En una provincia como Alicante, donde el sol brilla con una constancia casi matemática y el litoral vive entre sombrillas y edificios turísticos, es difícil imaginar un lugar que permanezca ajeno al ritmo frenético de la costa. Pero existe. Se llama Fonts d’Algar y es, sin exageración, uno de los tesoros naturales mejor guardados del Mediterráneo español.
A solo 15 kilómetros del mar, este enclave sorprende al viajero con un paisaje modelado por el agua y protegido por montañas. Un oasis donde los sentidos se despiertan al ritmo pausado del río Algar.
El paraje de Fonts d’Algar es mucho más que una sucesión de pozas cristalinas. Es una experiencia que empieza al bajar del coche y respirar por primera vez ese aire húmedo y fresco que parece salir de las entrañas de la tierra. El rumor del agua, el perfume de los chopos, los matices verdes de la vegetación mediterránea y las texturas suaves del musgo sobre la roca componen un cuadro de naturaleza viva, auténtica y cercana.
Un itinerario entre cascadas, pozas y pasarelas de madera
El acceso a Fonts d’Algar se realiza a través de un recorrido señalizado de apenas kilómetro y medio, apto para casi todos los públicos. El camino sigue el curso del río, que serpentea entre piedras calizas formando pequeños gorgos, saltos de agua y piscinas naturales donde el baño es no solo permitido, sino casi un rito ancestral. A lo largo del trayecto, pasarelas de madera y escalinatas excavadas en la roca permiten cruzar de una orilla a otra. Siempre acompañados por el murmullo constante del agua que baja desde el interior de la sierra.
La cascada principal de Fonts d’Algar es uno de los puntos culminantes del paseo. Allí, el agua cae con fuerza formando una especie de jacuzzi natural en el que grandes y pequeños se zambullen para mitigar el calor. Pero hay muchas más zonas donde detenerse: algunas habilitadas para el baño, otras más discretas, donde observar libélulas, helechos y pequeños peces se convierte en una forma de comunión con lo que nos rodea.
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Lo que hace tan especial a Fonts d’Algar no es solo su belleza, sino su pureza. El agua brota a temperatura constante entre los 18 y los 20 grados incluso en los días más calurosos de agosto. Su transparencia permite ver el fondo pedregoso de las pozas y sus reflejos dibujan patrones cambiantes sobre la superficie. Aquí no hay ruido artificial, ni pantallas, ni prisa. Aquí, uno redescubre lo que significa detenerse.
Declarado paraje natural protegido, Fonts d’Algar es también un espacio donde se valora el papel ecológico, económico y cultural del agua, tal como destaca la Comunidad Valenciana en su declaración de interés. Es, en muchos sentidos, un parque temático natural de la sostenibilidad y de la convivencia con el entorno.
Un entorno agrícola y botánico que invita a la calma
En los alrededores de Fonts d’Algar, el paisaje se enriquece con pequeños campos de almendros, huertas tradicionales y cultivos de nísperos que aportan ese toque humano a la exuberancia del entorno. Muy cerca se encuentra un jardín botánico que recoge especies autóctonas y medicinales de la región. Ideal para comprender la riqueza vegetal de esta zona y su uso ancestral en la cultura popular.

Para quienes deseen una panorámica más amplia del valle, el mirador del Fort de Bèrnia ofrece una vista privilegiada del sinuoso recorrido del río entre las rocas, con el telón de fondo de la sierra y, más allá, el mar apenas insinuado en la lejanía. Es una escena que difícilmente se olvida.