Qué es la fatiga por compasión y por qué afecta a las madres

Al entender y visibilizar este fenómeno, se abre la puerta a un cambio necesario: reconocer que cuidar también implica ser cuidado

Niños no quieren ir al colegio
Una madre consuela a su hijo antes de entrar al colegio

En los últimos años, un concepto ha comenzado a aparecer con más frecuencia en estudios psicológicos y debates sobre salud mental: la fatiga por compasión.

Este término hace referencia al desgaste físico, emocional y psicológico que sufren las personas que dedican gran parte de su tiempo y energía a cuidar de otros, especialmente en contextos de dolor, trauma o necesidad constante de apoyo.

Aunque afecta a profesionales de la salud y a cuidadores de enfermos, un colectivo particularmente vulnerable a esta situación son las madres.

¿Qué significa fatiga por compasión?

La fatiga por compasión se describe como una forma de agotamiento que surge cuando alguien, al estar expuesto de manera prolongada al sufrimiento ajeno, siente que sus recursos emocionales se agotan. No se trata de una simple falta de energía, sino de un fenómeno más profundo, que combina sentimientos de cansancio extremo, frustración, impotencia e incluso despersonalización.

Quienes la padecen pueden sentirse incapaces de reaccionar con la misma empatía que antes, mostrar irritabilidad ante demandas habituales o tener la sensación de estar desconectados de quienes cuidan.

El vínculo con la maternidad

Si bien la fatiga por compasión se asocia comúnmente con médicos, psicólogos o trabajadores sociales, las madres representan uno de los grupos más expuestos a este tipo de desgaste emocional.

El cuidado de un hijo, en especial cuando atraviesa momentos de enfermedad, dificultades emocionales o experiencias traumáticas, requiere una atención constante y absorbente. Los comportamientos derivados de estas situaciones —rabietas, insomnio, rechazo, episodios de ansiedad— pueden llevar a las madres a sentirse agotadas, desbordadas e incluso culpables por no poder responder siempre con paciencia y ternura.

Los expertos señalan que esta fatiga se intensifica en hogares donde no existen redes de apoyo sólidas. Muchas mujeres, además de cuidar, deben asumir cargas laborales, responsabilidades domésticas y la presión social de ser “madres perfectas”. Todo ello aumenta el riesgo de experimentar esta forma de desgaste.

Señales de alerta

La fatiga por compasión no aparece de la noche a la mañana. Suele desarrollarse de manera progresiva y manifestarse a través de síntomas como:

  • Agotamiento físico y mental persistente.
  • Dificultad para conectar emocionalmente con los hijos o con otras personas.
  • Irritabilidad o reacciones desproporcionadas ante situaciones cotidianas.
  • Sentimientos de culpa por no poder atender con la misma entrega.
  • Aislamiento social, evitando encuentros familiares o con amistades.
  • Problemas de sueño y disminución de la capacidad de concentración.

Identificar estas señales es clave para buscar apoyo a tiempo y evitar que la situación derive en un cuadro más complejo, como la depresión o el síndrome de burnout.

Cómo prevenirla y afrontarla

Los especialistas en salud mental insisten en que la prevención pasa por reconocer que las madres también necesitan cuidados. Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino una herramienta para proteger la propia salud y, en consecuencia, la del entorno familiar.

Algunas recomendaciones son:

  • Construir redes de apoyo: compartir responsabilidades con la pareja, familiares o amigos.
  • Espacios de autocuidado: reservar tiempo para actividades personales que aporten bienestar.
  • Pedir ayuda profesional: recurrir a psicólogos o grupos de apoyo especializados en maternidad.
  • Aceptar la imperfección: entender que no siempre es posible responder a todo con calma y empatía.

Una conversación pendiente

La fatiga por compasión pone sobre la mesa una realidad muchas veces invisibilizada: las madres no son inagotables. Su papel como cuidadoras principales conlleva riesgos emocionales que rara vez se discuten en el espacio público.

A medida que aumenta la visibilidad de este concepto, los expertos piden que las instituciones y la sociedad reconozcan el impacto del cuidado no remunerado en la salud de las mujeres. Facilitar medidas de conciliación, servicios de apoyo psicológico y recursos comunitarios podría reducir de forma significativa el riesgo de esta fatiga.

Más allá de la teoría

Hablar de fatiga por compasión no significa cuestionar el amor o la entrega de las madres hacia sus hijos. Se trata de poner nombre a un desgaste real que, de no atenderse, puede erosionar la calidad de vida familiar y la propia salud mental.

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