“La idea de la guerra resulta demasiado aterradora, casi irreal”: joven polaca cuenta cómo vive la escalada

Tras la violación del espacio aéreo polaco por drones rusos, Natalia, una joven de Gliwice, confiesa que “el riesgo es bastante alto”. Su testimonio refleja la mezcla de calma, dudas y temor con la que los polacos afrontan la escalada de tensión con Moscú

La reciente incursión de 19 drones rusos en el espacio aéreo polaco ha dejado huella en la opinión pública del país. Aunque el Gobierno respondió con firmeza, neutralizando varios de los aparatos con apoyo de la OTAN, la población vive la inquietud por una posible escalada. Desde Artículo14 hablamos con Natalia, una joven de Gliwice, en Silesia, que comparte sus impresiones sobre el momento que atraviesa Polonia. Ella vive la tensión de una sociedad que, pese a la historia de resistencia frente a las agresiones externas, nunca había experimentado tan cerca el riesgo de un ataque directo en tiempos recientes.

Cuando se le pregunta si teme un ataque sobre Polonia, Natalia no duda en admitir que la preocupación existe: “El riesgo es bastante alto, especialmente considerando los recientes incidentes con drones rusos”. Sin embargo, relativiza el alcance de esa amenaza. Para ella, lo más probable es que las zonas más expuestas sean las fronterizas: “Todavía no pienso que un ataque sobre todo el territorio de Polonia sea realista. Por ahora, creo que solo las ciudades y pueblos cercanos a la frontera podrían ser objetivos”.

En Gliwice, donde reside, la situación se percibe de manera diferente a las regiones cercanas a Bielorrusia o Ucrania. “La mayoría de la gente se siente segura gracias a las acciones del Gobierno”, explica. Esa confianza, aunque frágil, le permite continuar con su vida diaria sin una sensación constante de amenaza.

Polonia
El primer ministro polaco, Donald Tusk, comparece ante los medios de comunicación durante una visita a la 32.ª Base Aérea Táctica de Lask, Polonia
Efe

El presidente polaco, Karol Nawrocki, ha defendido que el país está preparado para afrontar los retos de seguridad, destacando que casi un 5 % del PIB se destina a defensa. Sin embargo, Natalia ofrece una visión más prudente. “Creo que estamos definitivamente mejor preparados que Ucrania cuando empezó la guerra, pero no diría que estamos completamente listos para un ataque de una potencia militar tan grande como Rusia”.

Subraya la asimetría de recursos que todavía pesa en cualquier comparación: “Sí, una parte importante de nuestro PIB va a la defensa, pero la magnitud no es en absoluto comparable con la de Rusia”.

“Los acuerdos con otros países que no funcionaron”

La relación con la OTAN y la Unión Europea es otra de las cuestiones centrales en este escenario. Para Varsovia, el respaldo aliado es un pilar esencial de su seguridad, y la propia OTAN confirmó que contribuyó a derribar los drones que invadieron el espacio aéreo.
Natalia, sin embargo, lo mira con reservas. “Mirando atrás a la historia de Polonia —las particiones y los acuerdos con otros países que no funcionaron— siento que la cooperación con la OTAN y la Unión Europea siempre debe verse con cierta cautela”.

Aun con esas dudas, reconoce que el país ha avanzado en consolidar alianzas y reforzar su ejército: “Nuestro Gobierno ha construido relaciones fuertes con las organizaciones internacionales y, al mismo tiempo, nuestro ejército se está fortaleciendo para que, si fuera necesario, podamos defendernos como un Estado independiente”.

“La mayoría no tiene un plan”

Una de las facetas más reveladoras del testimonio de Natalia es cómo ella y su familia enfrentan, o más bien evitan enfrentar, la posibilidad de un ataque. “Mi familia y yo no tenemos realmente un plan. La mayoría de la gente no lo tiene: simplemente seguimos con nuestra vida diaria. La idea de la guerra resulta demasiado aterradora, casi irreal”.

En su entorno, la guerra se percibe como algo distante, aunque los noticiarios recuerden a diario que Polonia está en el flanco este de la OTAN y en contacto directo con la agresión rusa. “Si ocurriera realmente, creo que nos quedaríamos en casa, en parte por apego a este lugar y en parte porque no tenemos otras opciones”.
Gliwice, su ciudad, se encuentra en una posición estratégica dentro del mapa polaco. Aun así, los refugios disponibles son prácticamente inexistentes. Natalia recuerda que “hay algunos viejos búnkeres de la época comunista, pero han sido abandonados, sin mantenimiento, y ya no son utilizables”.

El presidente polaco, Karol Nawrocki, durante una reunión con soldados en la 31ª Base Aérea Táctica en Poznan-Krzesiny, Polonia, el 11 de septiembre de 2025.
EFE/EPA/JAKUB KARCZMARCZYK

“Estaría dispuesta a unirme al ejército”

El peso de la historia también se nota en las familias. Natalia cuenta que “mi padre, mi tío y mi abuelo tuvieron que hacer el servicio militar obligatorio durante el comunismo”. Ella, en cambio, no ha tenido ninguna experiencia en ese sentido: “Nunca he pasado siquiera por un examen médico militar”. Aun así, no descarta un compromiso personal si la situación lo exige: “Si la situación empeorara, estaría dispuesta a unirme al ejército como voluntaria médica o asumir algún otro rol en una base militar”.

Su sinceridad también muestra la otra cara de la moneda: la posibilidad de marcharse si existieran alternativas. “Si tuviera una situación diferente —por ejemplo, familia en el extranjero o propiedades en otro lugar— creo que dejaría Polonia de inmediato”.

El testimonio de Natalia refleja lo que ocurre en buena parte de la sociedad polaca. Su voz transmite las contradicciones de un país que confía en sus aliados, pero no del todo; que invierte en defensa, pero teme no estar a la altura; que recuerda la dureza de la historia y teme que se repita.
En Gliwice, como en tantas otras ciudades, la vida continúa pese a las amenazas en el horizonte. Natalia encarna esa mezcla de serenidad y preocupación que define hoy a Polonia: un país en alerta, pero continúa en la normalidad cotidiana, intentando no dejarse arrastrar por el miedo, aun cuando los drones derribados en sus fronteras recuerdan que la guerra está peligrosamente cerca.

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