 en 2010 a 107 en 2023. Encuestas en Bangladesh y en África subsahariana revelan que muchas familias desean tener tanto hijas como hijos.

80% de padres que usan la técnica de selección de esperma eligen tener una hija
Los países más desarrollados muestra una evolución distinta, e incluso inversa. En Japón, por ejemplo, el 75% de las parejas que solo quieren un hijo dicen preferir una niña, una cifra muy superior al 48,5% de 1982. Encuestas similares en países como Portugal, Países Bajos, Lituania, República Checa y Finlandia revelan un patrón consistente: las niñas son percibidas como una opción más deseable.
Aunque en la mayoría de los países desarrollados esta preferencia aún no altera significativamente la tasa de nacimientos según sexo, sí se manifiesta en áreas como la adopción y los tratamientos de fertilidad. En clínicas como New York City IVF, donde se permite elegir el sexo del bebé mediante fecundación in vitro, “en el pasado, todo giraba en torno a los niños”, explica Alyaa Elassar. “Pero cada vez más, los padres optan por niñas”. De hecho, el 80% de los padres que usan la técnica de selección de esperma eligen tener una hija.
El deseo por tener niñas también se refleja en los procesos de adopción. En Estados Unidos, según un estudio de 2010, algunos padres estaban dispuestos a pagar hasta 16.000 dólares más para adoptar una niña. Y en Corea del Sur, la mayoría de los niños adoptados son niñas.

¿Por qué este cambio?
Las respuestas son complejas. Algunos padres consideran que las niñas son más fáciles de criar, menos agresivas, más afectuosas y emocionalmente más accesibles. En palabras de padres encuestados por la psicóloga Abbie Goldberg, las niñas son “más interesantes”, “más complejas” y “menos físicamente desafiantes”.
Pero también hay factores sociales más profundos. En países como China, los padres buscan evitar que sus hijos vivan la frustración de ser uno más entre millones de hombres solteros, o de enfrentar los altísimos costes de conseguir vivienda para casarse, una expectativa cultural que recae principalmente sobre los varones. Otros especialistas señalan que la percepción de que las hijas cuidarán mejor de sus padres en la vejez también influye, incluso en sociedades altamente igualitarias como las escandinavas.
También hay un componente de crítica cultural hacia la masculinidad contemporánea. En su libro BoyMom: Reimagining Boyhood in the Age of Impossible Masculinity, Ruth Whippman señala que los temores sobre criar hijos varones son cada vez más amplios. Habla de miedos como que se conviertan en “violadores, asesinos escolares, incels, inmaduros o agresores verbales”. La cultura #MeToo y casos mediáticos como los de Harvey Weinstein o Jeffrey Epstein han profundizado el escrutinio sobre el comportamiento masculino, generando una percepción negativa sobre los varones desde edades tempranas.
“Próximo paso” en la igualdad de género
La situación de los niños y adolescentes en el mundo desarrollado no es prometedora. Tienen mayores tasas de fracaso escolar, son expulsados con más frecuencia, se suicidan más, y son mayoría entre las víctimas y perpetradores de violencia. En Estados Unidos, la brecha de género en la universidad es ahora mayor que en 1972, aunque esta vez con hombres como los más desfavorecidos.
Este panorama ha captado la atención política. Noruega creó en 2022 una Comisión de Igualdad Masculina y, en 2024, concluyó que atender los problemas de hombres y niños debía ser el “próximo paso” en la igualdad de género. Estados como Utah, Maryland y Michigan en EE.UU. también han impulsado programas para abordar el bienestar masculino.
Aunque aún no se observa una discriminación sistemática contra los varones, el hecho de que crezca la preferencia por las niñas no es neutro. Como señala Lisa Eklund, de la Universidad de Lund: “Hay poca evidencia de que el deseo por tener hijas se traduzca en un comportamiento que discrimine a los niños”.
A futuro, la tecnología podría cambiar esto. Los test para conocer el sexo del bebé a las seis semanas y el abaratamiento de la fecundación asistida podrían facilitar decisiones antes impensables. Si la preferencia por niñas persiste y se vuelve más accesible actuar sobre ella, el mundo podría vivir una nueva distorsión demográfica, esta vez con niños “faltantes”.