En el mundo angloparlante, el concepto “midlife crisis” se refiere a un periodo de reflexión y auto cuestionamiento personal que ocurre en determinadas etapas de la vida cuando la vida parece presionar un poco más fuerte de lo habitual. La ansiedad, la insatisfacción, la desazón, la preocupación por el futuro y los logros llevan al que la sufre a cambios importantes en el estilo de vida, o a buscar nuevas metas. Quizá las más habituales (retratadas en multitud de películas, como Entre Copas, American Beauty, Lost In Translation, etc) sean las de los 40, sin embargo, bastante antes llega otra: la crisis de los 25.
Igual que en su momento inspiró a la cantante inglesa Adele (llegando a poner nombre a su tercer disco), ahora ha golpeado a Natalia Lacunza. Esta conexión se ejemplifica perfecta y curiosamente en una línea de Hello del disco de la británica: “They say that time’s supposed to heal ya, but I ain’t done much healing”. Este sentimiento refleja el alma y título de lo nuevo de la navarra, N2STAL5IA, un disco que pone al oyente en la piel de la extriunfita en una experiencia universal: la de sentirse solo y perdido en el mundo, pero seguir adelante pese a todo.

Tras su paso por Operación Triunfo en la segunda edición tras la vuelta del programa (la de 2018), Natalia Lacunza comenzó su carrera en solitario. Tras un par de EPs (Otras Alas (2019), EP2 (2020)) que auguraban una interesante carrera dentro del pop indie, melancólico e íntimo, la cantante pamplonesa sacó un gran primer disco, Tiene que ser para mí, en el que ya se veían muchos de los puntos fuertes de este nuevo LP: las letras personales y descarnadas, el gusto por lo pop mezclado con sonidos electrónicos, rockeros o propios del RnB, un aura melancólica y, por supuesto, una voz que embelesa.
La presión del segundo disco
Como sucede a tantos músicos, la ansiedad acosó a Lacunza en la preparación de su segundo trabajo. A finales de 2023, decidió poner pausa al ritmo de vida de grabaciones, conciertos y giras de promoción y dedicarse a componer. Este cambio la llevó a un periodo de reflexión que ahora se ha transformado en N2STAL5IA. El arco emocional que recorre el disco, lleva desde la angustia, arrancando con la pegadiza Apego Feroz hasta los momentos de bajón de Otro Culito o las rabietas propias de alguien que está harta (ella misma reconoce que Sabes Qué??? es su canción favorita del álbum).

El disco habla de rupturas amorosas, de perder amistades, de dudas e incluso de cómo el síndrome del impostor bloquea a un artista cuando la presión le atosiga. De la mano de su productor habitual, Pau Riutort y rodeada de un amplio y talentoso equipo entre los que figuran Gara Durán, Barry B, Ganges o Diego900, la cantante navarra quería que este disco significara “tiempo y pausa” para el oyente igual que lo hizo para ella. El pop de Natalia Lacunza aquí es más versátil que nunca. Desde el estilo funky de Un Castigo, junto a Jesse Baez, hasta la bossa de Rápido, el bedroom-pop con referencia a radio Futura incluida en Te enamoraste o hasta el pop-trap de Mal de 2.
En tan solo 35 minutos (aunque en varias de las canciones como Singapur o NOKIA se eche en falta más tiempo), Lacunza realiza una queja existencial que representa a toda una generación. Una promoción que no termina de entender qué se espera de ellos, cuál es su lugar en el mundo ni si llegarán a alcanzar lo que se proponen. Sin embargo, pese a ser nostálgico, el disco no es desalentador. En la conclusión y clímax emocional del trabajo, PLASTILINA, la navarra canta “Mi condición / Es para toda la vida / La sensación / De miedo y adrenalina en el corazón / Para querer sin medida (…) Quiero ser de aire y volar ligero / Y yo sé que voy a encontrar el modo“.


