La 47ª Cumbre de la ASEAN, que comenzó este domingo en la capital de Malasia, reunió a líderes de todo el sureste asiático para celebrar la incorporación del nuevo miembro del bloque, Timor Oriental, y para conmemorar un frágil acuerdo de paz entre Camboya y Tailandia.
Sin embargo, entre las sesiones fotográficas, los discursos y los apretones de manos ceremoniales, destaca una realidad evidente: no hay ni una sola mujer entre los jefes de Estado o de Gobierno sentados a la mesa. En una región con más de 650 millones de habitantes, la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) sigue siendo un club abrumadoramente masculino.
La lista (masculina) de participantes
La última incorporación, el país número 11º, Timor Oriental, se unió al bloque bajo el liderazgo del primer ministro Xanana Gusmao, otro hombre en una larga lista de gobernantes masculinos que se extiende desde el rey de Brunéi, el sultán Hassanal Bolkiah, hasta el primer ministro Pham Minh Chinh de Vietnam. Tanto los jefes de Estado como los de Gobierno de la ASEAN escenifican el poder patriarcal.

En Camboya está al frente del país el rey Norodom Sihamoni y el primer ministro Hun Manet. En Indonesia, el presidente Joko Widodo. En Laos, lideran el presidente Bounnhang Vorachith y el primer ministro Sonexay Siphandone. En Malasia, el rey Ibrahim Iskandar y el primer ministro Anwar Ibrahim. En Myanmar, el general Min Aung Hlaing. En Filipinas, el presidente Ferdinand “Bongbong” Marcos Jr.. En Singapur, el presidente Tharman Shanmugaratnam y el primer ministro Lawrence Wong. En Tailandia, el rey Rama X y primer ministro Anutin Charnvirakul, en Vietnam, el presidente Tran Dai Quang y primer ministro Pham Minh Chinh. Y el nuevo miembro, Timor Oriental, también tiene a un jefe de Estado masculino, Jose Ramos-Horta, que estuvo presente en Kuala Lumpur, acompañado del primer ministro del país, Gusmao. En suma, ni una sola mujer entre ellos.
Nuevo miembro de la ASEAN
La inclusión de Timor Oriental, aclamado durante mucho tiempo como un ejemplo de éxito en la reconstrucción tras un conflicto, ha sido uno de los momentos claves de la cumbre. El primer ministro Gusmao, visiblemente emocionado al ver la bandera timorense ondear junto a las otras diez de la ASEAN, describió el momento como “un sueño hecho realidad”.
Asimismo, en la cita de tres días, además del presidente Donald Trump, el invitado estrella de la cita del domingo, han acudido el secretario general de la ONU, António Guterres; el presidente del Consejo Europeo, António Costa; el primer ministro canadiense, Mark Carney, así como el de Asutralia, Anthony Albanese, para participar en la 47ª edición de esta reunión de jefes de Gobierno y de Estado regionales e internacionales, que suele servir para afianzar alianzas y tejer nuevas. Es decir, incluso las figuras mundiales que asistieron a la cumbre reforzaron este desequilibrio de género.

Trump, que llegó el domingo para presenciar la firma del Acuerdo de Paz de Kuala Lumpur entre Camboya y Tailandia, durante la ceremonia, elogió el tratado como “un acuerdo histórico para poner fin al conflicto militar entre Camboya y Tailandia”.
Una vez más, las mujeres quedaban fuera de las negociaciones de paz. A pesar de los progresos graduales a nivel local y ministerial, las mujeres siguen estando casi totalmente excluidas de los puestos políticos más altos en el sureste asiático. Solo unos pocos países, entre los que destacan Tailandia, Filipinas y Birmania, han visto a mujeres ascender al liderazgo nacional en la era moderna, y ninguna ocupa actualmente el cargo de jefa de Estado o de Gobierno.
Sin mujeres
Los expertos afirman que la brecha de género no es meramente simbólica, sino que influye en los resultados de las políticas. La legitimidad de la ASEAN depende de que represente a toda su población. Y es que cuando las mujeres no participan en la toma de decisiones, prioridades como la educación, la sanidad y la protección social corren el riesgo de quedar relegadas.

Mientras la ASEAN mira hacia su agenda 2025, centrada en “la inclusividad, la sostenibilidad y la conectividad”, la pregunta sigue sin respuesta: ¿puede una comunidad estar verdaderamente conectada cuando su liderazgo excluye a la mitad de su población?




