Convencidas de que Europa les abriría las puertas a un trabajo digno, muchas mujeres llegaron a España con la esperanza de empezar una nueva vida. Creían que era su oportunidad, que aquí encontrarían algo mejor que lo que dejaban atrás. Eso era lo que les habían prometido.
El sueño europeo convertido en pesadilla
Sin embargo, se toparon con una trampa: ofertas laborales inexistentes. Y lo peor de todo: en muchos casos, incluso sus propias familias o personas de confianza fueron quienes las impulsaron, quienes las animaron para dar el paso, sin sospechar que lo que les esperaba era la explotación sexual. El llamado “sueño europeo” se convirtió en una pesadilla de violencia, esclavitud y terror. Nadie les dijo nunca la verdad.
Las redes de trata se aprovechan de la vulnerabilidad de las mujeres, de la pobreza y de la falta de oportunidades en sus países de origen. La directora ejecutiva de APRAMP, Rocío Mora, lleva 40 años ofreciendo junto a su equipo una atención integral a las víctimas. Durante ese tiempo han comprobado en primera persona la cantidad de países de los que las mujeres y niñas son captadas. “Son víctimas de más de 59 nacionalidades diferentes. Si bien hace unos años los países de origen prioritarios procedían de Europa del Este o de África (Rumanía o Nigeria), en estos momentos los países Iberoamericanos son mayoritarios”, explica.
Explotadas sexualmente desde que eran menores
Durante 2024, la mayoría de las mujeres atendidas por esta asociación procedían de Colombia, Venezuela y Paraguay. De hecho, el 40,7% de las mujeres recibidas por APRAMP el año pasado afirmaron haber comenzado a ser explotadas sexualmente siendo menores de edad.
La captación de mujeres y niñas se adapta a cada contexto, pero es cierto que la explotación sexual sigue patrones. Además de las falsas ofertas de empleo, el engaño emocional es uno de los más comunes. Es el conocido como el método ‘Loverboy’.
El método ‘Loverboy’
“El captador o explotador se presenta como pareja sentimental, genera confianza y, cuando ha conseguido la vinculación emocional comienza el control, aislamiento, manipulación y, finalmente, la explotación”, añade Mora.
Su patrón es casi siempre el mismo: promesas de amor, un futuro idílico compartido y cuando ya tiene la absoluta confianza de la víctima, la relación se transforma en una espiral de violencia y explotación.
A esto se le suman otras formas de captación como el endeudamiento, la coacción o las amenazas directas a las víctimas o miembros de su familia. Son estrategias perfectamente planificadas.
Factores de riesgo
Ser mujer, pertenecer a una familia desestructurada, tener un estado de absoluta vulnerabilidad, bien por factores socioeconómicos u otros motivos, o encontrarse en un país donde hay un conflicto bélico son algunos de los factores de riesgo que señala Mora.
De hecho, una de las iniciativas de APRAMP desde que comenzó la guerra en Ucrania fue una campaña informativa con medidas preventivas y de seguridad para las mujeres y familias refugiadas en España. Su objetivo fue ayudarlas a identificar los riesgos de ser captadas por grupos criminales y saber cómo pedir ayuda.
Otro punto de inflexión en estos últimos años fue la pandemia. Durante el confinamiento hubo un “cambio de paradigma a la hora de captar y explotar, encontrando en las redes sociales y medios digitales el mejor y nuevo espacio para captar y explotar”, recuerda la directora ejecutiva de APRAMP.
Las señales de alerta
La ausencia de documentos de identidad, como el pasaporte, que suele ser retirado por parte de la red criminal, la desconfianza hacia las fuerzas de seguridad, el acompañamiento excesivo, restricciones en el uso de su teléfono móvil y el control por parte de una persona que pertenece a esa mafia son algunas de las señales de alerta que se pueden detectar.
El papel clave de las supervivientes
Desde APRAMP reconocen la labor fundamental de las supervivientes que trabajan codo con codo con ellas. Porque la identificación y la empatía que una mujer puede desarrollar habiendo vivido lo mismo, es la forma más eficaz de poder llegar a ellas. El acompañamiento durante su proceso de recuperación es imprescindible.
Por ello, la lucha contra la trata exige mirar más allá y reconocerla, de una vez, como una forma extrema de violencia machista que priva a las mujeres y niñas de su libertad y dignidad.
Para afrontarla de manera real y efectiva, es necesario actuar en todos los frentes: prevenir la captación, perseguir a quienes explotan y sostienen la demanda, proteger a las víctimas y dar voz a las supervivientes que conocen de primera mano el camino de salida. Sin ellas, sin las entidades especializadas y sin una buena coordinación entre administraciones, cualquier estrategia de actuación contra la trata queda incompleta.
Por eso desde APRAMP y otras asociaciones especializadas, insisten en la urgencia de aprobar una Ley Orgánica Integral que unifique la respuesta en todo el territorio español y garantice los derechos básicos de las víctimas. De lo contrario, el “sueño europeo” con el que las mafias engañan, extorsionan y explotan diariamente a niñas y mujeres seguirá impune. La única forma de combatirlo es construir una sociedad que deje de mirar a otro lado, que deje de normalizar la prostitución y que apueste, también, por la libertad de estas mujeres.