La disciplina positiva y la crianza respetuosa son fundamentales para que los niños desarrollen su autonomía y sus emociones, aprendiendo desde el respeto, la empatía y la positividad. No obstante, se trata de una vía de educación compleja. Mal aplicada, puede generar ciertas frustraciones, e incluso llegar a ser contraproducente.
Hay veces que estas acciones positivas pueden resultar en actitudes negativas. A continuación, puedes conocer las más comunes y aprender cómo revertirlas, según la asociación Disciplina Positiva España.
Los cinco errores más comunes en la disciplina positiva y cómo afrontarlos
1 Confundir respeto con permisividad total

Uno de los errores más comunes a la hora de educar en positivo es creer que hay que decir “sí” a todo o que digan tus hijos, tratando de evitar confrontaciones. Esto provoca que el respeto se convierta en permisividad, sin límites claros ni consistentes.
Por tanto, debe haber un equilibrio entre confianza y firmeza. De este modo, el niño puede aprender a tener autocontrol y cumplir las normas básicas. Así, el respeto fluirá en las dos direcciones: el respeto de los padres a sus hijos, y el de los pequeños a las normas y a los demás.
2 Abandonar ante la falta de resultados inmediatos

La sociedad contemporánea está muy acostumbrada a la inmediatez, y este sentimiento se ha extrapolado a todos los aspectos de nuestras vidas. En la disciplina positiva ha sucedido lo mismo, y hay madres y padres que esperan ver cambios profundos en sus hijos en poco tiempo.
Lejos de la realidad, este es un proceso a medio e incluso largo plazo. Recurrir al castigo o a las riñas como actuación inmediata tirará por la boda todo el progreso. Por ello, es mejor actuar con coherencia y paciencia, manteniendo un enfoque respetuoso.
3 Difuminar “ánimos” con la dependencia extrema

Animar a un hijo y mostrarle todo nuestro apoyo no sólo es positivo, sino necesario. No obstante, hay que tener en cuenta que el elogio excesivo puede derivar en una necesidad de validación y aprobación continua.
Si la niña o el niño solo actúa bien a cambio de un elogio o una recompensa, no formará un sentimiento de independencia, y requerirá siempre un refuerzo para actuar de buenas maneras. Por tanto, se le debe alentar y reconocer su esfuerzo, pero no elogiar ni recompensar en exceso.
4 Olvidarse de una misma

La disciplina positiva no sólo pasa por el trato hacia los infantes, también hacia uno mismo. Si estás al borde del agotamiento, y no haces nada frente a ello, no vas a poder hacer llevar a cabo ese tipo de educación adecuadamente. De hecho, probablemente reaccionarás mal hacia tu hijo o hija.
Como recomiendan los expertos, lo ideal es “pausar” cuando lo pida el cuerpo, y no descuidarse. Cabe recordar que los hijos se fijan mucho en sus figuras paternas y maternas. Si les ven tratando de calmarse y regulando sus emociones, ellos aprenderán que es lo que deben hacer cuando se sientan agotados o sobrepasados.
5 Utilizar las consecuencias como castigos

Las consecuencias naturales son una parte ineludible de la crianza en positivo. Hay madres y padres que disfrazan castigos como consecuencias, como por ejemplo, que si no se terminan la cena no podrán ver la tele antes de ir a la cama.
Si nos fijamos, no exige una coherencia entre la acción y la consecuencia, y esto se percibe como un castigo injusto por su parte. Una consecuencia debe ser más natural, que enseñe responsabilidad y no lo contrario al objetivo de la educación en positivo: miedo y obediencia sin justificación.


