La crítica despiadada

Por qué tanta gente odia ‘Girls’, y por qué no hay motivo

Comienza “La crítica despiadada”, una serie de verano que examina sin filtros ni condescendencia las ficciones que marcaron a una generación. Empezamos con ‘Girls’, la serie que convirtió la autocomplacencia millennial en sátira feroz

Girls
Fotograma de la serie de HBO dirigida por Helena Dunham, `Girls´.

“No quiero asustaros, pero creo que podría ser la voz de mi generación… o al menos una voz, de una generación”, declaró Hannah Horvath en el primer episodio de ‘Girls’, probablemente sin imaginar que, desde entonces, la frase perseguiría a la serie para siempre. Porque aquellas palabras dieron a entender a buena parte de su público que la nueva ficción iba a ofrecer un estudio antropológico de ese segmento de población conocido como los ‘millennial’; y porque la actriz que las había pronunciado, Lena Dunham, no solo era la coprotagonista de la serie sino también su creadora, guionista y directora, y eso incitó a muchos a asumir que, cuando la tal Hannah hablaba, eran los pensamientos de Dunham lo que expresaba. ¿Y quién se había creído aquella niñata de 26 años que era para considerarse portavoz generacional?

girls
Fotograma de la serie de HBO dirigida por Helena Dunham, `Girls´.

Centrada en cuatro veinteañeras que tratan de abrirse camino en el ámbito laboral y el privado en la ciudad de Nueva York, ‘Girls’ fue una de las primeras series discutidas, analizadas y criticadas de forma masiva en foros de internet y redes sociales y, por consiguiente, de las primeras sobre las que la gente se atrevió a opinar sin tener un criterio fundado.

Desde el principio, quien más quien menos decidió que tenía algo que decir sobre Dunham, y la tendencia se prolongó a lo largo de las seis temporadas que la serie acumuló hasta su cancelación en 2017.

Por un lado, entre la nutrida legión de amantes de la serie fueron muchos quienes la equipararon con Woody Allen y Louis C.K. en una época en la que ese tipo de comparaciones resultaban increíblemente elogiosas.

Por el otro, desde el principio ‘Girls’ exhibió una extraordinaria habilidad para cabrear a la gente y ser detestada; y la propia Dunham parecía sentirse a gusto y venirse arriba con la polarización, estimulando con su actitud esa capacidad para generar afecto y repulsión por igual.

Los ‘millennial’, nacidos entre 1982 y 2004, han sido sistemáticamente estigmatizados por las generaciones anteriores, que los consideran unos vagos y unos consentidos. Y, aunque la realidad quizá no respalde esa opinión, ‘Girls’ sí parece hacerlo porque, mientras aborda temas relevantes como el aborto y los abusos sexuales, demuestra esforzarse por retratar a sus protagonistas como un hatajo de narcisistas mayormente horribles, el tipo de personas que el resto del mundo se siente inclinado a evitar como se evitan las enfermedades venéreas.

La serie 'Girls', creada y protagonizada por Lena Dunham, marcó un antes y un después en la historia de las series
La serie ‘Girls’, creada y protagonizada por Lena Dunham, marcó un antes y un después en la historia de las series

Si en la década de los 00 buena parte de las mujeres solían preguntarse cuál era el personaje de ‘Sexo en Nueva York’ al que más se parecían, eso mismo nunca sucedió con los de ‘Girls’. Nadie quería parecerse a Marnie (Allison Williams), una manipuladora pasivo-agresiva y ególatra patológica; ni a Shoshanna (Zosia Mamet), extremadamente criticona e increíblemente esnob; ni a Jessa, tan pretenciosa y insoportable que, en el cuarto episodio de la tercera temporada, una chica fingió su propia muerte para escapar de su amistad con ella; ni por supuesto Hannah (Dunham), del todo incapaz de asumir responsabilidades en nada y proclive a expresar opiniones inflexibles incluso -sobre todo- de asuntos que desconoce; pensándolo bien, en ese sentido quizá sí sea la voz de una generación.

