Tras nueve años de negociaciones, la barrera entre el territorio de Gibraltar y el resto de España finalmente desaparecerá, lo que facilitará la vida cotidiana de 15.000 trabajadores transfronterizos y reforzará los intercambios económicos en la región. «¡Adelante! La barrera de Gibraltar por fin puede levantarse por completo. Londres y Bruselas anunciaron el miércoles un acuerdo sobre la libre circulación entre el pequeño territorio (todavía) británico y España. Era uno de los últimos detalles pendientes tras el Brexit en las relaciones entre la Unión Europea y el Reino Unido.
El ministro de Asuntos Exteriores británico, David Lammy, y su homólogo español, José Manuel Albares, se reunieron este miércoles en Bruselas con el responsable de las negociaciones por parte de la Comisión Europea, Maros Sefcovic, en presencia del ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, para cerrar el acuerdo. Han sido necesarios casi nueve años y numerosos intentos fallidos desde el referéndum sobre el Brexit para llegar a este punto.

El último escollo
La Comisión Europea contribuyó a desbloquear la situación al anunciar el martes que retiraría a Gibraltar de la lista «antilavado de capitales» de la Unión Europea. Era el último escollo. «Estamos muy cerca de la meta», afirmaba desde hacía meses el ministro español José Manuel Albares. El acuerdo estaba «al alcance de la mano», aseguraban en Madrid. Solo quedaban por resolver algunos problemas técnicos relacionados con las modalidades de control del puerto y el aeropuerto.
Pero la recta final podía ser la más difícil, como recordaban los testigos de las reuniones preparatorias de este acuerdo. Con la sensación por ambas partes de que el tiempo apremiaba, ya que el acuerdo marco firmado en 2020 entre Madrid y Londres no era más que un documento transitorio que, por un lado, mantenía temporalmente la libre circulación entre Gibraltar y la vecina España de 15.000 trabajadores fronterizos, pero que, por otro lado, dejaba en suspenso la cuestión del espacio Schengen. 15.000 trabajadores fronterizos, pero que, por otro lado, dejaba en suspenso la cuestión del espacio Schengen.

Desde hacía cinco años, los 15.000 trabajadores fronterizos (de los cuales más de 10.000 eran españoles) que cruzaban la frontera se habían acostumbrado a esta situación provisional, con el riesgo, cada mañana, de sufrir una espera interminable en el puesto de control, a merced del exceso de celo de un aduanero o de los avatares diplomáticos entre España y el Reino Unido.
La solución post-Brexit
Ya en 2023, Fabian Picardo, ministro principal de Gibraltar, manifestaba la impaciencia de la población local y el cansancio ante los bloqueos relacionados con el Brexit. Porque si, desde Madrid o Londres, la cuestión del enclave, cedido a la corona británica en el Tratado de Utrecht en 1713, parece reavivar cada vez las viejas disputas patrióticas, sobre el terreno la cuestión está zanjada desde hace tiempo. Los empresarios, sindicalistas y políticos locales, tanto gibraltareños como andaluces, fueron los primeros en explorar una solución post-Brexit, sin esperar la validación de los diplomáticos. Decidieron trabajar juntos, dejando de lado la cuestión de la soberanía y los orgullos nacionales, y defendieron el interés común. Con el objetivo de tejer acuerdos y buscar una solución en defensa de una prosperidad compartida.
Una de las consecuencias imprevistas del Brexit ha sido acercar Gibraltar a sus vecinos andaluces y a Europa. A medida que se acercaba la posibilidad de una ruptura, la evidencia se impuso. La cuestión del paso fronterizo es vital para la economía del «Peñón» y sus empresas, cuya dinámica se basa en la fluidez del tráfico diario de trabajadores, proveedores y mercancías de primera necesidad. Los retos son al menos igual de decisivos en las localidades españolas de los alrededores, donde las tasas de desempleo baten récords y donde conseguir un trabajo en Gibraltar es la gran esperanza para aquellos que no quieren lanzarse al floreciente narcotráfico debido a la proximidad de Marruecos, al otro lado del estrecho.

Con el nuevo acuerdo, que por fin sienta las bases estables para una verdadera libre circulación de personas y mercancías, los habitantes de la región pueden por fin respirar tranquilos, al igual que la UE. La Unión ve por fin culminar los resultados de largas negociaciones basadas en la propuesta de España y la Comisión Europea de crear una zona de libre circulación de personas y mercancías con Gibraltar. En este contexto, España debería asumir el control, en nombre del Espacio Schengen, de las fronteras exteriores de Gibraltar y, para ello, debería poder ejercer determinadas funciones y competencias necesarias para proteger la integridad y la seguridad del Espacio Schengen.
La libre circulación de personas y mercancías
A finales de 2020, Madrid y Londres llegaron in extremis a un acuerdo marco sobre Gibraltar antes de la entrada en vigor del Brexit, para que este enclave británico situado al sur de España se beneficie de los acuerdos europeos de Schengen, a pesar de la salida del Reino Unido de la UE. Las normas de Schengen garantizan la libre circulación de personas y mercancías entre sus 26 miembros, 22 de los cuales pertenecen a la UE. Sin embargo, aún quedaban por definir los detalles de este acuerdo. Al no ser Gibraltar un Estado soberano, no podía convertirse en miembro de Schengen como tal. El plan de la UE preveía, en particular, que, en nombre de esta, España ejerciera el control y la protección del mercado interior, en la medida en que desaparecerían los controles aduaneros entre España y Gibraltar.
Esperemos que la valla haya desaparecido también de la mente y el comportamiento de las autoridades británicas —y en particular de las fuerzas del orden—, que deberán demostrar una voluntad real de colaboración contra la delincuencia en la región. El Gobierno de Sánchez y Marlaska también deberá invertir en la seguridad de Schengen. Lo prometido es deuda.