Inversión

Dónde encontrar potencial en la renta fija y cómo aprovecharlo

Mientras el BCE mantiene los tipos estables, los diferenciales soberanos se agitan y dibujan un mapa de riesgos muy distinto: Francia bajo presión, España y Portugal en ascenso, y los vencimientos intermedios como la franja más atractiva para los inversores

El Banco Central Europeo (BCE) ha optado por la pausa. En su reunión del 11 de septiembre mantuvo los tipos de interés en el 2% para la facilidad de depósito. El mensaje oficial es que la inflación está bajo control, cerca del objetivo del 2%, y que no hacen falta más movimientos. Sin embargo, el mercado de renta fija no solo refleja calma, también riesgos. Riesgos que se convierten en oportunidades, siempre que se identifiquen bien los plazos, los emisores y los países.

La realidad es que mientras los tipos permanecen anclados, los diferenciales se mueven y la percepción de riesgo cambia casi cada semana. Francia, que durante años fue sinónimo de estabilidad, ha visto cómo su prima de riesgo se ha disparado hasta los 80 puntos básicos frente al bund alemán, llegando incluso a superar a la italiana en algunos momentos.

La tensión es tal que Fitch ha abierto una revisión de la nota crediticia del país y estudia rebajarla de AA- a A+. Por otro lado, Ofi Invest AM, calcula que para estabilizar la deuda en 2030 haría falta un ajuste fiscal de 100.000 millones de euros, una cifra sin precedentes en la historia reciente del país.
La consecuencia inmediata se observa en la curva de rendimientos. Los bonos a corto plazo apenas se han movido, pero los de largo vencimiento concentran toda la presión. El bono francés a 30 años se ha convertido en el termómetro de la desconfianza sobre la sostenibilidad fiscal. Y no ocurre solo en Francia. AXA IM advierte de que lo mismo sucede en Estados Unidos, Reino Unido y Japón: rendimientos largos al alza por un mismo patrón, el aumento estructural de la deuda y la avalancha de nuevas emisiones soberanas.

Para un inversor, eso significa que apostar por bonos de larga duración como treinta años puede convertirse en un viaje lleno de sobresaltos, porque cualquier movimiento en los rendimientos multiplica su impacto en el precio.

Bankinter comparte este diagnóstico. En su análisis más reciente señala que los tramos medios de la curva son los que mejor equilibran riesgo y rentabilidad. Los vencimientos muy cortos han perdido atractivo porque ya no cubren la inflación, mientras que los muy largos no ofrecen la prima suficiente para compensar la volatilidad. Por eso, el interés se concentra en los bonos a cinco años, tanto soberanos bien valorados como corporativos de grado de inversión.

Oportunidad para los bonos españoles

Sin embargo, el atractivo de la renta fija no está solo en Francia. El contraste lo marca España. La agencia S&P ha elevado su calificación soberana de A a A+ con perspectiva estable y la prima de riesgo ha caído por debajo de los 55 puntos básicos.

En este caso, el bono español a diez años rinde en torno al 3,19%, con un diferencial de 125 puntos básicos frente a los tipos del mercado monetario. Según Natixis IM, si la curva se mantiene estable, estos títulos podrían generar retornos de entre el 4% y el 4,5% en los próximos doce meses.

Portugal se beneficia de la misma tendencia. Fitch elevó su rating a A desde A- y su prima de riesgo se mantiene estable en torno a 60 puntos básicos. Para muchos inversores internacionales, ambos países aparecen como los grandes beneficiados del reordenamiento del mapa de riesgo europeo.

Quiénes ganan y quiénes pierden

Los primeros en sufrir las tensiones de los tramos largos son los bancos y aseguradoras. Sus balances están cargados de deuda soberana y un repunte brusco de las TIR (Tasa Interna de Retorno) se traduce en pérdidas de valoración inmediatas. En algunos casos, basta un aumento de medio punto porcentual en los rendimientos para erosionar de forma notable el capital regulatorio que estas entidades deben mantener.

El impacto también alcanza a sectores fuertemente endeudados. Constructoras, empresas de infraestructuras e inmobiliarias, con necesidades constantes de financiación a largo plazo, se enfrentan ahora a un coste de capital más elevado. Una subida de 50 o 100 puntos básicos en los bonos de referencia puede encarecer emisiones futuras y deteriorar márgenes en proyectos de gran escala.
En cambio, los beneficiados inmediatos son los emisores corporativos con grado de inversión como los bancos. En un contexto de dudas sobre la deuda pública, el mercado se ha inclinado hacia compañías con balances sólidos y perfiles de negocio estables.

La preferencia por crédito privado ha elevado la demanda de estas emisiones y ha impulsado al índice Bloomberg Euro-Aggregate Corporate hasta niveles no vistos desde 2021. Es una señal clara de que la confianza se está desplazando de los Estados hacia el sector privado en busca de rentabilidad ajustada al riesgo.

La brecha, por tanto, es clara: los tenedores de carteras soberanas cargadas de riesgo ven caer el valor de sus activos, mientras que los emisores corporativos con credenciales de solvencia aprovechan el momento para financiarse en condiciones favorables.

El escenario internacional también refuerza estas diferencias. En Estados Unidos, la rentabilidad del Treasury a diez años ha bajado al 4,06% desde el 4,23% a comienzos de septiembre por la expectativa de nuevos recortes de la Reserva Federal (Fed). En cambio, el bund alemán sigue estable en el 2,69%. Según Bankinter, este desacople se explica por la debilidad del mercado laboral estadounidense y la posibilidad de una política monetaria más suave al otro lado del Atlántico.

La lectura es sencilla. Los plazos cortos y medios cuentan con el respaldo de los bancos centrales. El BCE mantiene la pausa, la Fed y el Banco de Canadá preparan recortes de tipos y el Norges Bank podría sumarse. Morningstar señala que este movimiento ya se refleja en los flujos de fondos y ETFs, con más entradas en crédito de grado de inversión y en deuda soberana de países periféricos sólidos.

Dónde está el valor

Los datos trazan un mapa nítido. En deuda soberana, España y Portugal destacan tras las mejoras de rating y el estrechamiento de sus primas de riesgo, que se mueven en torno a 55 y 60 puntos básicos respectivamente. En el lado opuesto, Francia acumula dudas con un diferencial cercano a los 80 puntos básicos y la amenaza de superar los 100 si la crisis política y fiscal se prolonga.

El debate sobre los plazos también ofrece una conclusión clara. Los vencimientos intermedios, entre cinco y ocho años, concentran el mejor equilibrio entre rentabilidad y estabilidad. Bankinter señala que los bonos muy cortos ya no compensan la inflación, mientras que los ultralargos siguen expuestos a la sobreoferta y a la desconfianza fiscal. La curva lo ilustra con precisión: calma en los dos años, tensión creciente en los treinta, ventana de oportunidad en el medio.

Ahí es donde se está moviendo el capital y donde los inversores encuentran el verdadero potencial en este final de 2025.

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