016/ Ni una más

Así se gesta un asesinato machista entre jóvenes: control, ruptura, emboscada y crimen

Este jueves comienza el juicio contra Johan, un joven que tenía 19 años cuando asesinó a su expareja, Claudia, de 17, en 2022. Reconstruimos a través de los escritos de Fiscalía y acusación cómo se gestó el crimen machista

Claudia era una niña —una adolescente— cuando conoció a Johan, apenas un año antes de que la asesinase. Ella tenía unos 16 años; él, 18. Fue una relación intermitente que surgió en el instituto Juan de la Cierva de Totana, donde compartían patio. Comenzó en noviembre de 2020 y finalizó en diciembre de 2021. Dos meses después, en febrero de 2022, Johan le asestó 79 puñaladas.

Este jueves comienza el juicio contra Johan en la Audiencia Provincial de Murcia. Fiscalía y acusación piden 25 años de prisión para el joven por un delito de asesinato consumado, perpetrado con alevosía y ensañamiento, con las agravantes de parentesco y por razón de género.

Los escritos de la Fiscalía y de la acusación particular dibujan una relación de maltrato marcada por varios de los indicadores de riesgo que los expertos señalan como banderas rojas en cualquier relación, especialmente entre los más jóvenes, y que sirven para entender cómo funcionan las relaciones de violencia de género.

El asesino le decía a Claudia cómo debía vestirse

Según el escrito del fiscal, Johan imponía a Claudia su atuendo. Es una actitud frecuente entre maltratadores: una forma de control psicológico y un síntoma temprano de violencia de género. Decirle a alguien cómo debe vestirse no es una muestra de cariño ni de preocupación, sino una forma de imponer poder sobre la otra persona. El mensaje de fondo es: “Tu cuerpo y tus decisiones no te pertenecen; me pertenecen a mí”.

Johan le imponía con quién podía relacionarse

Otra de las imposiciones de Johan era decidir con quién podía relacionarse Claudia. Al igual que la anterior, es un intento de control. Elegir amistades o vínculos sociales forma parte de la libertad individual; si tu pareja te dice con quién puedes hablar o salir, está invadiendo un terreno que no le corresponde: tus decisiones personales.

Intimidaba a los amigos de Claudia para que intercedieran por él

Aunque Johan engañaba a Claudia con otras chicas, buscaba mantener sobre ella una “voluntad de dominación machista”. Por eso no dudó en amedrentar a los amigos de la joven para que hablaran bien de él y Claudia restase importancia a su comportamiento. Amedrentar o presionar a los amigos de la pareja no es un gesto de amor ni de desesperación: es una forma de violencia y control extremo. Busca aislar, intimidar y dominar no solo a la víctima, sino también a todo su entorno.

Publicaba en redes sociales fotos de ellos juntos para recuperarla

El escrito de la acusación particular asegura que Johan publicaba en redes sociales imágenes de ellos juntos o de lugares especiales “con el propósito de originar un sentimiento de culpa en la menor que la coaccionara para volver a estar juntos”. Se trata de una forma de manipulación emocional y de control social que puede parecer “romántica” en apariencia, pero que, en realidad, vulnera los límites, la privacidad y la voluntad de la otra persona. Cuando se hace con la intención de generar culpa, nostalgia o presión, se convierte en una forma de manipulación emocional.

De ahí que el abogado de la familia de la joven, Raúl Pardo-Geijo, remarcase en su escrito “la voluntad de dominación machista que presidió el ánimo del crimen” y el “carácter celoso, vindicativo y controlador” de Johan.

El momento de la ruptura, el más delicado

Tras una relación marcada por el control y los celos, Claudia rompió con Johan en diciembre de 2021. Dos semanas antes del crimen volvieron a estar juntos, pero el 6 de febrero de 2022, dos días antes del asesinato, volvieron a verse y Claudia le contó que había conocido a otro chico y no quería seguir con él.

Los indicadores de riesgo en las relaciones de maltrato se repiten
KiloyCuarto

A partir de ese momento, según la Fiscalía, Johan planificó el asesinato. En unos vídeos que realizó tras el crimen —según publicó La Verdad— afirmó: “Siempre he tenido ganas de matar a alguien. Lo tenía en mente desde hace tiempo”.

La excusa de quedar para devolverse objetos personales

El día del crimen, Johan escribió por WhatsApp a Claudia con la idea de convencerla para que acudiese a su casa “con el pretexto de devolverse mutuamente las cosas que ambos tenían del otro, una vez que habían finalizado su relación”.

El acto de “devolverse las cosas” se percibe como algo civilizado, una manera de cerrar el ciclo, lo que puede llevar a que la víctima se confíe, acuda sola o sin tomar medidas de seguridad, pensando que será un encuentro breve o tranquilo. El agresor, en cambio, puede aprovechar ese momento de vulnerabilidad. Los expertos recomiendan no acudir sola, pedir acompañamiento policial o familiar, o usar intermediarios para el intercambio de objetos.

Todo formaba parte, según la Fiscalía, de un plan preconcebido para atacarla. “El acusado eligió el lugar donde iba a cometer el ataque (el trastero), seleccionó la hora (sobre las 16 horas) y preparó el cuchillo con el que perpetrar la agresión, escogiendo uno al que tenía especial aprecio por tratarse de un regalo procedente de una relación anterior que presentaba forma de pluma estilográfica”.

Tras atraerla hasta su casa, la convenció para bajar al trastero del garaje a buscar sus cosas. El fiscal hace hincapié en que el joven buscaba así “llevarla a un sitio apartado, pequeño y sin afluencia de personas respecto a las que pudiera solicitar ayuda, asegurándose con ello la imposibilidad de defensa de la víctima”.

Una vez allí, le propinó hasta 79 puñaladas en diversas zonas de la espalda, del cuello, los brazos, el abdomen, los glúteos y la cara. El Ministerio Fiscal subraya que incrementó “el sufrimiento de la menor, causándole padecimientos innecesarios para conseguir su objetivo”.

Si algo de lo que has leído te ha removido o sospechas que alguien de tu entorno puede estar en una relación de violencia puedes llamar al 016, el teléfono que atiende a las víctimas de todas las violencias machistas. Es gratuito, accesible para personas con discapacidad auditiva o de habla y atiende en 53 idiomas. No deja rastro en la factura, pero debes borrar la llamada del terminal telefónico. También puedes ponerte en contacto a través del correo o por WhatsApp en el número 600 000 016. No estás sola.