Bolivia llega este domingo 19 de octubre a una cita electoral histórica. Por primera vez desde la Constitución de 2009, la Presidencia y Vicepresidencia se definirán en segunda vuelta. La elección se da en medio de una crisis económica marcada por escasez de dólares, combustibles y un crecimiento negativo del PIB. Además, ocurre en un país donde, paradójicamente, las mujeres ocupan la mayoría de escaños en el Parlamento, pero siguen estando relegadas en las candidaturas presidenciales.
Las elecciones generales celebradas el pasado 17 de agosto dieron como resultado una mayoría femenina en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP): el 52,5 % de los escaños está ocupado por mujeres. Sin embargo, este avance no se refleja en las fórmulas presidenciales.

Según un análisis de la Coordinadora de la Mujer, las elecciones de este años cuentan con la menor participación femenina en los binomios presidenciales desde 2009. De las diez organizaciones políticas que inscribieron candidatos a principios de año, solo una postuló a una mujer a la Presidencia y otra a la Vicepresidencia. La entidad destacó que esta “es la presencia mínima en las postulaciones de mayor jerarquía” desde hace más de una década.
Aunque actualmente la única mujer en contienda es Mariana Prado, exministra de Planificación del Desarrollo, aspirante a la Vicepresidencia por la Alianza Popular.
Aunque la ley boliviana garantiza paridad y alternancia en listas legislativas, no establece la misma obligación para las candidaturas al Ejecutivo. Además, varias organizaciones “evitaron aplicar la regla que exige que, en listas impares, la primera posición sea encabezada por una mujer”, lo que redujo su presencia en puestos clave.

Dos candidatos de derecha disputan la Presidencia
El balotaje enfrentará al centrista Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), y al exmandatario Jorge “Tuto” Quiroga, de la alianza Libre. Paz, senador por Tarija e hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, compite junto al expolicía Edman Lara. Quiroga, por su parte, gobernó entre 2001 y 2002 y ahora postula junto al emprendedor tecnológico Juan Pablo Velasco.
En la primera vuelta, Paz obtuvo el 32,14 % de los votos (1.625.882 sufragios), seguido por Quiroga con el 26,81 % (1.356.370 votos). Ninguno alcanzó el umbral constitucional para ganar directamente —el 50 % más uno de los votos válidos o un mínimo del 40 % con 10 puntos de diferencia sobre el segundo—, por lo que se activó por primera vez el mecanismo de segunda vuelta.
Esta elección también significa el fin de casi veinte años de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS), que no logró pasar al balotaje. Aunque obtuvo casi el 20 % de los votos, quedará como una oposición relevante. El expresidente Evo Morales, prófugo de la justicia, llamó a anular el voto, lo que se reflejó en el alto número de votos nulos, que alcanzó el 19,4 % y superó incluso al tercer candidato más votado.

Crisis económica y tensiones sociales
Bolivia vive un contexto económico complejo. El PIB registró un crecimiento negativo del -2,40 % en el primer semestre de 2025, según el Instituto Nacional de Estadística, frente al crecimiento del 0,73 % de 2024. Las reservas internacionales se redujeron de 15.122 millones de dólares en 2014 a 2.807 millones en 2025. La inflación acumulada entre enero y julio alcanzó el 16,92 %, muy por encima de la proyección oficial.
A esta coyuntura se suman bloqueos políticos, falta de combustibles y largas filas en gasolineras, que marcaron la campaña electoral. El ministro de Economía, Marcelo Montenegro, defendió el legado económico de Luis Arce: “Hay estabilidad en varios sectores de la economía” y “no es cierto que el Gobierno está entregando la peor situación económica”.

Silencio electoral
Desde este jueves rige el “periodo de silencio electoral”. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) advirtió que violar esta norma puede implicar multas de hasta veinte salarios mínimos, unos 7.902 dólares. También dispuso que toda propaganda sea retirada o cubierta hasta el cierre de la jornada electoral.
Los bolivianos, dentro y fuera del país, están convocados a decidir entre dos opciones de centroderecha que no han presentado propuestas sólidas frente a la crisis económica ni ante la violencia de género. El resultado definirá no solo el rumbo político tras dos décadas de gobiernos del MAS, sino también el futuro de millones de mujeres que, aunque hoy ocupan más de la mitad de los escaños legislativos, siguen esperando un liderazgo femenino en el Ejecutivo.


