“Lo más duro fue limpiar un garaje de un supermercado con una familia atrapada”

La teniente Irene Ballesteros, de la Bandera de Zapadores II de La Legión, vivió sus jornadas en Valencia tras la DANA con extrema dureza, y a la vez tranquilidad: "Sabía que los zapadores estábamos perfectamente equipados"

La teniente Irene Ballesteros, durante la DANA
Fuerzas Armadas

En la semana en que se conmemora a los más de 230 fallecidos por la gota fría que asoló Valencia, Andalucía y Castilla-La Mancha, los militares fueron los héroes que ayudaron a salvar vidas y reconstruir las zonas damnificadas. La teniente Irene Ballesteros, del equipo de zapadores, fue uno de ellos.

¿Cómo vivió aquel día?

Recibimos la actuación la noche del 31 de octubre de 2024, exactamente a las 22:20. A partir de ahí, nos dirigimos rápidamente a la base para cargar el material necesario en los camiones, así como las máquinas de trabajo, y salir lo más pronto posible. El momento de la llamada fue muy emotivo, ya que marcaba el inicio de nuestra intervención para apoyar en la catástrofe. Sin embargo, había también cierta incertidumbre, pues no sabíamos con exactitud por cuánto tiempo estaríamos ni lo que nos íbamos a encontrar en el terreno.

¿Qué le pasaba en todo momento por la cabeza?

El pensamiento que me rondaba constantemente era uno: ayudar. Ayudar y resolver los problemas de la forma más eficiente posible. Mirara donde mirara, siempre había algo en lo que contribuir. Era difícil comprender cómo la naturaleza había causado una devastación de tal magnitud, pero me sentía tranquila porque sabía que los zapadores, y especialmente la sección organización del terreno, estábamos perfectamente capacitados para llevar a cabo la tarea, con el apoyo de nuestras máquinas pesadas.

¿A qué nivel emocional trabajaba?

Fue una experiencia emocionalmente compleja. Por un lado, sentía una gran satisfacción al poder apoyar a la población, pero al mismo tiempo, una profunda tristeza al escuchar las historias de los vecinos, que vivían situaciones extremadamente duras.

¿Qué fue lo más duro para usted?

Lo más difícil fue cuando nos asignaron el cometido de limpiar el garaje de dos plantas de
un supermercado en el que, según se nos informó, podría haber una familia atrapada. Cada metro cuadrado que limpiábamos y cada palada de barro que retirábamos era revisada minuciosamente, con el objetivo de no dejar pasar ni el más mínimo detalle. Lo más gratificante fue, sin duda, la relación de hermandad que establecimos con los vecinos de cada zona donde trabajamos. Cada día, nos brindaban gestos de apoyo, sonrisas y palabras de agradecimiento, lo que nos motivaba aún más a seguir adelante con nuestra labor.

La teniente, durante las labores tras la DANA
Ejército

¿Cuál fue el nivel de cansancio físico en esos días?

La preparación física fue la adecuada. La situación nos llevó al límite, y en esos momentos lo único que importaba era seguir trabajando, avanzar, limpiar y completar nuestros cometidos. Aunque los tiempos de descanso y comida marcados eran más largos, los propios legionarios recortaban esos tiempos al mínimo para poder continuar trabajando.

¿Cuál fue su principal cometido durante la catástrofe?

Nuestro principal cometido fue la limpieza y reconstrucción de las calles y avenidas principales, así como de garajes, colegios, plazas, parques, naves industriales y otras zonas comunes, utilizando maquinaria pesada. También tuvimos que abordar otros desafíos que surgieron sobre la marcha, como la retirada de vehículos y la adecuación de vertederos.

 ¿Uno de los objetivos de los zapadores era abrir y asegurar vías de acceso para equipos de rescate?

Aunque no era el objetivo principal de mi sección, sí fue una tarea inherente a nuestra labor. Al abrir y habilitar las rutas de acceso y movilidad, facilitábamos el trabajo de los equipos de rescate, contribuyendo así indirectamente a sus operaciones.

¿Qué recuerda de aquel trabajo en equipo?

Al principio, los primeros días fueron de cierta incertidumbre, pero en cuanto se estableció la estructura de mando de emergencia, todo comenzó a funcionar de manera más eficiente. A partir de ese momento, las cosas empezaron a encajar y la situación mejoró notablemente.

 ¿Cómo eran las jornadas de trabajo?

En la primera rotación trabajamos durante las 24 horas del día, con dos equipos que rotaban cada 12 horas. Fue crucial cumplir con los horarios para asegurar un mínimo de descanso que nos permitiera mantener la eficiencia. Durante el primer mes, seguimos trabajando por la noche, pero luego se establecieron turnos de 12 horas para respetar el descanso de los vecinos durante las horas nocturnas.

Los militares actúan en la zona damnificada por la DANA

¿Cuántos militares de su unidad se desplegaron?

Desplegamos una gran parte de nuestra unidad de zapadores, organizada en diferentes rotaciones, dada la magnitud de la catástrofe y nuestras capacidades para enfrentarla. Comenzamos desplegando a nivel de sección, pero conforme el volumen de trabajo disminuyó, la presencia se redujo hasta llegar al nivel de pelotón.

¿Cómo fue la coordinación con las demás unidades?

La coordinación fue excelente. Todos teníamos un mismo objetivo: la reconstrucción de Valencia. Las distintas unidades nos adaptamos y trabajamos de manera conjunta, prestándonos apoyo mutuo para lograr el objetivo común.

¿Qué imágenes no olvidará nunca?

Una de las imágenes más impactantes fue ver la autovía V-30 repleta de coches inundados a lo largo de kilómetros a ambos lados de los arcenes. También recordaré la multitud de personas cruzando el río Turia por los puentes peatonales, dirigiéndose hacia las zonas más afectadas de la ciudad. Las calles cubiertas por varios metros de lodo, escombros y barro, y las marcas que indicaban hasta dónde llegó el agua esa noche, son imágenes que jamás olvidaré. Y, por supuesto, las palabras de agradecimiento de los vecinos de Paiporta.

¿Cómo fue el trato con los civiles?

En términos generales, el trato con los civiles fue excelente. Los vecinos se volcaron con nosotros, ofreciéndonos todo tipo de ayuda, incluso abriéndonos las puertas de sus casas si lo necesitábamos. En situaciones de catástrofe de esta magnitud, siempre aflora lo mejor de la gente.

 ¿Ha sido una de las misiones más importantes para usted desde que entró en el Ejército?

Sin duda, ha sido la misión más importante, la más real y la que me ha hecho sentirme más satisfecha y realizada, tanto en el aspecto profesional como personal.

Se cumple el primer aniversario de la catástrofe, ¿Qué siente?

Fue una situación que sobrepasó a toda España y representó un verdadero reto para el Ejército, pero también nos unió más que nunca. Ojalá no hubiera sucedido, pero lo que aprendimos de ella es invaluable. La lección principal que extraemos es la necesidad de aprender de nuestros errores, cambiar lo que está en nuestras manos en los niveles más bajos y evolucionar, tanto como grupo como individuos, para ser mejores.

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