Sí, las cuatro son cretinas malcriadas por sus padres que se creen mejores que el resto de los mortales y se comportan como si el mundo les debiera algo; a su lado, las Kardashian parecen gente altruista. Pero la gracia de ‘Girls’ está en que es plenamente consciente de ello. No pretende validar su comportamiento y mucho menos celebrarlo, porque fue diseñada a modo de sátira. Y que buena parte de sus espectadores no lo entendieran revela una misógina estrechez de miras -porque, después de todo, ¿cómo iba una mujer a ser capaz de tener tanta mala baba?– que la propia serie ayudó a superar.

Para explicar las más virulentas críticas que sus seis temporadas recibieron, eso sí, también debe tenerse en cuenta el odio que Dunham se las arregló para generar entre la opinión pública, por varios motivos.

De entrada, y a pesar de que las cuatro protagonistas de ‘Girls’ son todas hijas de artistas famosos o figuras mediáticas, es sobre todo ella quien fue culpada por el nepotismo consustancial a la serie, y ciertamente resulta fácil entender que a mucha gente le pareciera mal que alguien tan privilegiado como Dunham, que creció en un casoplón valorado en más de 6 millones de dólares y ubicado en la zona más exclusiva de Manhattan, fuera encumbrada como el nuevo rostro del feminismo.

Girls
Lena Dunham (medio), Zosia Mamet (izquierda) y Allison Williams (derecha) sujetan el Golden Globe por Best TV Series – Comedy or Musical con ‘Girls’ en 2013. EFE/EPA/PAUL BUCK

Puesto que era su máxima responsable creativa, además, fue la señalada por la falta de diversidad étnica de la serie, anclada en una versión totalmente caucásica de una ciudad tan multicultural como Nueva York. Y, entretanto, ella misma se encargó de agravar sus problemas de imagen dando rienda suelta a su tendencia a decir cosas inapropiadas. “No he abortado, pero desearía haberlo hecho”, afirmó públicamente en una ocasión, y no dudó en apresurarse a defender a uno de los guionistas de ‘Girls’, Murray Miller, cuando fue acusado de violación por una de sus actrices ocasionales, Aurora Perrineau. Sin embargo, los más nocivos ataques recibidos por Dunham -los insultos más graves, las peores humillaciones- se centraron en su apariencia física y su insistencia en aparecer desnuda frente a la cámara.

Pero a ese respecto es necesario aplaudir ‘Girls’ por su valentía a la hora de retratar el sexo con una naturalidad hasta entonces nunca vista en televisión o, dicho de otro modo, de convertir los momentos de intimidad sexual de los personajes en situaciones torpes, mecánicas, a menudo tensas y casi siempre embarazosas; es decir, parecidas a las que quien más quien menos experimenta en su vida fuera de la pantalla.

Y, en realidad, esa capacidad para estimular la identificación del espectador no se limita a sus escenas de cama. Puede que el público no quiera parecerse a ninguno de sus personajes, pero casi todos nosotros -ellas y ellos- hemos tomado las mismas malas decisiones que ellas, y hemos mantenido relaciones igual de tóxicas.

En su momento, no obstante, mientras los espectadores aclamábamos de forma unánime retratos semiautobiográficos poco favorecedores efectuados por cómicos masculinos como Larry David y Louis CK, estábamos mucho menos preparados para aceptar el mismo tipo de relato si lo llevaba a cabo una mujer; y, si también eso ha cambiado con el tiempo, de nuevo es en buena medida gracias a la serie de Dunham.

‘Girls’ revolucionó el modo en que las mujeres son retratadas en la ficción audiovisual, dándoles permiso para ser fallidas, desagradables y crueles. Eso es parte de lo que la convierte no solo en una serie pionera, sino también en una de visionado imprescindible.

TAGS DE ESTA NOTICIA